.... pero las de algunos no llevan a ningún sitio.

Hoy, al margen de los partidos y sus enfrentamientos permanentes, tema no menor que divide de lo lindo el independentismo, junto con el eje izquierda-derecha que algunos se empeñan en no ver es el eje DUI ya-negociación. Ambas agrupaciones tienen miembros y elementos de los dos ámbitos. Ser de un partido o asociación de una o de oatra no garantiza una correlación ni mucho menos exacta.

Dentro de los de DUI ya, un grupo de opinión muy activo, creen que no hacer la DUI hoy y esperar a mañana es casi una traición. Parten de la base de que la decisión ya está tomada, que se tomó el 1-O. El 1-O fue una auténtica epopeya popular que las instituciones proindependentistas no pudieron o no supieron poner de pie. "Íbamos de farol", como muy expresivamente dijo Clara Ponsatí desde el exilio escocés. Por eso seguramente la declaración de independencia duró 8 segundos. De eso, estos grupos se olvidan.

Sin embargo, sea como sea, el 1-O no se puede olvidar y su bagaje político resta todavía intacto. Si bien es cierto que los resultados fueron abrumadoramente favorables a la independencia, no es menos cierto que no fue un referéndum homologado internacionalmente. Sin esta homologación internacional ningún estado serio, especialmente aquellos con los que nos queremos juntar, los de la Unión Europea, dará el más mínimo paso para reconocer la República Catalana. Una buena razón por tan escasa duración, 8 segundos de declaración de independencia.

El referéndum no se reconoció por nadie, empezando por la delegación de observadores internacionales. No había un censo fiable, no hubo un control oficial del escrutinio. Hubo un afán y un coraje ciudadanos sin precedentes, se derrotó a un estado tosco, ruin e ineficiente, estado que, al cabo de poco, se repuso; y cómo.

Bien sabemos cómo se repuso, sin ningún tipo de remordimiento para saltarse su propia legalidad. Y sin que los socios, que la República Catalana esperaba encontrar, formularan ningún reproche público al Reino de España. Más bien, algunos de sus más conspicuos representantes fueron paseados como el santo cristo grande, regados con caldos de primera y con el jamón que se guarda para las visitas.

Pues, hay que ser realista, como la experiencia impone. Eso quiere decir mucha paciencia y mucha política, dentro y fuera. Para empezar, dentro. O por decirlo muy gráficamente, no sólo intentar seducir al Llobregat y Nou Barris, sino también Pedralbes, Sant Gervasi y los clubs de golf. No al cien por cien, pero sí en cantidad y calidad críticas. Eso lleva tiempo, mucho tiempo. Y exige demostrar que se puede gobernar un nuevo estado.

Gobernar un nuevo estado se puede demostrar gobernando con el limitado gobierno que tenemos. Hay margen. La pandemia nos ha dado una nueva oportunidad, aunque sufrimos una autonomía amputada en el gasto social con el entusiasta concurso de algunos que ahora también reman en la dirección independentista. Hay que aprovechar todas las herramientas que el régimen brinda, en un momento de gran debilidad moral e institucional. La autonomía no es un obstáculo, es una palanca. Es un obstáculo para quien no entiende como aprovechar las contradicciones del régimen y se queda sólo en el peldaño retórico.

La independencia no está cerca, pero si más cerca que hace diez años. El tenim pressa no ha llevado a ningún sitio. La real Politik, es decir, salir adelante con lo que se tiene, recogiendo todo lo que se pueda y comer muchos sapos, hoy por hoy es el camino. Poco épico, por supuesto. El objetivo lo vale.

Obviamente eso no es una solución, como mucho es un método para escoger un camino hacia el hito deseado. Lamentablemente, si se quiere realmente ampliar la base y que la independencia sea un sentimiento democráticamente mayoritario, es decir, en votos oficiales, no veo otra alternativa.