Y de repente hemos recordado que en el Mediterráneo tenemos un pequeño problema. Nada, una cosita sin importancia consistente en que hace años millones de personas huyen de la guerra, la miseria y la imposibilidad de tener una existencia digna. Y están dispuestas a jugarse la vida para cruzar el mar y poder comer tres veces al día y salir a la calle sabiendo que por la noche volverás vivo a casa. ¿Cómo son, verdad?

Pero espérese, que ahora viene lo más divertido. Estas personas que sólo pretenden ser como usted y como yo, para poder intentarlo tienen que pasar por las manos de unas mafias que los usan como mercancía para enriquecerse.

Total, que fruto de esta situación, ahora mismo hay más de 600 personas en medio del Mediterráneo convertidas en moneda de cambio político. Yo no los quiero, pues ya me los quedo yo, pues tardarán 5 días en llegar, pues cuando lleguen nos los quedaremos. Ah, pues qué bien. ¿Y qué haremos con los 600 siguientes? ¿Y con los 600 siguientes de los siguientes? ¿Y con los 600 que vayan viniendo cada semana? ¿Y cuando cuaje el miserable discurso del "vienen de fuera a robarnos el pan"?

Mientras, esta rica Unión Europea que dice que acogerá a quien haga falta y más, deja solos a los países del sur y a Merkel para que afronten el problema y subcontrata a buen precio esta Turquía a la que consideramos una democracia dependiendo del día para que nos haga de parking de personas sin futuro. A cambio de unos euritos, que siempre van bien. Sobre todo si hablamos de millones. Y Erdogan va ingresando.

¿Y cómo se acaba con eso? ¿Cómo se acaba con una situación que ha dejado una cifra indeterminada de cadáveres flotando en el mismo mar donde nos bañaremos este verano y que ha obligado a Open Arms a pasarse los últimos dos años yendo a alta mar para poder rescatar con vida a 60 mil personas?

Pues mire, ni idea de cómo acabar con este desastre que, creo, no tiene solución. Mientras haya humanos, habrá otros humanos que sufrirán. Ya hace unos 10 mil años que estamos así y no parece que vaya a cambiar la tendencia.

De hecho el problema es que no recordábamos que teníamos un problema. Y ahora por culpa de estos 600 hemos recuperado la memoria. Pero el problema quedará solucionado cuando nos olvidemos de estos 600 y de los 600 que vendrán detrás. Y de los millares que esperan para hacer el mismo camino. No hay mejor solución a los problemas que ignorar su existencia.

También de repente hemos recordado que en Catalunya hay cada día 32 desahucios. Y que ayer, en uno de estos, uno que se llevaba a cabo en Cornellà de Llobregat, un señor decidió que no tenía más fuerzas para seguir y se tiró desde un décimo piso. Vaya, pues mire que también estábamos bien olvidando que este problema existía, eh. Venga, y ahora que hemos hecho memoria tenemos que volver a hablar de ello en los informativos y en las tertulias. Para buscar culpables, reclamar soluciones y pontificar mucho. Hasta que nos olvidaremos del señor de Cornellà. Y recuperaremos la memoria cuando en otro lugar otro señor o señora se quede sin fuerzas y opte por acabar con la situación por la vía rápida. Y volveremos a escandalizarnos y a pedir soluciones.

Bueno, eso si en aquel momento no hay 1.500 refugiados a punto de llegar al puerto más próximo de casa tapándonos la noticia.