El modelo productivo catalán tiene una característica muy interesante, que le confiere una gran solidez y capacidad de superación de las crisis: su gran diversificación sectorial, con una presencia de industria todavía muy considerable, por lo que son los estándares europeos. Sin embargo, es cada vez más notorio y extendido que un sector en concreto, el turismo, está sobredimensionado. Y en particular el turismo de masas, un tipo de turismo en el que tenemos una notable especialización.

Según las estimaciones oficiales, este sector representa ni más ni menos que el 12% del PIB catalán, incluyendo los conceptos alojamiento, restauración, transporte de pasajeros, actividades recreativas y otras relacionadas. Con datos de la Generalitat recogidos en su "Balanç turístic anual 2023", la media anual de ocupados en el sector se cifró en 475.200 personas, eso es un 13% del total de empleo, un 82% de los cuales son asalariados y el 18% restante, autónomos.

Catalunya está recuperando prácticamente todos los niveles de actividad que se habían alcanzado en 2019, el último año normal previo a la pandemia. En 2023, las 500.000 plazas disponibles en el sector alojaron a 27 millones de viajeros, con 86 millones de pernoctaciones. Los aeropuertos gestionaron el tráfico de 19,4 millones de pasajeros de vuelos internacionales, 18,2 millones de los cuales con Catalunya como primer destino. Su gasto total fue de 21.200 millones de euros. También se recibieron 6,4 millones de viajeros de turismo proveniente del resto del Estado, con un gasto de 2.700 millones de euros.

Tanto lo que llevamos de 2024, como las previsiones para el resto del año, indican que el sector alcanzará récords, y que se dejará atrás el mejor año, que fue 2019. CaixaBank Research estima que el PIB turístico español (transportable al catalán) será un 7% superior al de ese año en términos reales (filtradas las variaciones de precios); y que la llegada de turistas internacionales crecerá un 3,8% con respecto a 2023.

En algunos círculos empresariales se está pensando que el sector quizás haya crecido demasiado

De hecho, en lo que va de año, ya se pueden destacar algunos valores registrados y reales que señalan hacia donde se orienta el año (entre paréntesis, la fuente):

  • En el primer trimestre, el número de turistas extranjeros que han llegado a Catalunya ha sido por término medio mensual un 9,3% superior al del mismo periodo de 2019; el gasto que han hecho estos visitantes, un 8,4% superior (Idescat). Otra fuente fiable (CaixaBank) cifra el aumento medio de gasto en Catalunya entre enero y abril en el 11,8% con respecto al mismo periodo de 2023.
  • En la ciudad de Barcelona, las variaciones interanuales del primer trimestre registran unos crecimientos medios altísimos con respecto a 2023: 7,7% más de turistas, 8,7% más de pernoctaciones, 10,6% más de pasajeros en El Prat y 7,3% más de pasajeros en cruceros (Observatori del Turisme de Barcelona).
  • Los ocupados en el sector durante el primer trimestre de este año han sido 538.000 personas, 63.000 más que la media de 2023, lo que supone el 14,2% de la ocupación total del país (Departament d’Empresa i Treball).

Hace pocos días, el teniente de alcalde de Economia del Ayuntamiento de Barcelona declaraba, literalmente, que si el turismo no se regula nos haremos daño entre todos. También en algunos círculos empresariales se está pensando que el sector quizás haya crecido demasiado.

Son conocidos los efectos que la saturación turística tiene sobre la calidad de vida de los residentes estables, sobre el transporte público, sobre la limpieza, la convivencia, etcétera. Además de esto, se da el caso de que uno de los principales argumentos para defender más crecimiento turístico, la creación de puestos de trabajo, choca con la realidad. El sector no encuentra gente para trabajar, por eso en el epígrafe de Hostelería de la Seguridad Social —que en Catalunya tiene registrados más de 300.000 afiliados— un 36% son extranjeros. Entre otras cosas, debido a los bajos salarios: el coste salarial ordinario por trabajador en el 4.º trimestre de 2023 fue de 1.589 € mensuales, un 23% menos que el del conjunto catalán.

En este contexto, somos muchos los que pensamos que hace falta una reflexión política estratégica sobre el turismo de masas antes de decidir si dar luz verde a proyectos que se encuentran en la parrilla de salida, como la ampliación del aeropuerto de El Prat propuesta por Aena y el Hard Rock. El primero haría crecer todavía más la afluencia de vuelos low cost (que ya representan más de dos terceras partes del total) y el segundo atraería turismo de juego y todo lo que este lleva asociado. Tanto uno como otro proyecto están bien alineados con el turismo de masas.

Sean estos o sean otros proyectos que puedan llegar en el futuro, Catalunya debería pensar si el de masas es el tipo de turismo en el que nos conviene profundizar, porque corremos el riesgo de pillar un empacho de difícil digestión.