“Si uno empieza por permitirse un asesinato pronto no le da importancia a robar, del robo pasa a la bebida y a la inobservancia del día del Señor, y se acaba por faltar a la buena educación y por dejar las cosas para el día siguiente".

Thomas de Quincey. El asesinato como una de las Bellas Artes

Dicen los viejos juristas que hay que mirar todos los días el BOE pero que, sobre todo, hay que mirarlo antes de las fiestas. Saben de sobra cómo tradicionalmente entre turrones y canículas se cuelan esas convocatorias que solo leen los llamados a ello o esos acuerdos que no deben ser impugnados. Justo eso sucedió en un BOE previo a la Nochebuena en 2017, en el que se publicó un acuerdo nada inocente de la Comisión Permanente del CGPJ, la integrada por Lesmes y su sanedrín. En él se decidía que una alumna de la Escuela Judicial fuera borrada de esta y se incorporara al listado de aprobados de la siguiente promoción, como si acabara de aprobar la oposición, respetando su nota anterior  y todos sus derechos, entre otros el de poder elegir de nuevo si quería ser juez o fiscal, a pesar de que ya lo había hecho y de que ambas carreras son estancas. La vieja treta dio de nuevo resultado porque, en esa publicación, se daban dos meses de plazo para recurrir dicho acuerdo. Nadie lo hizo, porque nadie lo vio. El plazo concluyó y así se cerró, aparentemente, cualquier posibilidad de que la operación realizada para dar gusto a Sofía Marchena Perea, la hija del presidente de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, que ya no quería ser juez y que ahora quería ser fiscal. Quien diseñó esta operación de nepotismo para permitir a la hija de Marchena lo que a nadie se ha permitido jamás no contó con que el papel oficial no enterraría para siempre semejante corruptela.

Fue en julio de 2018 cuando saltó la alarma. No fue activada por malvados conchabados para perjudicar a Marchena como él explicaba en cenas y cenáculos, no, en absoluto. Fue la rabia y la indignación de opositores y compañeros de Sofía, cuando vieron que no solo había vuelto a elegir y había cambiado de carrera, algo imposible para cualquiera, sino que comprobaron que para ello ocupaba la plaza número 36 de fiscal cuando solo se habían convocado 35.

“Me llamo x. Aprobé los exámenes de acceso en la convocatoria del año pasado (BOE, 5 de diciembre de 2016). Elegí la carrera judicial que era mi vocación, pero cuando llegó mi número ya no quedaban plazas de juez y me asignaron ser fiscal. Sofía Marchena eligió la carrera judicial y ahora resulta que puede volver atrás y elegir la carrera fiscal. Si ella hubiera elegido fiscal —como hace ahora en una segunda oportunidad inaudita— YO HOY SERÍA JUEZ. A mí, en dos años, nadie me ha notificado que esta señora deja la Escuela Judicial. Nadie me ha dicho QUE QUEDA VACANTE UNA PLAZA DE JUEZ QUE DEBERÍA SER PARA MÍ. Quiero hacerlo público para evitar futuras irregularidades como esta”.

Ese mensaje apareció en uno de mis buzones aquel verano y ese mensaje fue el que me hizo investigar. Y lo hice y lo sigo haciendo porque la corrupción debe ser perseguida en todos los ámbitos y porque arrebatar la transparencia, la limpieza y la igualdad a las oposiciones convocadas es derruir el principio de mérito y capacidad y socavar uno de los principios democráticos.

La corrupción debe ser perseguida en todos los ámbitos y porque arrebatar la transparencia, la limpieza y la igualdad a las oposiciones convocadas es derruir el principio de mérito y capacidad y socavar uno de los principios democráticos

La denunciante llevaba la razón. Una oscura operación, revestida de apariencia de legalidad, había conseguido que la hija de un poderosísimo magistrado consiguiera que se le permitiera cambiar de carrera, se le adjudicara una plaza más de las convocadas y se transformara la partida presupuestaria consiguiente para dotarla. Algo que, como ya imaginarán, se hace todos los días a todo el mundo. Para ello se contó con la colaboración de la entonces directora de la Escuela Judicial de Barcelona, Gema Espinosa, a la par esposa del magistrado Llarena, y de Lesmes. Espinosa, que ahora sabemos aspira a ser vocal de ese CGPJ, redactó un informe que nunca se quiso entregar ni a asociaciones judiciales ni a parlamentarios ni a periodistas, y que ahora obra en mi poder, en el que concluía que una baja prolongada que no te permita acudir a clase es una circunstancia tan inaudita y anómala que permite saltarte la LOPJ y el reglamento de la Escuela Judicial e inventarte una nueva interpretación de otro que no te corresponde, para llegar a la conclusión de que la niña de Marchena podía recibir un trato único.

Cuando entonces destapé el asunto en Madrid, todo fue un revuelo por hacerlo parecer algo legal. El organismo encargado de regular las oposiciones a juez y fiscal y el CGPJ manifestaron que además se le había adjudicado una nota inferior a la suya —algo incomprensible, puesto que su nota estaba publicada en el BOE— para que nadie saliera perjudicado. Pero había perjudicados y por eso, dos meses más tarde, se ofreció a tres fiscales bisoñas, que habían soñado con ser jueces, si querían cambiar de carrera y hacer un curso inventado para reciclarse. Es lo que tiene el asesinato, que empiezas matando y acabas por perder la educación. Todo es una pendiente. Empiezas dejando a la hija de un amigo que se cambie de carrera cuando es imposible y acabas ofreciendo a tres más que lo hagan inventándote un curso de jueces exprés. Ahora que he tenido acceso a él, en el expediente administrativo se observa como esos ofrecimientos se hicieron en septiembre y se enviaron a las interesadas, todas destinadas en Catalunya, el 11 de octubre; aunque, inexplicablemente, una contesta que no está interesada diez días antes de que le envíen el mensaje. Cosas veredes.

La corruptela para beneficiar a la hija de Marchena ha contado con la colaboración de todos los que intervinieron, pero también de los que la han ocultado y de los que vieron la desvergüenza en su día y ahora callan. Incluido el PSOE, que llegó al gobierno y se encontró todo esto hecho, pero que mantuvo el manto de silencio y realizó el cambio de asignación presupuestaria. Ese PSOE que impidió que Lesmes compareciera en el Congreso a explicar todo esto, votando con el PP. Después supimos que iban a aceptar a Marchena como presidente. Nada nuevo bajo el sol.

Pero es una operación destinada a pasar al olvido y a quedar impune. Los administrativistas que la gestaron se cuidaron muy bien de que los llamados a ello no pudieran recurrir en plazo para blindar así jurídicamente la cuestión. El procedimiento abierto en la Sala Tercera acabará sin sentencia porque dirán que los demandantes no están legitimados al no ser perjudicados. La mayoría de los medios y de los políticos y de los jueces no están dispuestos a tocarle las narices a Marchena: unos porque es muy poderoso y algún día puede gobernarlos, otros porque creen que debilitarlo ahora es debilitar el juicio contra los políticos catalanes y la unidad patria bien vale tragarse el sapo. 

Hay quien nace de pie y quien nace estrellado. Ahora mismo, Marchena es Dios, aunque tenga este pie de barro. Nadie va a tocarle ni el borde de la toga. Ni por esto ni por ninguna otra cosa. No estaría mal que alguien le advirtiera de que estos juicios decisivos suelen estar envenenados. Algún colega suyo podría contárselo.