El último viernes de septiembre se celebra la Noche Europea de la Ciencia. Esta semana, miles de actividades se han programado por toda Europa con el fin de que los científicos presentaran los resultados de su investigación al público general interesado. En nuestra casa, muchas universidades e instituciones de investigación se han implicado, como la Universidad de Barcelona (que ha programado Cafés científicos). Me gustaría pensar que algunos de vosotros, lectores, habéis venido a compartir algunos de esos ratos en algún local, pequeño o grande, con los científicos e investigadores que intentamos transmitir una cata de aquello que hacemos en los laboratorios y en nuestros departamentos.

También os tengo que admitir que, como científica, me satisface haceros partícipes de nuestra investigación. Como profesora, me reta explicaros en qué invertimos el tiempo en el laboratorio o en el escritorio delante del ordenador, analizando y escribiendo. Como persona, lo tengo que confesar, es algo que me da un poco de vértigo.

Querría que supierais que esta tarea de diseminación de conocimiento a la sociedad, a pesar de ser muy importante, es totalmente voluntaria. No siempre podemos tocar la tecla para atraer la atención de quien nos escucha, ni se nos ocurre como hacer fácil aquello que es complejo. Así que espero que nos miréis con buenos ojos si no conseguimos conectar del todo con vosotros. No somos perfectos, nadie lo es.

No sé si os habéis planteado alguna vez seriamente hablar en público. Yo ya os puedo decir que todos los públicos son exigentes en aspectos diferentes, y esta exigencia no depende ni se amortigua con la edad.En mi caso, ante cada charla, mil preguntas me vienen al cap. ¿Qué tengo que explicar? ¿Cuáles son los mensajes que quiero transmitir para que la gente se los lleve a casa? ¿Cuál es la mejor manera de llegar a las mentes y llamar a los corazones de quien me escucha? Porque ya nos podemos dejar de historias, al final, los humanos somos extremadamente sensibles a muchas señales subliminales y, finalmente, lo que aprendemos y lo que se nos queda grabado no tiene tanto que ver con la insistencia con la cual se nos habla, sino con la curiosidad que nos despierta y la satisfacción que nos genera saber algo más. Es una difícil combinación entre transmitir conocimiento, emocionar, y plantear nuevas preguntas y cuestiones.

No os penséis que una audiencia calificada de no especialista, es decir, cualquier persona de nuestra sociedad, es más fácil de convencer. En lo que concierne la ciencia, mi experiencia es que quien nos escucha suele ser crítico. Hay que desarrollar los argumentos científicos con el fin de apoyar y dar consistencia a nuestras afirmaciones. Un formato relativamente informal permite el intercambio y el debate de opiniones que, según mi opinión, suele ser muy enriquecedor porque nos saca de la zona de confort (colegas y otras personas afines de nuestro campo) y nos obliga a afilar la inteligencia para encontrar símiles y presentar argumentos bien hilados para fortalecer nuestra presentación.

Estoy contenta porque en dos días he participado en dos de estas charlas-café. Diferentes sitios, diferentes perfiles de audiencia, actividades igualmente satisfactorias. Como el viernes había convocada una huelga global para concienciar sobre la emergencia climática (un problema que nos afecta de lleno a todos), la Facultad de Biología decidió programar la actividad de la Noche europea de la ciencia el jueves, "Enfermedades Raras" y "Ciencia Ciudadana". Vino poca gente de fuera de la universidad, pero el bar estaba lleno de caras conocidas, de las que te cruzas cada día por los pasillos, compañeros de otros departamentos y algunos alumnos. La presión para hacerlo bien incrementó un poco. Incluso, alguien que asistió, escribió en las redes sociales: "Café en una mano y en la otra papel y bolígrafo...", una expresión amable y sugerente en un entorno relativamente reducido, que se puede contraponer a la conocida "Luz y taquígrafos..." que tanto se ha servido para exigir ser el foco de atención y de la prensa mediática.

¿Hemos cambiado de idea sobre la juventud y el envejecimiento durante la historia? ¿Qué hemos considerado ser "viejo" o "joven" en otras épocas? ¿Existen requerimientos nutritivos específicos en edades avanzadas? ¿Por qué hay personas que no presentan un declive cognitivo con la edad? ¿Podremos encontrar estrategias para detener el envejecimiento mental? ¿Estamos determinados genéticamente para envejecer y morir? ¿Hay diferencias de género con respecto al envejecimiento? Todas estas cuestiones se plantearon a la charla-café organizada por los institutos de investigación de la UB en el edificio histórico, en pleno centro de Barcelona. Estaba lleno de gente de la calle, café en mano y caras desconocidas. Un reto diferente, con un debate enriquecedor. Me quedo con la sensación de caras atentas y miradas con ganas de saber más.

Puestos a escoger, creo que prefiero el café y el boli a la luz y los taquígrafos.