Hacía muchos años que sabíamos que la mayoría de peajes tenían una fecha de caducidad. Pues bien, en vez de aprovechar el tiempo para decidir cuál tenía que ser el nuevo modelo a partir del nuevo momento, no, el debate sobre el futuro lo empezamos cinco minutos después de desaparecer las barreras. Y, además, lo hicimos sacando una flauta de pan y para tocar "El Cóndor Pasa". Como podríamos haber tocado una de Leticia Sabater. O hacer malabares con la flauta, que tanto le da.

Tampoco hemos aprovechado estos años de margen para analizar cómo debíamos gestionar el tráfico por las vías que ya no eran de pago pero dónde seguirían existiendo las garitas de cobro. ¿Por qué, verdad? Mucho mejor hacerlo ahora, dos semanas después y porque se ve que hemos descubierto que si los coches pasan a 20 por hora por los espacios donde antes nos deteníamos para pagar, se producen atascos. ¡Fíjese qué cosas pasan! Y esto todavía sucede mucho más si recuperamos las operaciones retorno de fin de semana con un tráfico como estaba antes de una pandemia que ya nos hemos olvidado que existe y, además, por aquel pequeño espacio circulan camiones. ¡SEN-SA-CI-O-NAL! Tanta previsión me provoca caries y todo.

Pero espérese que, como usted ya sabe, no es que todo sea susceptible de empeorar sino que siempre acaba empeorando. En este caso, añadamos a una broma que no hace ninguna gracia el coste de desmontar físicamente los peajes. Los de la AP-7 y la AP-2 valen veintisiete millones de euros y los de la C-33 y la C-32 norte siete millones y medio. En total, unos 35 millones de euros, que traducidos a moneda actual serían unas cinco Ricardas. Las dos APs las paga el Ministerio de Transportes y Mobilidad y las dos Ces la Conselleria de Territori. Y cuando digo que lo pagan ellos, es una manera de decirlo, ¿verdad? Sí, porque si lo paga la administración quiere decir que no lo pagan ellos sino usted y yo. Ah, y por si quedaba algún pequeño detallito por añadir, como ya ha quedado claro que eso de los peajes ha desaparecido de un día por otro y sin ningún aviso, el desmontaje de los trastos que corresponden al Estado todavía no está adjudicado. Dicen que será "pronto" y que no suframos porque una vez se pongan eso será un pim-pam. De momento está previsto que empiecen "en diciembre-enero". ¡ME-MO-RA-BLE!

Resumiendo, y básicamente: 1/ Pagaremos nosotros el desmontaje de unas infraestructuras que han explotado unas empresas privadas que han ganado muuuucho dinero, 2/ Se desmontarán cualquier día de estos porque el plan para llevarlo a cabo no estaba organizado y 3/ Sabemos quien seguirá pagando los peajes, que seremos usted y yo -como siempre-, pero todavía no sabemos cómo, ni cuándo ni siguiendo qué modelo. Porque parece ser que es una cuestión que no  genera ninguna prisa.

Viendo la gestión de los postpeajes, efectivamente, haber dejado correr esto de la ampliación del aeropuerto, un proyecto donde totis (TOTIS) han hecho de trileros, ha sido la mejor idea para no hacerse daño. Para no hacerse daño usted y yo, naturalmente. El problema es que no haciéndola, también acabaremos recibiendo.