Y hoy, niños, niñas y niñis, tralará, tralará, una bonita historia que demuestra, básicamente, dos cosas: 1/ el poco valor que tiene el dinero, sobre todo, cuando es de los otros y 2/ la poca responsabilidad que tiene según quien cuando sucede según qué.

El diario ABC de Sevilla explica el que denominaremos Caso Agujero Perdido. Consiste en que el gobierno de Rodríguez Zapatero, también conocido como ZT (Zapatero Talante), aprobó el año 2009 construir la SE-40, una autovía de circunvalación del área metropolitana de Sevilla. El proyecto preveía hacerla pasar por debajo del río Guadalquivir y a tal efecto diseñaron una tuneladora específica para aquella obra y que, por lo tanto, nunca más podría ser usada en ningún otro lugar. ¿Coste de la máquina? Treinta y siete millones de euros. ¿Problema? Bien, aparte de que es cuestionable gastarse esta cantidad de dinero en una cosa imposible de reutilizar, apunte: enseguida se duplicó el presupuesto inicial de la obra que era de 500 millones, aparecieron problemas técnicos relacionados con la ejecución y llegó la crisis. Adiós a la SE-40, sí, pero hola a la tuneladora, porque la máquina ya estaba construida y entregada. Y la tenían allí. O sea, 37 millones de euros gastados en una cosa de dos mil doscientas toneladas de peso que nunca se ha utilizado porque formaba parte de un proyecto que era tan imposible como inviable. Pero no se vaya aunque ahora viene lo mejor.

"¿Y ahora qué narices hacemos con este trasto inútil?", debió preguntar alguien. "¿Pues quizás que la guardemos en alguna parte, no?", le debió responder alguien más. Total, que para que no se estropeara, durante 10 años la han tenido protegida en una carpa especial donde, gracias al aire acondicionado, ha estado a una temperatura estable las veinticuatro horas del día. ¿Coste anual de la cosa, contando luz, mantenimiento general, servicio de vigilancia y alquiler de los terrenos? Sólo un millón cuatrocientos mil euros. ¿Hacemos los números totales?

Son treinta y siete millones de la máquina inservible, más el millón cuatrocientos mil durante los 10 años que la han tenido allí al fresquito que son catorce millones más y nos sale la bonita cifra total de... CINCUENTA Y UN MILLONES DE EUROS lanzados en la basura. Por suerte, se ve que recuperaremos alguno, porque alguien de Ministeri de Transporte le ha dicho a la UTE a quien le adjudicaron aquellas obras que nunca fueron que deje libres los terrenos y que a tomar viento la tuneladora. Desconozco si la han puesto en wallapop o en tinder, el caso es que han recibido dos ofertas apasionantes. La una es de una empresa italiana de construcción que ofrece 1,89 millones. Y la otra, que es la mejor desde el punto de vista de darle a la historia un final a la altura, es la de un chatarrero de Málaga que está dispuesto a pagar un millón seiscientos.

Y eso sucede en un país donde el Tribunal del Pero que Me Cuentas va por el mundo arruinando a según qué gente a base de usar unas pruebas que se sostienen menos que comer bocadillos de chicharrones durante un régimen para perder peso. Y es el lugar donde, en cambio, hemos visto construir un montón de proyectos pagados con dinero público y que tenían una rentabilidad económica y social más que dudosa. Y sí, hablo de los AVE que no van a ningún sitio y no viaja nadie, de las absurdas autopistas de peaje rescatadas, de los aeropuertos que ahora no sirven ni para que paseen las cabras, de piscinas olímpicas y pabellones deportivos para seis mil espectadores en pueblos de mil quinientas personas, de auditorios incomprensibles que nunca han acogido nada, etc, etc, etc. Y sucede, sobre todo, en el lugar donde nunca pasa nada. Sobre todo a algunos. 

Un país donde sobra tanto el dinero que nunca se piden responsabilidades ni nadie va a la cárcel por dilapidar el dinero público. Donde el del proyecto de la tuneladora está en su casa tan contento. Donde la justicia es igual para todo el mundo, sobre todo si te la aplican en la Gran Bretaña. O en Bélgica.