Estamos en pleno efecto alcachofa. Cada día vamos sacando una hoja de la parte de fuera, cosa laboriosa y que ensucia las uñas, pero necesaria para llegar al corazón, que es la parte tierna que se come. Y el corazón es el pacto que permitirá a Pedro Sánchez volver a ser presidente del Gobierno. A la segunda ha sido la vencida. Y la hoja de hoy se llamaba Abogacía del Estado, que ha comparecido en misa y repicando, nadando y guardando la ropa y sorbiendo y soplando. Todo a la vez. No haciendo feliz a nadie del todo, recibiendo las críticas de todo el mundo y pasándole la pilota al Tribunal Supremo del "contigo empezó todo" para que ellos apliquen su sentencia, que por eso es suya. Con elegancia, eso sí.

El pacto está hecho. Hace semanas. Todas las hojas de alcachofa que han ido desapareciendo con paciencia nos llevaban a ello. Y todo el mundo ha hecho su papel cuando ha hecho falta y de forma milimetrada. Será el 5 o el 7, el 4 o el 8. Da igual. La cuestión es que será. Y cuando sea, empezarán a pasar cosas. Muchas cosas. Y muy intensas. La digestión provocará ruido. Porque la alcachofa es flatulenta. Mucho.

Federico Trillo-Figueroa Martínez-Conde, antes de ser ministro de Defensa de Aznar y embajador en el Reino Unido sin saber inglés, inventó el concepto de la Tercera Cámara. Consistía (y consiste) en que todo lo que no se podía ganar al Consejo de Ministros, ni en el Congreso de los diputados ni en el Senado, básicamente porque ni su partido gobernaba ni tenía mayoría parlamentaria, se ganaba a los tribunales. ¿Por qué? Porque el PP allí sí que tenía mayoría. Separación de poderes le llaman. Y ahora veremos aquello, pero con "folre y manillas". Y las manillas serán VOX. Yo ya empezaría a diseñar la T-Ribunales, una tarjeta de transporte con viajes infinitos. Porque nos pasaremos la vida, tribunal arriba, juzgado abajo.

El primer ejemplo lo tenemos con la aparición en plena alcachofada popular de la Junta Electoral Central (JEC), con mayoría pepera, que no se sabe como ha acabado teniendo unas atribuciones que es como si un árbitro del VAR saliera a rematar los córners. Total, que si la JEC no hace una Abogacía del Estado, y en vez de rebotar donde toca el caso Quim Torra y la pancarta en el balcón del Palau, va y se lo queda, la carambola que veremos será digna de las que hacía el Maestro Parera en Navidad a Tres Bandas de TV3.

¿Qué carambola? Pues que para torpedear el pacto PSOE-Podemos-Esquerra, el proyectil impacte en el Gobierno en forma de inhabilitación del president y que en Catalunya acabemos yendo a votar en plena época de floración de los rosales.

Pedro Sánchez será presidente, pero tomará posesión ya sentado directamente al volante de un 4x4 con el que tendrá que intentar superar un Dakar por el desierto donde participará sin mapa y con un terreno con más trampas que una película de chinos. Cuando crea que encontrará terreno duro, le aparecerán dunas. Y viceversa. Cuando crea que el terreno sube, será un espejismo y bajará en picado. Centenares de piedras le agujerearán el depósito de la gasolina y los cristales. Y las ruedas tendrán más clavos que una convención de faquires.

Habemus pacto, pero como dijo aquel... "He visto cosas que vosotros los humanos no os creeríais nunca en la vida. He visto cómo órganos judiciales de toda índole tomaban decisiones más allá de Orión. He visto rayos C que brillan en autos entregados en la Puerta de Tannhäuser". Y eso sólo será el aperitivo de lo que sucederá después en Catalunya, donde en vez de conducir por el desierto, veremos una pelea de gallos. Y de la misma raza...