Hace unos días fui a Madrid. En AVE. No me pidieron ningún tipo de papel. Ni en Sants ni en Atocha. Ni yendo ni volviendo. La única diferencia con "antes" fue que ahora el bar del tren está cerrado y los famosos auriculares te los dan en el momento de validarte el billete. Ah, y podría haber ido acompañado de un grupo burbuja tamaño Orfeón Burgalés+Filarmónica de Viena y no habría pasado nada. Servidor de usted fue por trabajo, en Telemadrid otras personas explican sus propios motivos para ir. Y son un pelo diferentes:

¿Y una vez en Madrid, qué? ¿Qué hacemos? Enrique G. Pozo, editor del matinal del fin de semana de la SER, ha colgado este vídeo:

"Madrid, capital del turismo europeo". Justamente cuando no hay turismo porque la humanidad ha decidido que, por el bien de la salud de los habitantes de la Tierra, no haya. Pero ellos, alegría. Mucha. ¿Y quien es responsable? Según dicen en twitter, que todo el mundo sabe que es donde están los expertos de verdad, la culpa es el gobierno central. Porque es de quien dependen los aeropuertos y las estaciones. Bien, eso según los defensores de Díaz Ayuso, que curiosamente culpan los rivales políticos de que suceda lo que promueve el gobierno regional. Según los defensores del Gobierno central, lógicamente la culpa es de Díaz Ayuso. El caso es que como se ve en el vídeo, la policía está por otro trabajo y no para controlar el descontrol.

Y mientras unos y otros se pasan las culpas, Madrid se ha convertido en el paraíso del haga lo que le salga del cuajo. Y no hay que ser demasiado espabilado para deducir que si va llegando y marchándose gente de otros lugares y mientras corre por allí de mascarilla poca, lo más probable es que haya mucha más transmisión del virus que si hubiera una cierta contención. Pero oiga, no pasa nada. Al contrario. El mensaje que envían es, y en plena precampaña electoral todavía más: "somos el paraíso de la libertad. Frente los amargados que te quieren impedir vivir porque pretenden controlarte, nosotros somos la luz". Pero es lo más bestia es que, o bien las cifras les dan la razón o bien las cifras de Madrid no son ciertas.

Hace meses que en la capital del estado, aparte del relajamiento evidente existente en la vía pública, puedes salir a cena hasta las 11 de la noche y hay discotecas abiertas. Y allí ni mascarillas ni hostias. Y, poco más o menos, están como nosotros. Con la diferencia de que aquí a las cinco de la tarde ya no podemos ir a tomar ni una gaseosa y que hasta hace una semana, los sábados lo teníamos todo cerrado y no podíamos ir a la comarca vecina. Y cuando ves eso no puedes evitar pensar: "¿Quiere decir que aquí no hay alguien que está haciendo el primo? ¿La irresponsabilidad tiene premio"?. Pero lo más desconcertante es que nadie hace nada. Ni para evitar estas situaciones ni para acelerar la vacunación.

Tengo la sensación de que nadie toma decisiones. Durante un tiempo esto lo conducía un mono con una sobredosis de aromas de Montserrat caducadas y ahora al volante no hay nadie. Cuando las cifras nos avisan que, ojo, que empezamos a volver a ir por el precipicio, en Madrid hacen ostentación de la fiesta descontrolada y la muestran en su cadena pública de TV. Y, mientras, el Gobierno más de izquierdas de la historia mundial ha decidido que, a pesar de las pocas vacunas existentes, las de AstraZeneca volverán a pínchalas el miércoles. Que, se ve que no tenemos prisa. Y yo pregunto, ¿?cuántas vidas se podrían haber salvado si hubieran recomenzado a vacunar el viernes pasado?

Pero, a ver una cosa... ¿aquí alguien piensa? Y otra cosa, ¿todo esto a alguien le pasará alguna factura política o a la gente ya le va bien?