Hablé de ello el pasado día 20 de enero y desde entonces la bola no ha parado de hacerse más y más grande. Y lo peor de todo es que usted y yo sabemos que esto sólo es el inicio, que seguirán apareciendo casos y que al final no sucederá nada. Y en este último tema es donde quiero detenerme. ¿Por qué en según qué temas nunca pasa nada?

En sólo dos semanas, al primer caso conocido en Montserrat se le han añadido otros sucedidos allí mismo y se han sumado los de Constantí y Vilobí d'Onyar. Y siempre coincide en que cuando el pederasta no ha muerto, resulta que ya es mayor y, pobrecito, está retirado en una residencia y mejor dejarlo tranquilo. Total, que aquí sólo pagan la culpa las víctimas con su padecimiento y nunca los verdugos. Y no hablo sólo de culpas penales.

Y mire que aparecen casos por todo el mundo desde hace años, siempre relacionados con la misma iglesia y se han hecho películas. Y al final la cosa siempre tiene el mismo recorrido: 1/ piden perdón (hombre, sólo faltaría), 2/ abren una comisión de investigación interna (y en los casos que es externa, con ausencias clamorosas), 3/ intentan sacarse el muerto de encima (hace unos días el presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, olvidando el silencio que hay sobre este tema entre las víctimas a causa del trauma que provoca, dijo que los abusos sexuales en la iglesia "son sólo un 3% de la estadística"), 4/ aparece algún miembro de la cúpula justificando la situación con una barbaridad que es un insulto a las víctimas (Bernardo Álvarez, obispo de Tenerife, dijo en el 2007 que "Hay menores que desean el abuso e incluso te provocan") y 5/ lo tapan (hasta que vuelven a aparecer más casos y entonces el protocolo consiste en repetir el mismo recorrido).

Y no, no se trata de venganza, sino de justicia. Y que las víctimas noten que la sociedad les da su apoyo, las acoge, no las criminaliza, está de su parte incondicionalmente y aísla y condena penalmente, pero también moralmente, a los culpables. Como empieza a suceder con los maltratos a las mujeres. Hace 25 años todavía se hacían gags sobre el tema y cuando sus responsables los ven ahora, se les cae la cara de vergüenza:

O sea que, basta de tapar la realidad. Basta de excusas. Basta de silencio y que dentro de poco quienes siguen silenciando estos casos también se le caiga públicamente la cara de vergüenza.

Tenemos un grave problema con los abusos sexuales que algunos miembros de la Iglesia han practicado impunemente y tenemos un grave problema con una cúpula que pretende que los olvidemos y que todo continúe como si nada.

De nosotros y de nuestra exigencia depende de que unos y otros paguen su culpa.