De momento, la única salida al conflicto con Catalunya planteada por los dos candidatos que de verdad se disputan la presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez y Pablo Casado, es la derrota del soberanismo. Ciertamente, el tono no es el mismo. El Partido Popular busca una derrota militar con todas sus consecuencias, mientras que el Partido Socialista intenta que sean los propios soberanistas los que se rindan o inmolen.

Hoy analizaré la opción que lidera Pablo Casado con el apoyo de la extrema derecha dejando para el domingo la del candidato favorito, Pedro Sánchez.

Efectivamente, tal como señala en el capítulo de su programa titulado Comprometidos con el fortalecimiento de la Nación, el PP pretende el equivalente a una derrota militar pura y dura del soberanismo, con prisioneros con largas condenas, persecución del soberanismo político, supresión del autogobierno y represión continuada de la expresión cultural y social de la voluntad de ser y de los signos de identidad diferenciada de los catalanes, muy especialmente la lengua. Más o menos, es lo mismo que se practicó en otros momentos históricos bajo la monarquía borbónica, otro decreto de Nueva Planta.

La imagen de Cayetana Álvarez de Toledo recitando en TV3 como proclama partidista el discurso amenazador del Rey confirma la debacle constitucional: ya no es la Constitución que determina la monarquía, sino la monarquía que determina la Constitución. ¿Quiénes son los golpistas?

Pablo Casado no ha brillado mucho en los debates electorales, pero hay que reconocer, en cambio, que la candidata del PP por Barcelona, Cayetana Álvarez de Toledo, que lo tenía todo en contra, que desconoce el país y su lengua propia ―en la sede de la calle Urgell le llaman la paracaidista― y que no ha sido capaz de desarrollar más que una sola idea en toda la campaña, ha conseguido llevar a su terreno prácticamente todas las entrevistas y debates que le he podido seguir. Quizás su actitud altiva y aristocrática impresiona por igual a periodistas y contrincantes políticos plebeyos, pero lo cierto es que una representante de la aristocracia terrateniente española que defiende rebajar el salario mínimo de los trabajadores no ha tenido ni un momento de dificultad, cuando tal vez debería haber provocado alguna reacción en sus interlocutores con las cosas que decía.

Porque la idea del exterminio político de los adversarios está permanentemente implícito en el discurso monocorde de Álvarez de Toledo y sería un error circunscribirlo al ámbito catalán. Escuchando a la marquesa de Casa Fuerte es evidente que el proyecto del PP es liderar un nuevo movimiento nacional con Ciudadanos y Vox cuyo objetivo no se limita a erradicar el soberanismo catalán. La idea viene de lejos y la formuló Aznar en los años noventa. Catalunya, como antes el terrorismo de ETA, no es más que el pretexto que utilizan para pervertir el régimen constitucional de derechos y libertades del 78 en toda España.

Lo más revelador de todo ello ha sido la imagen de Cayetana Álvarez de Toledo, digna representante de la aristocracia española, recitando el miércoles en TV3, como proclama partidista, el discurso divisorio y amenazador que hizo el rey Felipe VI el 3 de octubre. "Sé muy bien que en Cataluña también hay mucha preocupación y gran inquietud con la conducta de las autoridades autonómicas. A quienes así lo sienten, les digo que no están solos, ni lo estarán; que tienen todo el apoyo y la solidaridad del resto de los españoles, y la garantía absoluta de nuestro Estado de Derecho en la defensa de su libertad y de sus derechos”. He aquí la confirmación definitiva de la debacle constitucional. Ya no es la Constitución que determina la monarquía sino al revés, es la monarquía que ahora determina la Constitución. La pregunta inmediata es: ¿quiénes son los golpistas?