Ya lo he escrito hace unas horas: el segundo "no" de los diez diputados de la CUP al candidato de Junts pel Sí a la presidencia de la Generalitat ha causado una profunda irritación entre sus 62 diputados pero en cambio la sensación ambiental es que no está tan lejos un acuerdo de las dos formaciones para la investidura. Puede sonar contradictorio pero quizás no lo sea tanto. La CUP necesitaba completar las dos primeras investiduras siendo absolutamente fiel a su compromiso de no votar a Artur Mas. Ya han llevado la investidura del president a una situación inédita en los más de 35 años del Parlament restaurado. Sin embargo, en las últimas horas, Mas se ha acercado a sus propuestas de presidencia coral y examen de la Cámara catalana sobre el cumplimiento de los acuerdos en el mes de julio, mediante una moción de confianza. La CUP lo ha valorado de manera positiva pero insuficiente.

Las cartas siguen encima de la mesa. Mas no está muerto (desde el 2012 se repite esta cantinela y la lista de sus adversarios caídos no cabría en este artículo) aunque la negociación no le está saliendo gratis y mucho convergente de toda la vida está algo más que nervioso. Aunque no hay una espada de Damocles inmediata en el calendario, esta situación no da margen más allá de dos o tres semanas.

Entre otras cosas, porque los hombres de negro del Tribunal Constitucional (en este caso, los secretarios judiciales del TSJC) ya han entregado a 21 autoridades catalanas citadas explícitamente en el texto del acuerdo de los magistrados el apercibimiento de que la resolución que aprobó el lunes el Parlament está suspendida. Y que está terminantemente prohibido activar ningún proceso administrativo para ejecutarla. La notificación recae sobre los principales responsables del Parlament y de la Generalitat con el advertimiento de incurrir en un delito penal y la inmediata inhabilitación en sus funciones. Así, no parece razonable que se mantenga por mucho tiempo un gobierno en funciones en una situación de crisis institucional tan grave que incluso ha forzado la intervención pública del rey Felipe VI asegurando que "la Constitución prevalecerá, que nadie lo dude".

Todas las piezas del complicado puzle catalán empiezan a estar sobre la mesa. Mientras, medios internacionales como el Financial Times o la agencia Bloomberg critican la resolución del Parlament, pero también piden al Estado español que pacte un referéndum sobre la independencia. Auténtica piedra angular que permitiría dilucidar en las urnas la voluntad mayoritaria de los catalanes.