No sólo las elecciones del 26 de mayo hacen remover el tablero europeo y el debate sobre su futuro. La revisión a fondo de la política industrial de la zona que proponen Francia y Alemania ha provocado una preocupación y fuerte polémica sobre la continuidad de los principios liberales que han regido en Europa. 

París y Berlín quieren cambiar las reglas para poner en pie la industria europea del mañana. A través de un manifiesto, Bruno Le Maire, ministro de Economía francés, y su colega alemán, Peter Altmaier, reclamaron el pasado 19 de febrero un cambio de paradigma y de su estrategia. 

"Asia avanza, China progresa, las rutas de la seda están en camino de llevarse todo por delante en su paso. Y, por otro lado, Europa está inmóvil", subrayó el ministro francés.

El veto de Bruselas a la fusión de Alstom-Siemens de cara a formar un campeón del ferrocarril ha sido como un electroshock a la hora de hacer frente a la Comisión Europea. Francia y Alemania no quieren "adaptar" las reglas de la competencia sino cambiarlas a fondo. Para decisiones juzgadas estratégicas, reclaman, será el Consejo Europeo ―los Estados― el que tendrá la última palabra, no la Comisión.

Margrethe Vestager, comisaria de la Competencia, adujo en su negativa a aprobar la fusión en que "nosotros debemos mantenernos fieles a nuestro mandato, que es el de defender los intereses de los consumidores". "En lugar de defender el interés de Europa, la Comisión sirve a los de China", replicó Bruno Le Maire.

La revisión a fondo de la política industrial de la zona que proponen Francia y Alemania ha provocado una preocupación y fuerte polémica sobre la continuidad de los principios liberales que han regido en Europa 

Esta controversia se sitúa sobre un trasfondo de mayor calado. Si Francia siempre ha optado por la defensa de sus intereses nacionales, la integración en el orden liberal occidental está consagrada en la Constitución alemana. Y es aquí donde la novedad es mayor.

La actitud de Berlín de no mezclar la política con la economía está experimentando un giro espectacular en el último mandato de Angela Merkel, quien, además, ha aumentado el presupuesto militar y aceptado la creación de un fondo europeo de defensa, dotado a futuro con 13.000 millones de euros. 

Sobre la base del compromiso de la canciller en la transformación de la Unión Europea, su ministro de Economía ha declarado que "el Estado está dispuesto a intervenir, comprendido financieramente, para proteger los sectores clave" (como el del automóvil, la metalurgia, la máquina herramienta, entre otros). La ayuda podrá llevar "a una participación pasajera del Estado". Algunos economistas le han reprochado el apostar por una economía planificada. El presidente del Partido Liberal, Christian Lindner, le ha acusado a su vez de emplear "métodos chinos" para responder a la competencia de China.

Mientras Italia y Polonia han mostrado su interés en sumarse a la iniciativa de crear campeones nacionales, desde Toulouse, Jean Tirole, premio Nobel de Economía 2014, ha replicado a Le Maire que su nueva propuesta puede conducir a precios más altos, "ya que los políticos están sujetos a un intenso cabildeo por parte de grandes empresas y organizaciones industriales, que pueden estar más interesados en limitar la competencia que en promoverla".

La polémica de la concentración empresarial también está muy viva en Estados Unidos, dado que, según David Autor y otros expertos de la Universidad de Harvard, está frenando la innovación y la inclusión laboral.

La geoestrategia derivada de la lucha por el nuevo liderazgo mundial y los reequilibrios de los bloques o núcleos de alianzas puede provocar, por lo que se está viendo, nuevos problemas de los que tan sólo conocemos las primicias.