De los 76 millones de euros que ha ingresado Europa por sanciones a sus Estados miembro, 54 de ellos los hemos pagado nosotros, en los últimos 5 años (olé). Desde 2012, hemos pagado 7 de cada 10 euros que la Comisión Europea ha ingresado de países miembro en concepto de multas. Dicho de otro modo, el 70% de las sanciones, van para España. Somos los más multados.

Pese a estos datos que ya nos deberían suponer sonrojo, el periódico El Mundo publicaba recientemente que “España, entre los países menos condenados por el Tribunal de Estrasburgo en toda su historia”. Lo cierto es que, si salimos a la calle a preguntarle a cualquiera por las sentencias condenatorias por parte del TEDH, lo más probable es que no sea capaz de decir una sola. Lógico: los medios de comunicación más consumidos por la ciudadanía española se afanan por crearnos una realidad ficticia en la que España es lo más, es una, es grande y sobre todo, es fan del Rey, del orden y la ley. ¡Faltaría más!

En esta España tan moderna, democrática y justa en la que usted vive no han condenado a España a pagar una compensación de 50.000 euros por las torturas que le fueron realizadas a dos presos tras su detención. No, en nuestra España no han condenado a prisión a dos chavales por quemar públicamente fotos del Rey “emérito”. Y no, el Tribunal de Estrasburgo no ha tenido que decir que esto esta condena es inaceptable.  «Este hecho constituyó una injerencia en la libertad de expresión que no fue proporcionada con el fin perseguido», ha dictaminado el tribunal de derechos humanos, que ha condenado a España a indemnizar a los demandantes con los 2.700 euros de multa que se les impuso entonces, además de otros 9.000 euros en concepto de gastos y honorarios.

Ha tenido que decirle el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo a España que “la libertad de expresión se extiende a “informaciones” e “ideas” que ofenden, chocan o molestan”. Lo que viene siendo la libertad de expresión, vaya. Lo que ocurre es que han tenido que venir de allí lejos a decirnos que quemar una puñetera foto no puede ser delito. Sí, han tenido que venir a decirlo porque dos chavales han estado condenados a prisión por quemar una puñetera foto. En una Democracia. Sí. Moderna. Estupenda. Y sinvergüenza. Porque tendría que causarnos sonrojo llegar tan lejos.

Pero no sólo porque la Audiencia Nacional les condenase a 2.700 euros para eludir los 15 meses de prisión. No. Porque por si esto fuera poco, el Tribunal Constitucional desestimó el recurso de amparo.

Estrasburgo nos ha dado dos bofetadas. La jurídica, claro está, pero también otra en la frente. Porque le ha tenido que explicar al Gobierno de España lo que significa que dos personas cojan una foto del Rey (el que sea), lo pongan boca abajo y le prendan fuego. Sí, como lo leen. La sentencia reza así: “el acto de los acusados fue parte de una crítica “política, más que personal, de la institución de la monarquía en general y en particular a la monarquía española como nación”. Los magistrados de Estrasburgo rebaten a la justicia española cuando alega que la quema de la foto constituyera un “ataque personal” al Rey dirigido a “insultar y denigrar a su persona”, sino que lo ven como “una denuncia de lo que el Rey representa como jefe y símbolo del aparato del Estado y de las fuerzas que, según los denunciantes, ocuparon Cataluña”. Algo que, concluyen los jueces de Estrasburgo, “entra dentro de la esfera de la crítica política o la disidencia” y, por tanto, “corresponde a la expresión de rechazo de la monarquía como institución”.

Sí, repita conmigo: “corresponde a la expresión de rechazo de la monarquía como institución”. Bien. Imagino que no soy la única a la que esta sentencia le inspira a pensar en cuántas otras cosas no deberían suponer lo mismo, esto es, la expresión de rechazo de la monarquía como institución, así como hacia el aparato del Estado y sus fuerzas que ocupan Cataluña. Dicho así suena enorme, casi lírico. Ya, es que lo dice el Tribunal de Estrasburgo, y allí lejos todo se dice mejor, sabe  mejor y huele mejor. Aquí nosotros a esto de expresar el rechazo a una institución lo llamamos “Referéndum”. Pero claro, quizás Estrasburgo no sepa que tampoco nos dejan hacerlos (es como lo de quemar fotos, te llevan a la cárcel).

Y lo de ocupar Cataluña, claro. Eso ya es inasumible. En su España, la de los que no se han enterado de nada de esto que comento aquí, desde luego. En la otra que yo conozco, ocupar Cataluña se hace con la constitución en la mano, acompañado de la presunta oposición y avalado por el Tribunal Constitucional. Se ha de invocar al número mágico que es el 155. Y a partir de ahí, se ocupa, se cesa, se espía, se… lo que se quiera. Y si alguien rechista o se sale del “sendero de la legalidad” (que vaya usted a saber dónde quedó eso), se planta un recurso sobreloquesea al TC, y listo.

En 40 años, la España de la que no nos hablan, ha sido sancionada en 103 de los 157 procedimientos en los que ha sido acusada. 48 de estas sentencias han condenado a España por violar el derecho a un juicio justo. Tranquilos, no hiperventiléis, que como esto no nos lo cuentan, seguimos viviendo en una democracia. Si los Jueces por la Democracia amenazan con manifestarse denunciando la injerencia continua del Gobierno en la administración de justicia, usted mire para otro lado. Piense muy fuerte en el siguiente mantra: “España es un Estado de Derecho”. Cierre los ojos y repítalo tantas veces como sea necesario. Termine su plegaria diciendo con buen ánimo “¡viva España, viva el Rey, viva el orden y la ley!”.

Por cierto, la semana que viene se prevé tener  alguna manifestación por parte del Comité de Derechos Humanos de Naciones Unida respecto de España y su particular manera de entender los derechos de participación ciudadana, de expresión y de libertad ideológica. Ya sabe, gire la cabeza, cierre los ojos y piense con mucha fuerza… (España es un Estado de Derecho y una democracia consolidada).