Conferencia de Oriol Junqueras en el Sant Jordi Club de BCN, que no es el Club Sant Jordi. Uno, el lugar donde hoy hemos estado, es el pabellón anexo al Palau Sant Jordi. El otro es donde nuestros mayores van a pasar el día.

En la entrada, cacheo individual y prohibición de entrar latas y botellas.

En la sala había exactamente 2.643 sillas. ¿Por qué esta cifra? Uno de los miembros de la organización me ha dicho, en tono de cachondeo, que era para tener unas cuantas sillas más que las que tenía La Crida el sábado en el Forum. Teniendo en cuenta la unidad tan unida de todos juntos, no me extrañaría que el cachondeo no fuera tanto. Aforo lleno y ninguna silla vacía.

A parte del todo Esquerra, presencia de invitados de otros partidos. Le hago la lista: Eduard Pujol, Carles Riera, Elisenda Alamany y Joan Josep Nuet. También ha destacado la presencia de Antonio Baños y la reaparición de un viejo rokero: ¡JOAN PUIGCERCÓS! El acto ha empezado con el saludo de Marta Rovira vía vídeo. La número dos del partido ha explicado cómo conoció a Junqueras y cómo empezaron a trabajar juntos. Y mientras la oía pensaba en cómo se nos ha hecho natural que varios políticos catalanes se nos dirijan a través del vídeo y cómo hemos acabado haciendo anormalmente habitual lo que no lo es.

Durante el acto han hablado, por orden de aparición, Roger Torrent, Pere Aragonès, la escritora Empar Moliner, la diputada en el parlamento Najat Driouech, el exdiputado Joan Ignasi Elena, el candidato a la alcaldía de BCN Ernest Maragall y Diana Riba, mujer de Raül Romeva y candidata a las europeas.

A las 19.55 h ha parecido Junqueras en persona. Pero a través de un holograma. O de realidad aumentada, como me ha explicado uno que sabía de qué iba la cosa. En la imagen, Junqueras caminaba mientras aplaudía al público. Y no he podido evitar pensar cómo será el día que esta imagen sea real, de carne y hueso, y no virtual.

Mientras oíamos sus primeras palabras en una voz que no era la suya, pero que era de un Junqueras, concretamente de su hermano, por las dos inmensas pantallas laterales, íbamos viendo fotos de los presos políticos y los exiliados.

Cada vez que la gente aplaudía, se encendían las luces de una sala que ha seguido el acto a oscuras. Algunos de los fragmentos leídos por las personas mencionadas anteriormente tenían el apoyo visual por pantalla del texto manuscrito por Junqueras desde la cárcel.

A lado y lado del escenario, dos paneles con dos fotos del conferenciante. Pero su imagen estaba recortada y lo que tendría que ser él era una silueta blanca que quedaba ausente del momento en el que fue captado aquel instante. La de la izquierda era de él empujando un cochecito de niño justo en el momento en que se cruzaba con una mujer con hiyab. La foto de la derecha era él dando una clase. Y la imagen me sonaba. Mucho. Claro, porque yo aquel día estaba allí. Fue el 27 de marzo del 2017 en un instituto de Sant Esteve Sesrovires. Aquel día, una vez acabada la clase, hubo foto conjunta en la pista deportiva. En pleno trabajo de situación de todo el mundo, oímos el pitido de un tren. La reacción de Junqueras fue darse la vuelta y, señalando el lugar de donde venía el sonido, explicarles a los chiquillos: "Detrás de aquel talud está mi pueblo, Sant Vicenç dels Horts". Y a continuación les dio otra clase sobre qué era Sant Vicenç.

Pero volvamos a la conferencia que nos ocupaba. Si quiere saber el contenido, tiene dos opciones: 1/ la crónica que Carlota Camps ha hecho para El Nacional (y allí, por cierto, verá la foto del holograma) y 2/ verlo entero en este enlace:

La conferencia ha acabado a las 21.01 h, una hora treinta y dos minutos y cuarenta y seis segundos después de su inicio, y con gritos de "libertad" que han cambiado a los clásicos y hoy recuperados de "in, inde, indepèndencia". Entonces la cúpula del partido que no está en prisión o en el exilio ha subido al escenario y Junqueras ha vuelto a aparecer, esta vez en medio de todos ellos. Cuando ha acabado el saludo, el público, espontáneamente, ha cantado Els segadors.

Hoy los periodistas nos hemos podido llevar la acreditación y el cordelito para colgártela, que por cierto era de color azul. Para la colección. El sábado, en el acto fundacional de La Crida, tenías que devolver el plástico dentro del cual estaba la acreditación y el cordelito, que era amarillo.

Eso confirma que no existe unidad. Cuando menos de criterio acreditativo. Unidad, por cierto, una palabra que no he oído en todo el acto.