Este podría ser el título de uno de los volúmenes de "Los Tres Investigadores", una colección de libros de intriga que me gustaba mucho cuando era adolescente, pero no es el caso. Este es el nombre que los locales de una zona del Himalaya le dan al lago Roopkund. Este lago, situado a más de 5000 metros de altitud es pequeño y redondo, rodeado de fuertes pendientes. De unos 40 metros de diámetro, está helado la mayor parte del año, pero cuando se deshiela, la orilla queda tapizada de centenares de huesos humanos; no se distinguen esqueletos enteros, sólo huesos desmembrados, algunos todavía con fragmentos de carne y tejido, conservados en el tiempo por el frío. ¿Qué historia se esconde detrás de estos restos humanos? El lago se encuentra dentro de una ruta de peregrinaje al santuario de la diosa de la montaña, Nanda Devi, y las leyendas del lugar dicen que se trata de una abundosa comitiva real que acompañaba a un rey y una reina en el santuario, pero que fueron castigados con la muerte por una diosa enojada por su comportamiento irrespetuoso. O quizás son los restos de una multitud de peregrinos que fueron sorprendidos por el mal tiempo, muy frecuente en aquella región, y se precipitaron pendiente abajo hasta ahogarse en el lago, o quizás murieron a causa de una epidemia infecciosa y el resto de la expedición los "enterró" tirándolos dentro del lago. ¿Qué explicación podemos dar a los huesos que el lago deposita en la orilla año tras año?

Roopkund

Visión del lago Roopkund en el Himalaya, a 5.000 metros de altitud, rodeado de escarpadas pendientes, donde cada año el deshielo lleva centenares de huesos humanos a la orilla (imágenes extraídas del artículo publicado por Harney et al. Nature Communications 2019, doi:10.1038/s41467-019-11357-9)

Científicos de la India, los Estados Unidos y Alemania acaban de publicar un trabajo de colaboración en que han analizado restos de hasta 38 personas diferentes, desde el análisis genético y del estado de los huesos, a la detección de carbono radiactivo (antigüedad de los restos) y de isótopos estables para inferir la dieta. Las conclusiones a las cuales han llegado son, cuando menos, sorprendentes. Una verdadera historia de intriga. De las 38 personas diferentes que han identificado y analizado en detalle, 23 son hombres y 15 son mujeres, cosa que indica una relativa paridad. Curiosamente, no todas murieron y fueron a parar al lago en la misma época. La datación por radiocarbono indica que, como mínimo, hay dos grupos humanos que murieron por causas diferentes en dos épocas muy distantes, separadas un millar de años: un grupo más antiguo, de los alrededores del siglo VII-VIII de nuestra era, y un segundo grupo, más reciente, de hace unos 200 años. El análisis de su ADN también es todavía más sorprendente, ya que identifica tres grupos genéticos diferenciados: los individuos más antiguos tienen similitudes genéticas con las poblaciones actuales de la India, lo cual es esperable si se trataba de gente local o próxima geográficamente, en cambio, en el grupo de individuos analizados que murieron más recientemente, contienen información genética que los hace muy próximos a las poblaciones actuales del Mediterráneo (Creta, Grecia, Italia...), más un individuo con parentesco genético con las poblaciones de la costa oeste asiática (China o Malasia). Los análisis de isótopos estables muestran que la dieta de los dos grupos también es claramente diferente, y el grupo más reciente había sido alimentado con una dieta foránea (no coincide con un origen geográfico local, como si lo hace la dieta del grupo más antiguo). No hay ninguna evidencia genética que indique que las muestras procedan de familiares o personas relacionadas genéticamente (no coinciden ni su ADN mitocondrial ni el del cromosoma Y, tal como he explicado otras veces que se puede utilizar para encontrar parentescos genéticos por vía materna y paterna, respectivamente), por lo tanto, son personas que no tienen ningún parentesco evidente. Se calcula que puede haber restos de más de 500 individuos diferentes. ¿Cómo y por qué llegaron estas personas al lago? ¿Qué viaje, expedición, migración o peregrinaje les llevó a morir lejos de sus regiones? Es evidente que todavía no tenemos la respuesta, pero podemos empezar a olvidar algunas de las hipótesis sugeridas inicialmente a la vez que queda patente que este tipo de análisis genético y bioquímico permite proporcionar datos informativos en casos donde faltan otros tipos de registros arqueológicos o históricos que puedan ayudar a su comprensión.

A veces, la historia detrás de los entierros y restos humanos es igualmente interesante, pero un poco más fácil de inferir. Así pasó con los restos humanos que datan del siglo VII de nuestra era, enterrados en una zona de Alemania en lo que se considera uno de los entierros de los Alemanni (una tribu germánica) mejor conservados de la época medieval. Una de las preguntas que el análisis genético de los restos de los 13 humanos desenterrados han permitido responder es si la estructura familiar de la época estaba exclusivamente formada por personas relacionadas genéticamente (abuelos, padres, hijos, primos...) o también había incorporación de gente foránea, particularmente en sociedades guerreras, en las cuales había una historia subyacente de conquista de territorios y reclutamiento, forzado o no (secuestro, esclavización...). Los restos de los 13 individuos enterrados son todos de hombres (sexo masculino), contando a 10 adultos, dos niños y un bebé. Cinco de los individuos están claramente relacionados entre ellos con una relación que por la edad inferida por el grado de osificación, podría ser paterna-filial, y su ADN muestra similitudes con las poblaciones centroeuropeas actuales, pero al menos tres de los individuos tienen procedencia diferente, y su ADN indica una procedencia del Mediterráneo. Los datos conjuntos más el hecho de que en una misma tumba se encontraran individuos con ADN de diferente procedencia geográfica, indica que en la época merovingia, al menos dentro de las tribus germánicas, el término familia era una denominación grupal que incluía los vínculos genéticos pero también de camaradería, "gente de dentro y de fuera", incrementando la diversidad genética y cultural.

De estos estudios y de muchos otros, podemos concluir que la genética, la arqueología, y la historia pueden complementarse y trabajar conjuntamente para resolver muchas cuestiones, algunas muy relevantes para la historia humana, otras más pequeñas y anecdóticas. La historia humana está repleta de guerras, migraciones, mezcla genética, epidemias, extinciones... Y ganancias, pérdidas, divergencias y confluencias genéticas y culturales. Sólo una mirada interdisciplinaria y diversa puede dar una visión más profunda de nuestro pasado y de nuestra existencia actual.