Un veterano periodista de Radio 4 explicaba a finales de los años 80 del siglo pasado que cuando iba a cubrir actos en aquel ayuntamiento de BCN situado entre el postfranquismo y la predemocracia, el funcionario que abría la puerta de la sala donde se realizaba el acto en cuestión, se dirigia a los informadores presentes con un "que pasen los periodistas y los señores de La Vanguardia".

Pero hubo un día en que los medios de comunicación dejaron de ser la marca de referencia y los periodistas ocuparon su espacio. El periodista dejó de ser alguien anónimo que trabajaba para una empresa que era el nombre y pasó a ser una firma reconocida y buscada que trabajaba para una empresa que ya no era el nombre que iba primero. Y el periodista pasó a ser más importante que la empresa.

El mundo digital permitió el zapping y los lectores modificaron la manera de consumir la información y en vez de tragarse un solo medio optaron por picotear diversos buscando sus firmas preferidas. Y así fue como el "hoy he leído en tal medio que...", se convirtió en "hoy he leído a fulanito que dice que...", sin ni mencionar el medio.

Y después vinieron twitter, facebook o youtube, lugares donde el periodista ya no necesita ni tan sólo un medio de comunicación para hacerse con una fiel clientela. Y eso tiene cosas muy buenas, como poder decir lo que te parece bien sin ninguna presión, y cosas muy malas como la tentación de forzar situaciones para mantener el share y los seguidores que buscan en ti una cierta cosa.

Y todo este rollo es para comentar un caso que he conocido gracias a uno de aquellos periodistas que hay que seguir en twitter porque siempre aporta cosas interesantes, @jonathanmartinz. Jonathan se hacía eco de un tuit publicado el viernes por la periodista venezolana Nitu Pérez Osuna, con un millón ochocientos mil seguidores en twitter. Esta:

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Por supuesto todo el mundo entendió que la imagen era de Venezuela, que era actual y que la periodista la usaba para denunciar una situación real y comprobable. El problema es que ya en el segundo tuit de respuesta que recibió por parte de otros usuarios quedaba claro que nada era cierto...

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¿Cuál fue la reacción de Nitu Pérez? Esta:

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O sea, ni inmutarse. Como decía un jefe que tuve en una oficina donde trabajé, ella "impretérita". O como decía aquel otro, "impasible el alemán".

Sin avisar, sin ponerla en contexto, conscientemente y no por error, Nitu Pérez tomó una foto antigua de unos hechos sucedidos a el otro lado del mundo y, cuando la descubrieron y la desenmascararon, ni pidió perdón ni ofreció ninguna explicación, mantuvo la posición sin rectificar y... no pasó nada.

El periodista-marca se ha convertido, en muchos casos, en el lugar donde los clientes van a buscar la confirmación de lo que piensan. "¿Yo creo que la tierra es plana y fulanito dice que la tierra es plana? Pues yo sigo a fulanito y me creo todo lo que dice sobre la tierra, mientras defienda que es plana". Porque, claro, cuando fulanito deje de defender que la tierra es plana, adiós fulanito y me voy a buscar a alguien que defienda que la tierra es plana".

Nitu Pérez y el resto de Nitus Pérez se deben a sus seguidores y sus seguidores quieren confirmar y afianzar su convencimiento previo. Da igual si es cierto o no. Y así pasamos de ser periodistas a ser esclavos de ofrecer una cierta verdad que todo el mundo sabe que es mentira. Empezando por los Nitus y por sus clientes.