No hay nada más desconcertante que lo que nos tiene que proteger se vuelva contra nosotros y nos ataque. Eso es lo que sucede con las enfermedades autoinmunitarias. Nuestro sistema inmunitario, potente y bien preparado para hacer frente a infecciones de agentes externos, sin saber exactamente cómo, se descontrola, reconoce proteínas que son nuestras como si fueran extrañas, y ataca las células que producen estas proteínas como si fueran invasoras.

La lista de enfermedades autoinmunitarias es cada vez más larga: artritis reumatoide, psoriasis, lupus, asma, enfermedad de Crohn, esclerosis múltiple... el tipo celular afectado es diferente en cada caso, pero en las enfermedades autoinmunitarias se produce una destrucción sistemática de este tejido, lo que implica una elevada disminución de la calidad de vida, y en las enfermedades más graves, acaban comportando la muerte. La pregunta que todos nos hacemos es: ¿cuál es la causa de estas enfermedades? La verdad es que la etiología es compleja. Sabemos que intervienen factores genéticos, sin duda, a pesar de todo, también hay factores ambientales que "disparan" la enfermedad, es decir, que la despiertan. Uno de los factores que pueden despertar las enfermedades autoinmunitarias son las infecciones víricas.

La primera pregunta que te hacen cuando te diagnostican una enfermedad autoinmunitaria es si has pasado una infección vírica hace poco, previamente a la aparición de los síntomas. Podría ser una gripe, por ejemplo. Y nos comentan que quizás esta infección ha actuado de detonante de la enfermedad. Esta pregunta, y todavía más la respuesta, nos puede sorprender. Muchas personas son infectadas por el virus de la gripe, pero, sin embargo, no todas estas personas sufren artritis reumatoide. Y todavía más: nosotros hemos sufrido previamente alguna gripe, y no se nos ha despertado" la artritis. A los humanos nos cuesta mucho entender los conceptos de causalidad, casualidad e incremento de riesgo. Nos da la impresión que si hay una causa de una enfermedad, la relación causa-enfermedad es única, exclusiva y biunívoca. Si hay un virus que tiene relación con una enfermedad, entonces todo el mundo que esté infectado la tiene que desarrollar. Y viceversa, también creemos que una pura casualidad es una causa. ¿Cuántas personas conocéis que tienen supersticiones, y siempre usan un boli determinado o van vestidos de una manera para tener "buena suerte", cuando realmente hablan de una casualidad puntual que no tiene ninguna relación con la realidad?

Os explico todo eso porque, ciertamente, la conjunción de determinadas variantes genéticas predisponen a sufrir enfermedades autoinmunitarias, pero para que se desarrollen necesitan un detonante externo en unas ciertas circunstancias concretas. Si no se dan todos los factores al mismo tiempo, no se producen, y se pueden mantener latentes.

Esta semana se acaba de publicar un artículo en Science, que claramente establece la relación causal entre el virus d'Epstein-Barr como detonante de la esclerosis múltiple. El virus d'Epstein-Barr causa la enfermedad denominada mononucleosis. Este virus es de la familia de los virus del herpes, y eso quiere decir que no se elimina del cuerpo, sino que queda latente, en este caso, en los linfocitos de tipo B. Mucha gente puede pasar esta enfermedad y la supera sin más problemas. Es diferente si la persona está inmunodeprimida; por ejemplo, muchas personas infectadas por el virus del sida murieron de complicaciones y neoplasias causadas por la infección del virus d'Epstein-Barr. Pues bien, en algunas personas (pero no en todas, porque depende de variantes genéticas de susceptibilidad), la infección con este virus puede ser el detonante de la esclerosis múltiple. La esclerosis múltiple es una enfermedad crónica inflamatoria desmielinitzante. La mielina es una vaina protectora de las neuronas y los nervios, de forma que si se destruye, estas neuronas dejan de transmitir la corriente eléctrica, no pueden ejercer su función y, finalmente, acaban muriendo. La esclerosis múltiple es una enfermedad autoinmunitaria porque es nuestro propio sistema inmunitario quien fabrica anticuerpos contra la mielina que recubre nuestras neuronas.

La esclerosis múltiple es una enfermedad autoinmunitaria porque es nuestro propio sistema inmunitario quien fabrica anticuerpos contra la mielina que recubre nuestras neuronas

¿Qué han demostrado estos investigadores? Que hay mucha gente que ha desarrollado esclerosis múltiple, que no lo habrían hecho si no hubieran sido infectados previamente por el virus d'Epstein-Barr, que hizo de detonante de la enfermedad. ¿Cómo lo han demostrado? Haciendo el estudio longitudinal de una situación natural, con individuos que no han sido infectados por este virus, pero que al cabo de un tiempo, de forma natural, algunos se infectan y otros no. ¿Y cuáles de estos grandes grupos estudiados después sufren esclerosis múltiple? Tenemos que tener en cuenta que la gran mayoría de personas nos infectamos de Epstein-Barr (cerca del 95% de los adultos), mientras que muy poca gente acaba sufriendo esclerosis múltiple. Por eso han necesitado hacer un estudio de muchísima gente durante mucho tiempo para poder demostrar su causalidad. Los investigadores han hecho el seguimiento de más de 10 millones de personas, militares de los Estados Unidos, durante 20 años (desde 1993 hasta 2013). En esta cohorte ham detectado 955 casos, y han comparado las muestras de suero sanguíneo en diferentes momentos. Los resultados demuestran que la infección previa con Epstein-Barr incrementa 32 veces la probabilidad de sufrir esclerosis múltiple con respecto a una persona cualquiera. Ninguna otra infección vírica tiene una relación detonante similar para la esclerosis múltiple; por lo tanto, no es una casualidad.

Una de las preguntas que os podéis hacer es la siguiente: ¿Cómo es que un virus que "vive" en los linfocitos B puede atacar las neuronas del sistema nervioso? Hay varias formas en que eso puede pasar, y os adjunto una imagen resumen de un artículo que comenta este estudio que os he contado. En la siguiente imagen se muestran 4 maneras diferentes como los virus (en este caso, el de Epstein-Barr) pueden hacer de "detonante" para una enfermedad autoinmunitaria: 1) algunos virus utilizan estrategias de mimetismo y codifican proteínas que se parecen mucho a proteínas del huésped, de forma que tendrían que pasar desapercibidas por nuestro sistema inmunitario, pero en algunas personas concretas justo pasa al revés, y el efecto es que se despierta la producción de anticuerpos contra los virus y al mismo tiempo contra estas proteínas similares del individuo; diríamos que pagan justos por pecadores; 2) los virus transforman los linfocitos B infectados, que ahora actuarán de forma descontrolada, produciendo anticuerpos para destruir células propias, como si los virus las volvieran "rebeldes antisistema"; 3) provocando que algunos de estos linfocitos infectados se salten la barrera hematoencefàlica, y establezcan clones destructores de linfocitos B dentro del sistema nervioso, o 4) por otros mecanismos desconocidos.

A. Mastin, figura modificada

Imagen: A. Mastin, figura modificada de W. H. Robinson, L. Steinman, Science 10.1126/science.abm7930 (2022)

¿Y ahora qué, me preguntaréis? Pues ahora, si ya estamos seguros de cuál es el detonante, podemos diseñar estrategias más eficientes para evitar o bien el inicio de la enfermedad o bien la progresión cuando se detecta inicialmente. No podemos cambiar nuestra genética, todavía, pero de momento sí que podemos interferir con los mecanismos que utilizan los virus "detonantes" de esta enfermedad. Ya están en ensayos algunas estrategias terapéuticas en este sentido. Así que no os pensáis que las infecciones víricas se pasan y ya está. Después de un día viene otro. Algunos de nosotros pagaremos un peaje alto, más adelante.