Ha pasado esta mañana cerca de casa. Delante de mí, a unos 10 metros, caminaba una pareja de unos 70 años largos. Bastante endomingados. Iban cogidos de la mano y se hacían mimos. Me han llamado la atención porque desprendían la ilusión de dos adolescentes. Y he pensado: "mira, qué bonito es el amor".

Por una esquina han aparecido dos chicas de unos veintipocos años, también cogidas de la mano que iban charlando animadamente de sus cosas. Las dos parejas se han cruzado y se han mirado. Las chicas han pasado calle abajo y la pareja mayor ha caminado unos pasos más hasta que se ha detenido, cosa que me ha permitido situarme a su altura y oír brevemente su conversación. Mientras los adelantaba, ella le estaba diciendo a él: "No digas eso. No seas racista" (sic). Y él, girado en dirección a las chicas que habían seguido andando y que ya estaban a una distancia, le respondía: "¡Qué "desperdicio!", como diciendo una cosa parecida a "habiendo hombres..."). Y entonces ella le ha contestado: "Si se aman, a ti qué te importa. Cómo eres". Y he considerado que era una escena sensacional.

Sí, porque me ha parecido que los reproches de ella estaban hechos desde la incomprensión amable de cuando a tu pareja se lo criticas todo pero se lo perdonas. Los hacía desde el descubrimiento mutuo de una opinión desconocida, cosa que me ha hecho imaginar cuál era la realidad de aquella relación. Y como nuestro señor me ha dado una capacidad infinita de error, seguro que no es como yo la pienso, pero suponer es gratis.

Por lo tanto, un servidor ha imaginado que los signos de amor adolescente de aquella pareja y la novedad que les representaba compartir la situación vivida quería decir que eran pareja desde hacía poco. Y he pensado que tampoco hace tanto tiempo que la sociedad asume como "normales" manifestaciones públicas de amor entre dos personas de una cierta edad. De hecho no hace mucho no estaba bien visto ni por las propias personas de una cierta edad. Cuando nuestros abuelos se quedaban viudos, no se planteaban la posibilidad de rehacer su vida y se resignaban a esperar la muerte sentados y en medio de una terrible soledad emocional.

Me aventuro a manifestar que es posible que si este señor hubiera visto hace años una pareja de su actual edad manifestando en público signos de afecto y cariños diversos, tal como él los manifestaba hoy, se habría girado y habría exclamado: "Dónde vais a vuestra edad. ¡Degenerados!". Pues bien, ahora él protagoniza con total naturalidad lo que quizás entonces habría censurado y muestra rechazo por manifestaciones de amor que cada vez están más asumidas por más gente como él.

O sea, sin él saberlo, el hombre que caminaba delante de mí ha demostrado que, afortunadamente, la rueda gira en positivo. Le falta mucho para girar redonda del todo, pero manifiesta maneras. Falta, sí, pero estamos yendo para allá. Las sociedades cambian lentamente y el señor de hoy es el ejemplo. ¿Tendrían que ir un poquito más rapiditas? Evidente, pero déjeme que hoy sea optimista. Quizás por aquello de la verbena, la manifestación más plena de verano y más mediterránea de nuestra cultura, aceite de oliva y berenjenas aparte.