El proceso que llevó a algunos lobos a convertirse en los amigos más fieles de los humanos, los perros, fue largo y complejo. Los perros fueron los primeros animales domesticados, mucho antes del Neolítico. De hecho, ya encontramos restos de su convivencia con humanos en excavaciones de la época paleolítica (hace unos 30.000 - 15.000 años). Parece que los humanos se valían del sentido del olor más fino de los perros, de su capacidad para guardar y defender el grupo ante enemigos y depredadores e, incluso, de su fuerza física para que los ayudaran a llevar peso o arrastrar trineos. La domesticación de los perros seguramente necesitó centenares o, incluso, miles de años. ¿Pero de dónde proceden los perros? ¿Cuál es su origen? ¿Son verdaderamente el resultado de un cruce entre lobos y chacales, tal como lo propuso el primo de Darwin, Galton, a finales del siglo XIX? El origen de los perros es muy controvertido, y casi todo el mundo que se dedica tiene preferencias para una teoría u otra. Las discusiones pueden ser encendidas, por ejemplo, hay quien defiende que hace falta analizar las ramas (razas) actuales de perros, mientras otros piensan que se tiene que hacer un análisis histórico a lo largo del tiempo, ya que creen que la historia actual no explica cómo el humano y el perro decidieron unir sus vidas, hacerse amigos y andar juntos.

Pues bien, hace dos años, el trabajo de muchos investigadores demostró, mediante estudios genéticos exhaustivos, que la domesticación sucedió al menos dos veces de forma independiente, durante el Paleolítico, a partir de poblaciones de lobos grises (perros y lobos grises comparten el 99,9% de su ADN): una vez en Asia Oriental y otra en Asia Occidental-Europa. En un trabajo de genética forense de cánidos (sí, se puede obtener y analizar el ADN de muchas especies fósiles y de animales muertos hace miles de años, igual que se hace con los restos humanos), estos investigadores analizaron y secuenciaron el ADN de los huesos de casi 60 perros que vivieron en varias épocas —entre ellos un perro del Neolítico de hace 5.000 años encontrado en una excavación de Irlanda—, y compararon estas secuencias de ADN con las obtenidas a partir de 700 perros actuales. Llegaron a la conclusión de que, cuando en el Neolítico los humanos migraron, se llevaron a sus propios perros; y que los perros actuales, en su mayoría, proceden de los perros que fueron domesticados en Asia oriental, los cuales acabaron sustituyendo a muchas de las razas de perros europeos del Paleolítico.

El genoma de los perros actuales procede, genéticamente, de dos domesticaciones independientes a partir de lobos grises

Otros investigadores previamente concluyeron que la gran mayoría de las ramas actuales de perros son muy "jóvenes" y fueron generadas por los humanos de forma dirigida, mediante cruce genético y selección de características concretas (como el tamaño corporal, el color y tipo del pelaje, la longitud de las patas...). Muchas de estas ramas que hoy día tenemos fueron generadas hace menos de 300 años, durante la época victoriana, mediante cruces dirigidos y selección artificial. Sin embargo, hay algunas pocas ramas muy antiguas, como ahora los chow-chow de China (unos 2.000 años con nosotros), u otros que han reincorporado genes de lobo a su genoma mediante cruces al azar no dirigidos (ya sabemos que lobos y perros pueden cruzarse y tener descendencia fértil, lo cual implica que son muy próximos genéticamente), como se concluye cuando se analiza el ADN de los huskies o los perros esquimales.

Ya veis que los perros, tanto por sus características exteriores como por su talante y comportamiento, siguen siendo sujeto de estudio de investigación y pueden ayudarnos a entender ciertas enfermedades humanas. Un artículo, apenas publicado la semana pasada, analiza la base genética de una característica del comportamiento de los perros que nos enamora, su elevadísima sociabilidad, esta capacidad de convertirse en nuestros amigos más incondicionales. Todos podemos dar ejemplos de como caímos "rendidos" ante la mirada amigable de nuestro perro. ¿Cómo se define la hipersociabilidad de los perros? Pues, como un fenotipo complejo, en el que intervienen varios rasgos comportamentales, como la búsqueda de proximidad y de intercambio de miradas, la inhibición de la resolución de problemas de forma independiente; y también rasgos fisiológicos, como la producción elevada de oxitocina (ya hablamos hace un tiempo de la relevancia de la hormona oxitocina en el comportamiento animal).

Durante la domesticación de los perros, los humanos hemos seleccionado variantes que causan una elevada hipersociabilidad

Para encontrar la base genética de la hipersociabilidad, se han hecho estudios genéticos de asociación (también explicamos hace poco en qué consisten este tipo de estudios genéticos), analizando el ADN de 700 perros de razas (ramas) diferentes y casi 100 lobos, con el fin de encontrar posiciones en el ADN de los perros que sean diferentes de las de los lobos y, nos indiquen qué genes del genoma ancestral del perro fueron seleccionados por los humanos con el fin de escoger los perros más sociables. De acuerdo, de acuerdo, me diréis, pero seguramente ya os ronda por la cabeza preguntarme: ¿y qué relación hay entre la hipersociabilidad de los perros con las enfermedades humanas? Podéis ver un resumen en este vídeo. De hecho, el resultado, hasta cierto punto inesperado, de este estudio genético exhaustivo, fue la identificación de una secuencia de ADN que parece la responsable de la elevada sociabilidad de los perros; y esta secuencia concreta es equivalente a una región de ADN que encontramos en el brazo largo del cromosoma 7 humano, donde residen aproximadamente unos 20 genes. Lo más curioso del caso es que en humanos existe un síndrome, el síndrome de Williams-Beuren, que afecta a 1:10.000 nacimientos y está causado por la deleción de esta región del cromosoma 7 (monosomia parcial). A pesar de ser una enfermedad genética, esta deleción no suele ser hereditaria, sino que en la mayoría de familias surge de novo. Pues bien, los pacientes con síndrome de Williams también se caracterizan por una gran afabilidad y deseo de hacer amigos. De hecho, son extremadamente hipersociables. Sufren un cierto retraso mental, son incapaces de distinguir el todo respecto de las partes (les cuesta mucho dibujar o hacer puzzles, por ejemplo) algunos de ellos tienen problemas cardiovasculares graves, un oído musical privilegiado (se discute si muchos de los afectados tienen oído absoluto y, por lo tanto, capaces de entonar tonos puros directamente), y habilidad lingüística oral. El análisis esmerado de esta región en el ADN en los perros ha permitido encontrar dos muy buenos genes candidatos a ser los responsables de esta sociabilidad tan elevada, GTF2I and GTF2IRD1, y se cree que también serían muy importantes en el comportamiento humano, en concreto, en algunos aspectos del síndrome de Williams.

Humanos y perros compartimos los mismos genes de la sociabilidad, y mutaciones en estos genes nos harían ser más sociables

Así, pues, humanos y perros compartimos los mismos genes de la sociabilidad, y variantes o mutaciones en estos genes nos harían ser más o menos sociables. Por lo tanto, estudiando la sociabilidad de los perros podemos llegar a entender la sociabilidad o carencia de la misma en humanos y su relevancia en una enfermedad humana.

¡No me digáis que no es increíble!