Habíamos quedado en que la intolerancia era de derechas y que la libertad de expresión y su defensa era de izquierdas. Y que la derecha impide y censura y que la izquierda sufre las consecuencias. Pero se ve que no, que no es del todo así. Resulta que, como ya expresó aquella mítica pintada:

Emosido

Efectivamente, talibanes y talibanas, "emosido engañado". Sí, sí, es cierto que -y solo esta semana y solo en Toledo- hemos tenido 1/ el grupo municipal del PP pidiendo que se suspendiera la actuación del grupo Los Chikos del Maíz prevista para septiembre porque son "proetarras" y "llaman a la violencia públicamente" y 2/ a VOX haciendo retirar el cartel que anunciaba un concierto de la cantante Zahara porque era una "ofensa extrema" contra la Virgen. Concretamente, este:

Zahara

Vaya, comportamiento clásico y tópico de esta derecha que censura y que se ofende siempre muy por encima de sus posibilidades. Nada fuera de lo habitual. Pero resulta que una cierta izquierda -y no en Toledo sino en la abierta y tolerante Catalunya- provocaba paralelamente dos momentos que podrían firmar estos a quienes siempre se les cuelga la llufa de ser los únicos intolerantes que prohíben.

Pregón de las fiestas de Gracia en BCN. La alcaldesa de la ciudad recibe silbidos. Y su reacción es llorar. Al respecto de esta circunstancia, en concreto, nada que decir porque tiendo a no valorar reacciones humanas. El problema (llámele problema, llámele la cosa) fueron los palmeros habituales saliendo como un solo hombre (y una sola mujer) a criticar la crítica que había provocado esta reacción. Hooombre, pero si el colauismo es hijo... que digo hijo... son unos gemelos del escarnio profesional de personas y del activismo basado en las performances. Ojo, una manera de hacer que ni es ni buena ni mala, pero que fue. Y que todavía es. Por lo tanto, por mucho club de fans que seas de alguien que ocupa un cargo público, en primer lugar, si silban a tu ídolo, te lo comes con patatas. Pero además, si resulta que quien ahora está en el escenario empezó su carrera, y después hizo tanta carrera como para acabar subiendo al escenario, silbando a los que entonces eran ídolos y entonces ocupaban el escenario, pues mire, todavía muchas más hojas. De ortiga. Con friegas e infusión. ¿Desde cuando es criticable y/o censurable silbar a alguien? ¡Solo faltaría! Hoombre, un poquito de respeto intelectual al resto de la ciudadanía y, sobre todo, a sí mismos. Y a sí mismas.

Pero la guinda estuvo en Navarcles. Ylènia Morros, concejala de la CUP, asistía a un monólogo humorístico de Albert Boira y, como no le gustaba el tema sobre el cual se estaba bromeando, se atrevió a interrumpirlo. Sí, sí, lo paró. Ella. Personalmente. Este fue el momento:

 

Después dimitió como concejala con unas excusas que no tenían nada que ver con el caso y explicando sin acabar de explicar unas cosas muy extrañas que ella sabrá.

Total, el umbral de la ofensa de VOX de Toledo con la Virgen está al mismo nivel del de la señora Morros de Navarcles con los chistes sobre pansexualidad. ¡SEN-SA-CI-O-NAL! Libertad de expresión para mí -toda- pero también para mí la decisión sobre qué pueden decir o no los otros y donde ponemos la línea hasta donde se puede hacer humor y sobre qué. Ah, por cierto, y en el caso que nos ocupa, y como tuiteó el propio señor Boira en su cuenta de Twitter, fue "una meada fuera de tiesto" monumental porque "la exconcejala no se enteró de nada y me censuró un monólogo por ofensivo hacia el colectivo LGBTI+ y machista... precisamente un monólogo que forma parte de un espectáculo reivindicativo en favor de estos colectivos y que se ha representado por toda España patrocinado y amparado por organizaciones y colectivos LGBTI+. Hay activistas que, con sus acciones, perjudican más que benefician la causa que dicen/creen defender".

O sea, estalinista -muuucho-, pero -sobre todo- muy ignorante. Y tan de izquierdas como VOX de Toledo.