En los momentos de crisis es cuando aparecen los líderes de verdad. Son aquellas personas que, con mano firme e ideas visionarias, señalan el camino a los pobres mortales desconcertados. O sea, un servidor. Suerte tenemos porque sin ellos (ni ellas, ni ellis) la humanidad seguiría viviendo en cuevas y cazando con piedras. Esta pieza que leerá, pues, es un homenaje a totis, en este caso representados por el hombre que en un momento (pim y pam) le ha solucionado a Europa (él solito) el problema del suministro de gas. Efectivamente, como muy bien ha adivinado, me estoy refiriendo a Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea para Asuntos exteriores y Política de Seguridad y experto en calefacciones.

Ante la posibilidad de que el viejo continente tenga problemas de suministro de gas, Borrell ha propuesto hoy un paquete de medidas de una sola que, sin duda, solucionarán la situación. Apunte: hay que recortar el consumo de gas bajando la calefacción. ¡Hostia, qué gran idea! ¡No entiendo cómo no se le había ocurrido todavía a nadie! Claro, ante la anunciada escasez alguien podría proponer gastar más gas, por ejemplo, pero seguramente no sería una buena idea. Y no, Borrell ha analizado la situación, ha observado la casuística, ha destilado la clave de la problemática y, ¡patapam!, ha propuesto la solución. ¡SEN-SA-CI-O-NAL! Y si me lo permite, ¡É-PI-CO!

Pero la cosa no se acaba aquí. Según fuentes consultadas, quien en muchas cancillerías ya es conocido como "Mister Radiadores", anunciará en breve más medidas para afrontar las consecuencias de la invasión y la invasión, propiamente dicha. ¿Cuáles? Siga apuntando:

Para evitar tener la casa fría, lo mejor es cerrar las ventanas. En invierno, eh. En verano, cuando hace calor, se recomienda abrirlas.

Para calentarse usted, haga ejercicio por el comedor como cuando la pandemia, pero sin hacer pan, que provoca consumos innecesarios. Y es que no cocinar también ayuda mucho a no gastar gas. Por lo tanto, coma ensaladas, que son muy sanas. Y aproveche el agua de lavar la lechuga y la escarola para ducharse, así tampoco le subirá esa factura. Cuando se duche, y para evitar que esté muy fría (el agua) caliéntela enseñándole al barreño que la contiene la última factura de electricidad. Ah, para evitar gastar gasolina, no coja el coche.

En caso de que sospeche que se acabarán los suministros de alimentos, rápido, compre papel de WC, aceite de girasol y pastillas de yodo, que es una cosa que no tiene ningún sentido pero es lo que hace todo el mundo. Y si todo el mundo lo hace, ¡adelante! Ah, y aproveche para recuperar todas las mierdas adquiridas durante el confinamiento de la COVID, cuando también tenía que acabarse el mundo. Y hablando, del fin del mundo... en caso de que Putin siguiera avanzando en su actual invasión y llegara hasta aquí, no sufra porque Josep Borrell también tiene soluciones:

Si ve que a menudo pasan bombarderos por encima de donde usted se encuentra, evite al máximo llevar ropa de colores. O que incluya dianas .

Si cree que está a punto de caer una bomba en su casa, tápese las orejas y agache la cabeza.

Si ve que está a punto de entrar un misil por la ventana de la cocina, baje la persiana. Si no tiene persiana, protéjase con el rallador de las zanahorias.

Si entraran tropas rusas en su ciudad, corra en dirección contraria. Repito, ¡¡¡en dirección contraria!!! Contraría a las tropas, eh...

Si empieza una guerra bacteriologica, recuerde: manos, mascarilla y distancia.

Si la guerra es nuclear y tiran una bomba cerca de donde usted se encuentra, durante todo el rato que vea que está la seta radiactiva, no respire mucho. Una vez desvanecida, respire suavecito. Tipo catalán. O sea, inspiraciones discretas sin molestar.

Si sale de casa y se encuentra un soldado enemigo que lo apunta, cántele una de las últimas letras de Rosalia. Le reventará la cabeza. A él.

Si en una calle cualquiera se encuentra de cara un tanque que está a punto de pasarte por encima, láncele una pata de pulpo a la brasa con lecho de patatas a manera de honda y untada con jarabe de Módena en la parte de la punta. Es letal. Y ahora usted me dirá: ¿por qué una pata de pulpo? Bueno, ahora mismo hay tanta oferta en todos los restaurantes, que seguro que tenemos stock para años.

Y, sobre todo, no sufra por si aparecieran otras situaciones inesperadas porque nuestro líder trabaja sin descanso para ofrecernos soluciones. Y ahora, grite conmigo: "¡Gracias señor Borrell por ser el dedo que nos señala el camino!".