Para simplificar, en política se suele hablar de derechas y de izquierdas. Dentro de unas y otras hay varias familias, algunas incluso fronterizas. Esta dicotomía nos hace olvidar muchas veces una familia a la derecha de la derecha, fuente de la que bebe la extrema derecha, que son los reaccionarios.

Erróneamente, se considera demasiadas veces a la derecha, es decir, a los conservadores, como inmovilistas y defensores a ultranza de la tradición, la impuesta por ellos. Los conservadores son progresistas que se despiertan (mucho) más tarde y se acaban subiendo varias estaciones más allá al tren del progreso.

Los reaccionarios, en cambio, son los paladines del inmovilismo. Si fuera por ellos, la rueda todavía no existiría: el movimiento les da pavor. Son la gente de bien, aquella que, con el furor del cruzado, Feijóo exige que no se moleste.

Son la gente que no quiere el aborto. Después de recurrir la ley de 2010 —recientemente avalada por el TC—, veremos ahora qué hace el PP con la restauración del consentimiento de las mujeres entre 16 y 18 años y la supresión del paternalista y patriarcal periodo de reflexión. Veremos qué hará con la ley trans. Como si abortar o identificarse con el propio sexo fuera un divertimiento de fin de semana.

Nada como el statu quo, siempre que ellos, la gente de bien, siga manejando el tinglado; si no, tampoco

Ya hemos visto que, salvo el primer estado de alarma, no votaron ninguno más a favor y utilizaron Madrid como punta de lanza de, según ellos, la libertad. Ya hemos visto cómo han votado en contra de las medidas económicas, en especial las que tienen como objetivo hacer la vida un tanto más fácil a los más desfavorecidos.

La gente de bien es la que tiene derecho a beber cuando le plazca sin que nadie le pueda decir que al volante no se puede beber. ¡Viva el vino!, gritaba el otro reaccionario. O que tienen entre su personal a un ángel aparcador. Esta es la gente de bien a la cual no se puede molestar. Para ellos las mudanzas son cosa del demonio. Vade retro! Nada, pues, como el statu quo, siempre que ellos, la gente de bien, siga manejando el tinglado; si no, tampoco. La gente de bien son ellos: los reaccionarios, los inmovilistas; no los conservadores.

Una prueba de fuego, una más, de lo que es y cómo es la gente de bien la tendremos muy pronto. En efecto, la estrafalaria moción de censura, destinada al fracaso y que será el hazmerreír del hemicirco, será respondida por su auténtico destinatario, Feijóo, con la abstención. Contrariamente a la energía de su predecesor, Casado, que puso toda la carne en el asador para oponerse a la anterior moción, también de la extrema derecha; ahora, el reaccionario, disfrazado —todo el año es carnaval— de moderado centrista, Feijóo solo se abstendrá: no votará en contra.

¿Será, apropiándose de la expresión, una abstención crítica? No. Será la respuesta reaccionaria de quien llegó al poder de su partido —recordemos, antisistema— gracias a la traición de los fieles a su predecesor. ¿La causa? Haber denunciado un presunto caso de corrupción que, desde entonces, está judicializado y no para de hacerse más grande cada día que pasa.

Esta es la gente de bien: la que prefiere la corrupción a la decencia. ¿Y todavía se les denomina conservadores?