El Ibex ha vuelto a perder la cuota de los 9.000 puntos arrastrado por un sector bancario afectado por una sobrecarga de ventas. Hoy está siendo un día especialmente amargo al verse envueltos los bancos en rumores adversos, como que los fondos soberanos se están desprendiendo de sus títulos a la vista de la desconfianza creciente sobre su futuro inmediato.

Esta desconfianza se basa en unos presupuestos presentados por el Gobierno que amplían el gasto en más de 5.000 millones de euros al tiempo que deberán ser las empresas las que paguen las tres cuartas partes de la subida de impuestos. El sector financiero será uno de los grandes perjudicados por este esquema. El presidente de la CEOE, Joan Rosell, ya ha indicado que "se ha tomado el camino equivocado".

Además, la evolución de la economía europea es lenta, modesta —con un crecimiento en torno al 2,6% para el 2018 y del 2,3 para el 2019— , lo que lleva al BCE a retardar la subida de tipos de interés a junio de 2019. Mario Draghi es muy prudente, pero esa cautela afecta al margen de intermediación de los bancos (diferencia entre lo que cobra por dar crédito y lo que paga a los cuentacorrentistas). Y las cuentas de resultados se resienten.

Eso supondría un mal conocido si al mismo tiempo no se diese que la economía española se está desacelerando en una fase de ralentización en la que la economía del Ibex está liderando a la baja a Alemania, Francia e Italia, según la OCDE.

La operativa de la banca española puede verse afectada, además, por una evolución adversa de sus negocios en Latinoamérica (en Argentina y Brasil principalmente), que está sufriendo la crisis de los países emergentes (entre ellos Turquía) ante la subida del dólar.

Y por si faltara algo, el Santander, según medios bursátiles, está siendo investigado por fraude fiscal en Alemania junto con Deutsche Bank y otras entidades. A perro flaco todo son pulgas, aunque tengan mucho pedigrí.