¿Habéis visto la serie What if, de Netflix? Va de lo que el apreciado lector habrá imaginado muchas veces: ¿qué habría pasado si...?

Un divertimento intelectual tan estéril como oportuno cuando se trata de emitir juicios de valor sobre los cursos de acción seguidos y que ya no podemos alterar. A menos de que te puedas permitir un DeLorean DMC-12 con condensador de flujo.

Os propongo un juego de ficción política no carente de provocación: ¿qué habría pasado si ERC no hubiera sido un actor clave del procés?

En primer lugar, no habría existido el 1 de octubre tal como lo vivimos. Recordaréis que después del cese del conseller Baiget, el president Puigdemont encargó al vicepresident Junqueras la organización del referéndum. Esta decisión concentraba el peso de los preparativos en el Departament d'Economia i Hisenda, hecho que ha tenido su traducción represiva en forma de 13 años de prisión para Oriol Junqueras, la máxima pena de la sentencia del procés.

¿Seguimos? Día 26 de octubre del 2017. El president de la Generalitat anuncia la voluntad de convocar elecciones al Parlament de Catalunya para, inmediatamente después, descartarlas ante la "falta de garantías" por parte del Gobierno. Hoy sabemos que detrás de este giro de guion estaba el compromiso irrenunciable de ERC con la declaración unilateral de independencia, aprobada el 27 de octubre en el Parlament y suspendida ocho segundos después por el president Puigdemont. Otro de los hitos escritos con letras de oro en la historia del procés.

Podemos convenir, pues, que sin la intervención directa de ERC no habríamos tenido 1-O, DUI, "doctrina Junqueras" ni sit and talk

Saltemos al ámbito judicial y situémonos en el 19 de diciembre del 2019. ¡Dos años que parecen dos siglos! La defensa de Oriol Junqueras consigue que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea emita una sentencia histórica sobre el alcance de la inmunidad de los eurodiputados. Acaba de nacer la "doctrina Junqueras", que la justicia española impide aplicar a quien le da nombre pero que permite a Carles Puigdemont y Toni Comín ocupar sus escaños en Estrasburgo. El independentismo celebra la victoria con el regusto amargo de la ausencia de Junqueras.

Para acabar, vayamos al 8 de enero del 2020. Pedro Sánchez es investido presidente del primer gobierno de coalición del estado español, por 167 votos a favor y la abstención de ERC y de Bildu. Pistoletazo de salida a la mesa de diálogo entre los gobiernos catalán y español sobre el derecho a la autodeterminación del pueblo de Catalunya. Los republicanos asumen el coste político y ponen el instrumento al servicio del país, conscientes de que el PSOE se sienta más por necesidad que por convicción.

Podemos convenir, pues, que sin la intervención directa de ERC ―aunque no sólo de ERC, que quede claro― no habríamos tenido 1-O, DUI, "doctrina Junqueras" ni sit and talk. ¡Que no es poca cosa, hombre!

Harán bien todos los críticos ―los sinceros y los tácticos― con la estrategia de los republicanos de tenerlo presente cuando carguen los tuits con el cóctel indigesto de oprobios, medias verdades y mala leche. Porque si miran por el retrovisor del DeLorean, se darán cuenta de que estamos aquí gracias al deseo de muchos y al sacrificio de pocos.

 

Josep Pena i Sant es politólogo y presidente de ERC Maresme