El futuro que augura votar a Sánchez ha quedado bien claro el primer día del debate de investidura en las Cortes Españolas: nada cambiará. Y quien se piense que me refiero sólo a la cuestión territorial, o el “tema catalán", como se designa al problema de Catalunya en boca del futuro presidente español, se equivoca, no cambiará nada en ningún ámbito. Ni en el tema de los plásticos, que ha parecido ―y lo dejo aquí― el más innovador de los que ha puesto sobre la mesa, ni evidentemente en la pobreza, ni evidentemente en los temas de género. Menos todavía en el de la violencia machista, por mucho que se ponga en primera línea el pacto de estado.

No es una opinión, un sentimiento o sencillamente sólo que me lo parece: no es no, parafraseando al propio Sánchez. Es la constatación contrastada de años de análisis que dejan claro que el enfoque es completamente erróneo. En el caso del género y la violencia machista, para poner un ejemplo, es el patriarcado al que hay que combatir, y sobre este ni una sola palabra aunque el que habla presume de gobierno feminista. Por lo tanto, todo lo que ha propuesto es sólo poner remiendos y poder ponerse todas las etiquetas que parece que tiene que tener un “buen” gobierno de izquierdas.

No sé qué hace Unidas Podemos o el resto de partidos en juego, aparte de conseguir réditos políticos personales, queriendo entrar o dando paso absteniéndose a un gobierno de este tipo

Todo ello ya me hace dudar qué tiene de progresista el gobierno que propone, pero ni hay que entrar a discutir estos temas, ha dejado bien claro que él quiere ser presidente con la abstención del PP y de Ciudadanos. Lo ha dicho por activa y por pasiva y a pesar del no claro y contundente de los otros, no ha perdido ocasión de repetirlo y ha dejado también bien claro ―eso no es nuevo, por otra parte, sólo hace falta recordar el precedente― que el pacto con Unidas Podemos lo coge muy de mala gana. Hasta el punto de que el propio Iglesias le ha pedido que, cuando menos, disimule, dado que supuestamente la coalición en la que trabajan es con ellas. Lo ha hecho, al principio, sin mucha contundencia, parecía que hablaba desde el rincón de pensar al que le han pedido que se aparte y este no es de ningún modo un buen lugar para negociar. Más todavía cuando quien te ha puesto allí es aquel con quien tienes que pactar.

Nadie te menosprecia si no te menosprecias tú primero, si no dejas tú que lo hagan. Iglesias ha pedido respeto para los 3,7 millones de votantes de su formación, pero el primero que los tiene que respetar tiene que ser él. Te tienes que comportar dignamente para que los otros te respeten, te tienes que respetar tú mismo y tienes que respetar a los tuyos antes que nada. Eso en política se ha perdido completamente. Sé que la dignidad y la responsabilidad se pueden entender de muchas maneras y que en España son muy dados a hablar de bien superior, ahora toca el Estado y/o Gobierno y la patria, pero también la Iglesia, la banca, la monarquía y Franco, todo para asegurar que siempre los ganadores y perdedores sean las y los mismos.

No sé qué hace Unidas Podemos o el resto de partidos en juego, aparte de conseguir réditos políticos personales, queriendo entrar o dando paso absteniéndose a un gobierno de este tipo. No sé qué hacen los grupos independentistas ni siquiera planteándoselo, cuando no sólo los menosprecian sino que lo anuncian. ¿Si te dicen claramente que no cuentan contigo, es más, que ni agua, qué haces siguiéndoles el juego? Así sólo les das la razón de que te mereces el menosprecio. Ah, y no hay que escudarse diciendo que es un mal menor o que será un gobierno progresista porque no lo será, ni un mal menor, ni progresista; por mucho que cuando lo comparas con PP, Ciudadanos y Vox lo pueda parecer.