Según el diccionario Webster-Merriam (mi diccionario inglés en línea preferido), la palabra del año 2020 es lockdown, confinamiento; aunque, seguramente, todos hemos estado más pendientes de la palabra derivada, desconfinamiento. Si reflexionamos sobre todo lo que hemos vivido y pensado, observaos que no todos han estado de acuerdo con la toma de decisiones que nos han llevado a la restricción obligatoria de la movilidad personal y el distanciamiento social. Algunos incluso han discutido la validez de estas acciones de desconfinamiento. Realmente nos cuesta ser conscientes de aquello que no vemos ni tocamos.

Pues bien, el confinamiento y la disminución de la movilidad han sido muy efectivos. Cómo se puede demostrar en todos los países donde llegó la pandemia y se aplicó un confinamiento global, en quince días de cierre, la R (media de personas que se infectan a partir de una primera) y el número global de personas infectadas disminuyó considerablemente. Lo podemos visualizar en la imagen impactante que os adjunto, última portada del año de una de las mejores revistas científicas, en las que se ve representada la red de movilidad a partir de los datos de geolocalización de 43,6 millones de móviles en Alemania. En la imagen de la izquierda, la red de movilidad prepandemia —semana del 2-10 de marzo de 2020—. En la imagen de la derecha, la red de movimientos en plena semana de confinamiento —del 23-29 del mismo mes de marzo—, mucho más reducida. Podéis repasar el perfil del país, y de todas las grandes ciudades alemanas, pero también veréis cómo muchos de los enlaces entre ciudades desaparecieron por la disminución de la movilidad.

(imagen de Frank Schlosser, portada de Proc. Natl. Acad. Sci. USA, 117(52), 2020)

Los autores de este artículo, además de analizar los datos de movilidad, demuestran que la movilidad a grandes distancias cayó en picado, permitiendo la contención de la pandemia entre regiones alejadas, mientras que el distanciamiento social allanó la curva de crecimiento de casos. Aquí os adjunto unos esquemas sencillos, pero muy ilustrativos, de lo que implica, con respecto a la probabilidad de dispersión de la infección, la disminución de la movilidad, el distanciamiento social y el aislamiento dentro de las redes de contactos sociales. A la izquierda, la red social prepandemia donde todo el mundo contacta sin restricciones con su círculo de conocidos (cada círculo es una persona, mientras que las conexiones representan los contactos). Fijaos como, con el distanciamiento, y todavía más, con el aislamiento (personas en "blanco", sin ningún contacto), el número de conexiones disminuye considerablemente y, consecuentemente, disminuye la probabilidad de transmisión. Esta disminución de los contactos implica el aplanamiento de la curva. Si asumimos una R de 2 (valor intrínseco propuesto de la capacidad infectiva del virus Sars-Cov-2) en que cada persona infectada infecta en dos más, sin confinamiento los modelos indican que el 85% de la población acabará infectada, mientras que con el mismo tiempo y con distanciamiento social, sólo sería un 40%, y con aislamiento, la población que sería infectada no llegaría al 20%.

(Imagen adaptada de Schlosser, et al. Proc. Natl. Sci. USA 117(52):32833-32845, 2020)

Usando los datos obtenidos, se pueden generar modelos matemáticos de predicción de la expansión de epidemias. Por ejemplo, se puede considerar que los miembros de la sociedad se pueden clasificar en diferentes compartimentos (modelos SIR). Así, de forma intuitiva, podemos considerar que la población se divide en personas susceptibles (S), personas infectadas (I) y personas que se recuperan de la infección (R) y quedan inmunizadas, al menos durante un periodo de tiempo. Estos modelos pueden ser muy completos, porque pueden considerar subdivisiones de estos compartimentos, ya que todos sabemos que con respecto a la COVID-19, hay un cierto porcentaje de la población que es asintomática, pero que aun así puede transmitir el virus. También sabemos que de las personas que se recuperan, algunas lo hacen en casa sin necesidad de hospitalización, otros necesitan tiempo en el hospital con buen pronóstico, mientras que mucha gente mayor o susceptible acaba en el UCI y algunos, con mal pronóstico, desgraciadamente acaban muriendo. Por lo tanto, las personas pueden pasar de un compartimento a otro (pasando de ser infectado a recuperarse, por ejemplo).

Uno de los mejores modelos actuales de la pandemia ha sido elaborado por un grupo de investigadores de la Universidad Rovira i Virgili y la Universidad de Zaragoza. Os adjunto un esquema simplificado del modelo que proponen en su estudio. En este modelo se calculan las probabilidades de pasar de uno a otro compartimento durante la transmisión de la infección, y como se puede actuar para modular la rapidez de la expansión. Fijaos en que el confinamiento y el distanciamiento social son muy importantes al inicio de la enfermedad, en la transmisión desde las personas susceptibles (S) hasta las que acaban infectadas (I), mientras que la transmisión desde el compartimento de asintomáticos (A) hasta el final, recuperados (R) hospitalizados (H) o muertos (RIP) depende del comportamiento de la enfermedad dentro de cada paciente (hay diferencias genéticas y fisiológicas entre las personas que se recuperan fácilmente y las que no) y, claro está, de la actuación del sistema sanitario.

(Figura modificada de Arenas, et al. Phys. Rev. X 10:041055, 2020)

Aunque os pueda parecer complejo a priori, pensad que muchos científicos, conscientes de la enorme relevancia social de la COVID-19, explican de forma sencilla su investigación en este ámbito. Os recomiendo esta dirección web donde encontraréis actividades de simulación de la expansión de las pandemias, donde cualquier persona interesada, pero sobre todo alumnos y profesores de instituto, podéis encontrar actividades y vídeos estimulantes, basados en artículos divulgativos (como verdaderos detectives de las epidemias), para hacer más comprensible la expansión de esta pandemia y de otros que nos pueden llegar en el futuro. Debemos aprender las lecciones que esta pandemia nos ha dejado. A partir del análisis de la movilidad y actividad humanas y las dinámicas de contactos interpersonales dentro de la sociedad, podremos llegar a comprender cómo se transmite una infección, y como nuestra actividad diaria influye para favorecer o disminuir el impacto. Entonces, podemos aceptar más fácilmente el porqué de la inevitabilidad del confinamiento en situación de epidemia descontrolada.

Sólo una sociedad informada está empoderada para decidir y para aceptar decisiones que impactan fuertemente en nuestros derechos más fundamentales, como por ejemplo la interacción con otros seres humanos.