Al inicio de la transición de la dictadura a la democracia en España, el historiador español Francisco Espinosa ya previó que la incipiente democracia española se podría hundir si se tocaban ciertas cuestiones. Últimamente dos temas han hecho tambalear la llamada democracia española: la ley de la Memoria Histórica del 2007 y el proceso catalán.

Como ocurre en todas partes, en España también se está utilizando el sistema jurídico y parte de la prensa con objetivos propagandísticos. La actual deformación de la realidad, que se manifiesta sobre todo en los juicios al movimiento independentista catalán, fundamentalmente pacífico y pacifista, tiene un precedente en la propaganda franquista de la Guerra Civil. Después del bombardeo de la aviación alemana sobre la ciudad vasca de Gernika en abril de 1937, la prensa de derechas negó de primero que el bombardeo hubiera ocurrido. Acto seguido inculpó a los republicanos, y la España no republicana y la prensa internacional de derechas se hicieron eco. Como hay gente que niega el Holocausto, últimamente se ha descubierto que también hay personas que todavía atribuyen el bombardeo a los republicanos.

La retransmisión por televisión de los acontecimientos del frustrado referéndum del 1-O de 2017 en Catalunya mostraba claramente que las fuerzas del orden españolas recurrieron a una violencia desmesurada, visto el comportamiento pacífico de los catalanes que querían votar aquel día. Por todo el mundo surgían protestas, incluso de Angela Merkel, que convenció a Mariano Rajoy de no ir todavía más lejos. Aun así los líderes mundiales no se querían mojar, temiendo como temían un efecto dominó del independentismo, especialmente en Europa. Y como en los años de la Guerra Civil, una parte no despreciable de la prensa está transmitiendo la versión españolista, que choca con las imágenes de los canales de televisión.

Como en los años de la Guerra Civil, una parte no despreciable de la prensa está transmitiendo la versión españolista, que choca con las imágenes de televisión

Más complicado era demostrar a nivel internacional lo que sucedió realmente en Gernika en abril de 1937 —ya que no existían las transmisiones televisivas—, y se consiguió parcialmente. Christopher Holme, periodista de la agencia Reuters y testigo ocular del bombardeo, así como George Lowther Steer, con su artículo "The tragedy of Guernica" en The Times, contribuyeron a la fuertísima reacción internacional ante el bombardeo de civiles. Nos podemos preguntar si hoy somos más insensibles al dolor de los otros o si somos más propensos a creernos las fake news.

El libro El franquisme que no marxa (Edicions Saldonar, 2015), de Lluc Salellas i Vilar, nos explica varias razones de la actual problemática alrededor tanto de la ley de Memoria Histórica como de la cuestión catalana. De hecho, los franquistas de la última etapa de la dictadura no se fueron nunca. Muchos dirigentes de la administración pública franquista pasaron a ocupar posiciones prominentes en la administración de importantes empresas españolas. El libro también menciona el nombre de políticos de primer nivel del régimen franquista que después, con la llegada de la democracia, tuvieron cargos destacados: Juan Carlos de Borbón, Adolfo Suárez, Manuel Fraga Iribarne, Rodolfo Martín Villa y Alfonso Osorio, entre muchos otros. Por no olvidar a la prole de franquistas que todavía sigue activa en política o en actividades económicas.

Ante la farsa de los juicios a los presos catalanes habría que organizar un tribunal internacional que pusiera en cuestión la actuación de las autoridades españolas

Los hechos mencionados dan la razón al historiador Francisco Espinosa, pero lo que es más importante todavía: destruyen la visión positiva que teníamos de la Transición. Muchos —yo mismo— considerábamos la transición española de la dictadura a la democracia como modélica. Muchos estudiábamos los trabajos científicos de investigadores como el politólogo Juan Linz, y algunos incluso pensábamos que las lecciones de la Transición española quizás podían servir de fuente de inspiración para países de la antigua Unión Soviética y para países latinoamericanos durante los años ochenta y noventa.

El giro que han tomado últimamente los acontecimientos en Catalunya y los obstáculos para aplicar lo que se dispone en la ley de Memoria Histórica, requieren una nueva mirada al proceso de la Transición española. Además, ante la farsa de los juicios a los presos catalanes, quizás habría que organizar un tribunal internacional que pusiera en cuestión la actuación de las autoridades españolas. Su acoso jurídico al movimiento catalán, que se parece más al movimiento pacifista de Martin Luther King que al de los energúmenos capaces de infundir miedo a la Guardia Civil que trata de vender el estado español, bien merece una respuesta jurídica en efensa de los derechos fundamentales.

 

Johannes Nymark es profesor titular emérito de Español en la Universidad Noruega de Ciencias Económicas y Empresariales (NHH) de Bergen. Es autor del libro 'Draumen olmo Catalonia' (El sueño de Catalunya)