La madre abadesa Maria del Mar Albajar, osb, es una mujer resiliente y propositiva. Desde hace cinco años, y no tiene ni cincuenta, es la abadesa de una comunidad femenina con mujeres de talento, estudios y altos vuelos en espiritualidad como es Montserrat. Esta semana la benedictina Albajar ha participado en un webinar, una de las neopalabras a que la Covid-19 nos ha acostumbrado. Ha hablado de interioridad, focusing y como la vida interior es necesaria para ser conscientes "de que se trata de conectar con nuestro interior y sabiduría" y "escuchar quiénes somos realmente". Se conectaron a su videconferencia 9.000 personas.

A Maria del Mar Albajar, economista, teóloga, con estudios musicales, maestra del coro de su comunidad de Sant Benet y formadora en focusing por el Instituto de Focusing de Nova York, le gusta sentarse en el suelo cuando se quiere concentrar y quiere estar atenta y mirar con curiosidad qué es y qué pasa a su alrededor. Emociones y racionalidad están muy bien pero las personas "somos más que todo eso", considera. Cuando la he ido a ver a Montserrat recuerdo este gesto suyo de sentarse en el suelo, a tu lado, y escucharte. A Jesucristo siempre me lo he imaginado también así. Hay poca gente que cuando te demuestran interés se sienten. Es un gesto corporal que denota atención y detenerse. Pero esta monja contemplativa también se mueve, como las otras hermanas de la comunidad. De hecho se mueven y participan en encuentros con otras religiosas mundialmente y también ofrecen cursos y participan en actividades fuera de las paredes y jardines del monasterio.

Esta dedicación a la causa de manera totalizante es de alto interés en un mundo de causas parciales y a horas, de activismos intensos que no siempre perseveran, de relaciones efímeras y de proyectos a corto plazo

Hoy la vida de las comunidades contemplativas se basa naturalmente en rezar y trabajar, ora et labora, pero también en estar conectadas con el mundo. Su elección no es alejarse del mundo para conectar egoístamente con su ego y estar la mar de bien en un espacio privilegiado —que lo es— con muchas mujeres interesantes que tienen unas aspiraciones parecidas. No. Responden a un llamamiento, no son ellas y su deseo, sino ellas y su respuesta. Yo creo que los momentos actuales serán positivos para las vocaciones, en general. Vocaciones a médicos y enfermeras, vocaciones a un periodismo que se aleje de las fake news, vocaciones a maestro, y vocaciones a la vida religiosa. La vocación es la acción y el efecto de llamar, vocare. Multe auti sum vocati vero electi. Muchos son los llamados, pocos los escogidos, leemos en el Evangelio. La vocación es un llamamiento universal pero de respuestas individuales y puntuales.

¿Qué encuentran, estas mujeres formadas, brillantes, con capacidades de liderazgo, políglotas, cultas, empáticas, en este tipo de vida teóricamente aislado y donde hacen una opción —y eso sí que es provocador— para siempre? Encuentran el sentido de la vida, otro tema que el coronavirus nos ha puesto sobre la mesa. Encuentran la respuesta al por qué vivimos, y por qué morimos, la otra cara de la moneda. A los encuentros de mujeres y liderazgo, que proliferan y son muy útiles para entender que hay varias maneras de ejercer el poder, echo de menos la voz de las prioras, abadesas, líderes de comunidades religiosas. Ellas no sólo lideran un proyecto y después se van a casa y tienen otra vida, sino que su vida es este proyecto comunitario que lo envuelve todo, y para siempre. Esta dedicación a la causa de manera totalizante es de alto interés en un mundo de causas parciales y a horas, de activismos intensos que no siempre perseveran, de relaciones efímeras y de proyectos a corto plazo. La vida religiosa, que a algunas mujeres les ha llamado la atención y están allí, con la antorcha de la fe, el estudio, la espiritualidad, es una opción de vida que no tendría que hacer chirriar tanto a los anticlericales. Estas mujeres tienen una autogestión y autonomía envidiables. Y a pesar de parecer que no son del mundo, son capaces de dejar embelesadas a miles de personas a través de un webinar hablando de conceptos que provienen de la filosofía como el focusing, que es esta herramienta terapéutica que ayuda a expresar usando también la corporalidad aquel yo más profundo. No deja de ser paradójico que desde el mundo estresado y lleno de posibilidades cognitivas, de formación y de información, tenga que salir precisamente de un monasterio, cerrado y alejado de las ciudades, una enseñanza vital de este calibre.

Hoy las personas no pueden ir a hacer retiros, ni a monasterios ni a balnearios. El agua de unas termas no la puedes simular ni llevar a casa, pero la espiritualidad sí puede atravesar pantallas. Las religiones postcovid tienen que tomar nota.