Twitter es una red social que se creó en el año 2006 y cuenta con más de 300 millones de usuarios. Genera más de 65 millones de tuits al día y cuenta con más de 800.000 peticiones de búsqueda diarias. Dicho así, para alguien que no sepa lo que es Twitter, sencillamente le sonará a que es una herramienta “potente”, pero no le servirá para comprender de qué se trata.

En Twitter cada usuario crea su perfil, pudiendo añadir su nombre (o uno inventado) y una foto (que puede ser la propia o una imagen cualquiera). Una vez creada tu cuenta, puedes comenzar a “seguir” otros perfiles para ver lo que escriben, en algunos casos puedes enviarles mensajes directos o interactuar con ellos de manera pública. Los mensajes que escribes pueden ser compartidos por otros usuarios haciendo “retuit”, y así aparecerán también en sus perfiles, o puedes optar por pulsar a un corazoncito para señalar que ese comentario “te gusta”.

En un primer momento, solamente podías utilizar 140 caracteres para expresar tu opinión. En ella, puedes acompañar un enlace para compartir con tus seguidores noticias, vídeos, fotos...

Ahora el espacio para escribir tus opiniones es mayor, llegando a ser 280 caracteres, y pudiendo crear “hilos”, que son mensajes que se van siguiendo uno detrás de otro para explicar aquello que no te cabe en un simple tuit.

Hasta aquí, puede entenderse que Twitter ha servido para acceder a opiniones, informaciones, de millones de usuarios que, de otra manera, no podrían interactuar. La herramienta te permite seguir perfiles de instituciones, medios de comunicación y personalidades públicas de las que te interese estar informado. Y también puedes seguir a personas que conoces con las que quieras interactuar (o no), así como a personas que no conoces de nada y sencillamente te interesa establecer un vínculo con ellas.

Sirve, por lo tanto, para conocer las opiniones de otras personas, la información de distinta índole que te interesa y para poder estar actualizado en tiempo real de lo que sucede.

En situaciones de eventos puntuales, como puede ser un atentado, o una tragedia, Twitter ha servido de gran ayuda para conocer en directo lo que estaba sucediendo en algún lugar del planeta, suponiendo una fuente de información de gran inmediatez.

Es, sin lugar a dudas, una herramienta útil, dinámica y revolucionaria que ha permitido además exponer opiniones para muchas personas que, de otra manera, no contarían con ningún altavoz tradicional como los medios de comunicación.

Sin embargo, como cualquier otra herramienta, puede ser utilizada sin ética, forzando los límites y sirviendo para atacar a personas emparándose en el anonimato que la red permite usar. Y este es un punto que, en mi opinión, la compañía debería revisar y controlar con más seriedad y rigor. Porque en la red se crean perfiles anónimos o con identidades falsas que sirven a esos usuarios para parapetarse y poder actuar de manera impune cometiendo, incluso, actos delictivos en la red.

Hay personas que cuentan con cientos de miles de seguidores, incluso millones. Este hecho supone que desde sus perfiles puede lanzarse información que tendrá una amplia repercusión. Y, de alguna manera, supone que quienes tenemos perfiles con un notable número de seguidores, tenemos la obligación ética de controlar aquello que publicamos, porque la incidencia de nuestros mensajes puede generar, en algunos casos, consecuencias que se alejan mucho de la intención que teníamos al compartir cierta información. Entra en liza el debate de la autocensura, que se da con frecuencia.

Por otro lado, también es sabido que la red ha podido estar operando en censuras concretas de perfiles determinados. Se cierran cuentas sin motivo aparente y se potencian otras atendiendo a campañas de pago, porque existen empresas que generan seguidores ficticios para dar a entender que una determinada persona tiene más influencia de la que en realidad tiene. Los partidos políticos han sido pillados en más de una ocasión “comprando seguidores” que, además, se utilizan para ensalzar algunos perfiles y para denostar otros.

Existen los “trolls” que son perfiles que se dedican a difamar, acosar, y a tratar de desacreditar a personas concretas o a ideas marcadas. Se les puede “bloquear” o “silenciar”. Esta es la opción adecuada si no queremos tener que estar navegando entre insultos y barbaridades de distinto tipo.

Hacer uso de esta red social requiere pararse a estudiar sus normas, y también las posibilidades que ofrece la herramienta. Las notificaciones, por ejemplo, pueden suspenderse para que no estemos recibiendo continuamente avisos en nuestro soporte. También podemos optar por recibir mensajes únicamente de aquellas personas a las que nosotros también sigamos, ahorrándonos así recibir mensajes de perfiles desconocidos, de trolls, o de personas que solamente se dedican a insultar en las redes.

Ante un abuso del uso de la red, podemos “reportar” al usuario concreto, enviando una denuncia a Twitter, que valorará el caso y procederá en consecuencia, pudiendo anular esa cuenta en concreto o penalizarla durante unos días. En algunos casos, se han dado campañas selectivas de cuentas que, en sus campañas de acoso organizado, han decidido reportar masivamente una cuenta concreta para conseguir así que fuera anulada o silenciada, sin que hubiera incumplido las normas. Otra de las cuestiones que Twitter debería considerar.

En definitiva, Twitter ha supuesto una revolución en lo que a la libertad de expresión se refiere. Toda persona es libre de poder acceder a ella o de abandonarla si no le gusta lo que en ella ve. Es cierto que, en un primer momento, la gente solía comportarse de una manera mucho más respetuosa en comparación a los últimos tiempos, en los que se ha ido viendo una evolución en la que cada vez hay actitudes más agresivas, la gente prefiere esconder su identidad, y una no sabe del todo con quién está hablando.


Pero también supone una oportunidad única para expresar nuestras ideas, compartir información y nutrirnos de la que otros comparten. En este sentido, es, sin duda, una manera de canalizar información si uno sabe cómo organizar su propia cuenta de manera adecuada.

Si lo que usted quiere es estar informado, seleccione aquellos perfiles que le resultan de interés. Elimine la posibilidad de que a usted puedan enviarle mensajes. Y tendrá, sin duda, una forma de estar informado al detalle sobre aquello que le interese de manera inmediata. Hay múltiples maneras de establecer pautas en su cuenta que le permitan evitar los ataques y la información no deseada.

Por desgracia, al tratarse de una empresa privada, a veces los criterios éticos brillan por su ausencia y es por ello que haría falta legislar para limitar la impunidad de quienes se aprovechan de las lagunas que a día de hoy todavía existen


Hace unos meses James Rodhes, el famoso pianista, anunció que se iba de Twitter ante la cantidad de mensajes de odio que recibía. No le faltaba razón: los perfiles que lanzan insultos, amenazas y mensajes llenos de odio proliferan mientras la compañía no toma medidas, o las toma demasiado tarde. La decisión de Rodhes ha sido la misma que acaba de tomar Ada Colau. Y ambos tienen razón en que, si no controlas el uso y la dimensión de esta red social, puedes sufrir mucho, y perder demasiado tiempo enganchado a lo que dicen los demás.

En mi opinión, después de años en esta red (abrí mi cuenta en 2008), y teniendo que gestionar a más de 250.000 usuarios que me siguen, he aprendido algunas cosas que quería compartir con motivo del debate sobre la utilidad de esta red.

En primer lugar, apuesto porque la gente deba registrarse en estas redes sociales con su identidad verdadera. Deberían solicitar la identificación con datos reales al crearse una cuenta, aunque después uno pueda interactuar con un apodo o nombre ficticio. De esta manera, en caso de cometer algún tipo de abuso o delito, pueden ser identificados por las autoridades pertinentes y, tal y como ocurre fuera de las redes, tener que dar la cara por lo que han hecho. La impunidad en las redes sociales debería acotarse y para ello la propia compañía debería asumir también su responsabilidad.

En segundo lugar, es importante que todo el mundo conozca las posibilidades que existen a la hora de crearse una cuenta. Echo en falta una guía sencilla que te explique las distintas maneras de interactuar en esta red, las posibilidades de proteger tu cuenta y cómo poder participar en ella de una forma positiva, ética y constructiva.

Y, permítanme un consejo: no digan aquello en Twitter que no serían capaces de decir en persona a otro. Es tentador saber que las redes pueden permitirte una cierta impunidad, pero no por ello podemos servirnos para atacar a personas, difamarlas o montar campañas de acoso que no querríamos sufrir nosotros mismos. La ética y la educación no deberían quedar fuera del espacio de internet.

La red en sí, puede ser maravillosa y darnos la posibilidad de conocer a personas interesantes, de forma directa, como también puede ser un lugar donde se viertan los más bajos instintos. Depende de la responsabilidad de cada uno de nosotros hacer de estas nuevas herramientas algo que nos permita disponer de información y conexión con terceros que antes no teníamos. Es perfectamente respetable salirse del juego. En mi opinión, sabiendo usarlo y teniendo en todo momento claro lo que es y para lo que sirve, me sigue pareciendo una herramienta tremendamente útil para superar los obstáculos de ciertos poderes ante la posibilidad de acceder a información que, de otra forma, sería mucho más difícil y costosa conocer.

Un uso responsable, ponderado y constructivo es, como casi todo en la vida, responsabilidad de todas las personas que formamos parte de la comunidad de usuarios de esta red. Por desgracia, al tratarse de una empresa privada, a veces los criterios éticos brillan por su ausencia y es por ello que haría falta legislar para limitar la impunidad de quienes se aprovechan de las lagunas que a día de hoy todavía existen.