Hoy quiero hablaros de una de las hipocresías más flagrantes de Pedro Sánchez. Y mira que tiene donde elegir, pero esta es especialmente sangrante porque nos toca el bolsillo y el futuro de todos.
El 13 de febrero de 2019, el Congreso de los Diputados rechazó los presupuestos generales del Estado que había presentado Pedro Sánchez. Ciento noventa y un votos en contra. Los independentistas catalanes se aliaron con PP y Ciudadanos para tumbarlos. ¿Y qué hizo Sánchez? Dimitir. Bueno, mejor dicho: convocar elecciones anticipadas para el 28 de abril de ese mismo año.
¿Sabéis qué dijo entonces? Y cito textualmente: “Un gobierno sin presupuestos es un gobierno que no gobierna nada”. También soltó esta perla: “Un gobierno sin presupuestos es tan útil como un coche sin gasolina”. Y remató: “Si no llegamos a acordar los presupuestos, mi vocación de llegar hasta el final de la legislatura se ve cortada”.
Palabras claras, ¿verdad? Sin presupuestos, no hay gobierno. Sin presupuestos, hay que convocar elecciones. Eso decía Sánchez en 2019.
Pero ahora estamos en octubre de 2025. Y os voy a dar un dato escalofriante: España lleva dos años consecutivos con los presupuestos de 2023 prorrogados. Dos años. Los últimos presupuestos que se aprobaron en este país llevan la fecha del 24 de noviembre de 2022. Hace casi tres años.
Para que lo entendáis bien: en 2024, Sánchez prorrogó las cuentas de 2023. Y en 2025, volvió a prorrogarlas. Y ahora, en octubre de 2025, no hay ni rastro de los presupuestos para 2026. El plazo legal venció el 30 de septiembre. Ya estamos en la tercera semana de octubre y nada.
Hagamos números. Desde que Pedro Sánchez llegó a la Moncloa en junio de 2018, ha gobernado durante siete años. De esos siete años, solo ha conseguido aprobar presupuestos propios en tres: 2021, 2022 y 2023. Los otros cuatro años ha gobernado con presupuestos prorrogados o heredados de Rajoy.
Y aquí viene lo mejor: ¿recordáis lo que le exigía Sánchez a Mariano Rajoy cuando estaba en la oposición? Entre el 17 de febrero y el 6 de marzo de 2018, Sánchez reclamó a Rajoy que convocara elecciones hasta en diez ocasiones porque no tenía presupuestos. Diez veces en menos de veinte días. “¿Es este el gobierno que necesita nuestro país?”, se preguntaba Sánchez en un mitin en Bilbao.
Pues bien, ese mismo Sánchez ahora nos dice, con toda la cara del mundo, que “los presupuestos de 2023 siguen funcionando” y que “con ellos se puede cumplir con la agenda social y vehicular los fondos europeos”. O sea, que los presupuestos son imprescindibles… pero solo cuando los tiene que aprobar otro.
Y atención, porque hay más. ¿Por qué no consigue Sánchez aprobar presupuestos? Porque Junts le bloquea sistemáticamente. En julio de 2024, Junts votó en contra del objetivo de déficit, el primer paso para tramitar las cuentas. En septiembre de 2024, volvió a bloquearlo. Y este año, en octubre de 2025, Junts ha dejado claro que no hay presupuestos sin cumplimientos: amnistía real, oficialidad del catalán en Europa, transferencia de inmigración. Exigencias que el PSOE firmó y que no cumple.
Pero lo más sangrante es la comparación con Catalunya. Pere Aragonès, expresident de la Generalitat, lo dijo clarísimo en un artículo publicado esta misma semana en ElNacional.cat: “Sin presupuestos, gobernar se convierte en un ejercicio de supervivencia más que de transformación”. Y cuando Aragonès no pudo aprobar sus presupuestos en 2024, ¿sabéis qué hizo? Convocar elecciones. Dimitir. Lo mismo que hizo Sánchez en 2019.
Pero claro, Aragonès era independentista. Y Sánchez es… Sánchez. Con sus propias reglas. Una para exigir a los demás, otra para gobernarse él mismo.
Mientras tanto, ¿qué pasa en España? Pues que llevamos dos años con las partidas presupuestarias congeladas de 2023. Que no se pueden iniciar nuevas inversiones. Que no se pueden lanzar nuevas políticas sociales. Que todo se ralentiza, se burocratiza, se enquista. Porque gobernar con prórroga presupuestaria es como intentar conducir un coche mirando por el retrovisor: puedes mantenerlo en marcha, pero no puedes cambiar de dirección.
Y el Partido Popular ya ha anunciado que llevará al gobierno al Tribunal Constitucional por incumplir su obligación de presentar presupuestos por tercer año consecutivo. Porque no presentar presupuestos no es solo una debilidad política: es una vulneración del mandato constitucional.
Así que ahí tenéis la gran mentira de Pedro Sánchez: “Sin presupuestos no se puede gobernar”… pero solo cuando gobierna otro. Cuando gobierna él, se puede gobernar sin presupuestos durante dos años. O tres. O los que hagan falta para mantenerse en la Moncloa.
Porque al final, de eso se trata. No de gobernar. Si no de sobrevivir.