Aprovechando que hemos pasado el puente de la Constitución y que veo a todo el mundo un poco perdido, me parece pertinente recuperar este fragmento de una entrevista que hice a Macià Alavedra hace 20 años. Releyéndola he encontrado matices que me habían pasado desapercibidos. El primero es que el régimen del 78 traicionó la Transición nada más empezar, y por eso todo el mundo está tan nervioso con la quiebra del bipartidismo. El segundo es que, sin Catalunya, ni la Transición ni el descubrimiento de América habrían sido posibles. Y el tercero —ahora que el país se ha llenado de comediantes— es que las cosas se deben hacer cuando toca.
«(...) Así pues, las elecciones de junio de 1977, las primeras que vivía España desde 1936, no nos fueron muy bien. La inflamación catalanista que se respiraba en la calle no se tradujo en las urnas. Quizás porque los votantes tuvieron miedo, quizás porque el país estaba hecho de un regaliz sentimental y temeroso, quedamos cuartos. Nos ganaron el PSC-PSOE —que obtuvo unos grandes resultados—, el PSUC —que vio premiado su antifranquismo y su buena relación con Pujol— y la UCD —que también nos adelantó. Yo, que iba el sexto de la lista por Barcelona, sufrí mucho: mi escaño bailó hasta el último momento. Al final sacamos once diputados: seis en Barcelona, dos en Girona, dos en Lleida y uno en Tarragona. Además, el resultado espantoso de los socialistas hizo que los diputados de Pallach que se habían presentado con nosotros se fueran al PSC, de forma que quedamos reducidos a ocho.
»Aquellas primeras elecciones han condicionado todo lo que ha venido después. Tanto la Constitución como el Estatut se tuvieron que negociar con el equilibrio de fuerzas, tan adverso para nosotros, que salió de aquella primera contienda electoral. Con unos resultados mejores —y ya no digo con una victoria como las que llegamos a obtener con CiU unos años después—, el Estatut de Sau y quizás incluso la Constitución, habrían salido mejor. No lo sé. Me parece que si las posiciones nacionalistas hubieran entrado en el juego democrático con más fuerza, nos habríamos ahorrado muchas de las energías que los últimos treinta años hemos perdido intentando conseguir cosas que ya defendíamos cuando estábamos en minoría.
La Transición es el éxito más sonado que ha tenido España desde el descubrimiento de América
»Dicho esto, me permitiré una frase contundente pero sincera: la Transición es el éxito más sonado que ha tenido España desde el descubrimiento de América. Si hablamos de Catalunya, es otro tema, a nosotros no nos ha ido tan bien. Pero si hablamos del conjunto del Estado, es indiscutible. Tengo el consuelo de saber que los sacrificios que ha hecho el país han servido para modernizar a España, que era una de las grandes aspiraciones de los catalanistas del siglo XIX. En Madrid nos acusan de egoístas, pero sin el catalanismo político hoy España no estaría tan bien como está. El modelo autonómico se hace por Catalunya después de un siglo de reivindicaciones —que se dice muy deprisa pero pasa muy despacio. Las autonomías han liberado energías en todo el Estado. Murcia o La Rioja, por poner dos ejemplos, se han beneficiado del régimen autonómico más que nosotros.
»No sacralizaré la Constitución como hacen algunos políticos y articulistas que antes la atacaban, pero para mí fue una gran obra. En el debate entre ruptura o reforma, la mayoría de los que defendíamos la ruptura lo hacíamos con la boca pequeña. Quizás si los rupturistas hubiéramos sido más, habría tenido el valor de defenderla con más empuje, pero era una época de atentados y de ruido de sables. El anticatalanismo estaba muy vivo, tanto en la calle como en los grandes despachos. Ya he explicado que la oposición a Franco era cosa de cuatro gatos, y había que hacer una constitución democrática, una amnistía política y un estatuto para Catalunya. A toro pasado es fácil hacerse el valiente. Pero creo que las cosas se llevaron de una manera que ha permitido que la ruptura fuera llegando poco a poco.
»He leído, por ejemplo, que en 2009 o 2010 llegaremos a tener el mismo nivel de riqueza per cápita que Francia o Alemania. Habrá que verlo, pero cuando votamos la Constitución esta posibilidad era inconcebible. La convergencia con Europa se ha acelerado desde el ingreso de España en la UE, en 1986. La democracia nos ha integrado en el continente y nos ha salido muy a cuenta. También ha salido muy a cuenta el apoyo que CiU ha dado a los sucesivos gobiernos de Madrid, tanto del PSOE como del PP. Es verdad que nos ha hecho perder votos, pero ha permitido una estabilidad y una política presupuestaria, pactada siempre, gracias a la cual hoy estamos en la zona euro. Todo esto también ha favorecido a Catalunya: aunque crecemos un poco menos que la media española, y aunque no hemos recuperado los niveles de dinamismo de antes de la guerra, crecemos mucho más que la media europea.
»Esta política nuestra, que tantos buenos resultados ha dado, no hemos sabido explicarla, ni en Barcelona ni en Madrid. A veces parece que nos dé vergüenza defenderla, y creo que es porque una gran parte del pueblo catalán, contrariamente a lo que se dice, acumula mucha incultura política y económica y no está en condiciones de valorarla. Puedo entender que haya jóvenes que consideren que mis posiciones son cofoistas. La guerra, el exilio y la dictadura me han ablandado mucho. Me han dado lecciones y me han hecho coger miedos: no me importa reconocer que estoy incapacitado para plantearme según qué retos. Los dejo para quienes vengan detrás de mí. Aun así, me gustaría recordar una vez que estábamos con Pujol en la Casa dels Canonges, y Simone Veil nos confesó su sorpresa por el hecho de que España hubiera hecho un proceso de transición a la democracia tan bien hecho. Yo creo que se hizo bien precisamente porque todo el mundo tenía muy viva la memoria de la Guerra Civil. No es muy épico y no podremos vivir siempre acojonados por algo que pasó hace casi un siglo. Pero pienso que, cuando se pierda esta conciencia, destruir se volverá más tentador y notablemente más fácil que construir. (...)»