Merece la pena leer Les batalles de Barcelona. Imaginaris culturals d’una ciutat en disputa (1975-2025), del escritor mandarín Jordi Amat, para vislumbrar cuáles serán las futuras estrategias de dominación cultural de las élites españolas en nuestra capital y, por extensión, en todo el país. Hoy por hoy, Amat es con toda seguridad el único intelectual mínimamente sólido que tienen los españoles en Catalunya y esto explica su frenética productividad, puesta de manifiesto en un ensayo como este, que tiene toda la pinta de haberse escrito a toda prisa para obtener el V Premi Bones Lletres de ensayo humanístico (habría que preguntar a su jurado, dicho sea de paso, si no les produce cierta vergüenza ajena galardonar un libro asociado al género... ¡que no tiene ni una sola fucking nota a pie de página!) y que, básicamente, consiste en buscar referencias artísticas en la fiambrera del azar para poner colorines a una sola tesis de fondo.
Esta idea rectora no se esconde al lector: según Amat, la Barcelona del presente sería el resultado del choque dialéctico entre el estallido de gozo colectivo del olimpismo —con su consecuente expansión cultural, hija del catalanismo socialdemócrata del Maragall más orsiano— y la ciudad globalizada a fuego rápido de hoy, que se ha convertido en una máquina de expulsar a sus habitantes, vendida al mundo como una simple ramera del turismo banalizado (esto acabaría poniéndose de manifiesto en una literatura focalizada en el género de la precariedad individual). Como buen paladín de la prudencia, Amat enfila el camino que va de la satisfacción —y sus contradicciones inherentes— al estado actual de una Barcelona desposeída disculpando la posible falta de empatía y autoridad para hablar en nombre de los damnificados sin casa ni jornal, recordándonos su condición privilegiada de pequeñoburgués y habitante de una casa en herencia en el Eixample.
Diría que Amat podría ahorrarse esta captatio tan cutre (escribimos desde donde decide el azar, y disculparse por haber nacido en el centro del mundo parece de monaguillo), ya que lo más insultante de este libro no es la procedencia social de su autor, sino el hecho execrable de salpimentar su relato con tesis ya leídas en autores como Joan Roca i Albert, Mari Paz Balibrea, Joan Ramon Resina y Edgar Illas, pero decolorando su visión categórica para evitar así la conexión entre las tensiones de la ciudad y su contexto globalizador. No menciono a estos autores para hacerme el listillo, porque visto que Amat fusila con todo detalle alguna de sus tesis (como por ejemplo el magnífico análisis de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos que urde Illas en Thinking Barcelona: Ideologies of a global city) quizás habría que haber tenido la deferencia de citarlos, cosa que tampoco debió de alarmar al jurado del premio.
Todo ello, en definitiva, acaba haciendo que Amat regale un manual perfecto al nuevo PSC
Esta no es una estrategia casual ni provocada por la pereza o la prisa, pues subsumir el imaginario de la ciudad a un mero sumatorio de referencias culturales azarosas (insisto ad nauseam, desligadas de su voluntad de devenir globalizadoras a partir de una idea profundamente catalanista de capital) es el marco idóneo para acabar presentando la historia reciente de Barcelona como una serie de batallitas de barrio que el intelectual contempla como un flâneur desganado y con complejo de culpa. A su vez, toda esta ensalada crítica es perfecta para situar la emancipación cultural de Barcelona en la órbita del régimen del 78 y acusar la actual depresión y precariedad ciudadana en los males de un neoliberalismo depredador que, de tan machacado, acaba siendo la zona cero de todos los duelos. Todo ello, en definitiva, acaba haciendo que Amat regale un manual perfecto al nuevo PSC.
De hecho, no es nada extraño que la base filosófica de estas batallas sea precisamente la propaganda conceptual que van trabajando los Gen X de la clase media del Eixample, encabezada por los colegas Marina Garcés y Joan Burdeus, quien todavía debe de estar recuperándose de la felación en forma de reseña de este libro aparecida hace muy poco en el Quadern. Estoy seguro de que, incluso a ellos, les debe dar un poco de vergüenza ajena estar colaborando con la visión de una ciudad que depende de los caprichos de lo público sociata en su gesto recentralizador y bilingüe y siendo partícipes de un relato que se refiere a las bullangas previas al 2025 sin citar las consultas por la independencia del 2010 ni el referéndum del 2017, unas pequeñas contrariedades (sic) que Amat se despacha con desgana, equiparándolas a la ensoñación con que las resumió un pensador tan “nuestro” como el juez Marchena.
Servidor, que proviene de la misma escuela cultural de Amat, no se atrevería a hablar de la ciudad reciente sin dedicar un cierto espacio a cómo la organización popular se encargó de poner a un Estado en alerta máxima, por mucho que los políticos del procés pervirtieran toda la energía que se creó en aquel momento en la capital. Porque de aquellas batallas, por muy infructuosas que fueran, entre democracia y autoritarismo ha nacido parte del mundo teocrático de nuestro presente. Esta es la guerra principal de Barcelona, y mientras el discurso cultural oficialista quiera negligir la lucha emancipadora, tendremos que continuar leyendo y enmendando a nuestros adorables enemigos socialistas. No es un trabajo agradable, porque implica tragarse mucha chatarra, pero en casa somos de escuelas de pago y estamos dispuestos a hacer lo que haga falta para salvarnos de cualquier trampa, por muy cultureta y documentada que sea.
No seremos una comparsa del Estado uniformizador ni permitiremos acabar viviendo resignados como un espantajo de la extrema derecha para hacer el trabajo sucio al poder. Esta es, hoy por hoy, nuestra disputa. No os preocupéis en exceso que, por muy dormidos que parezcamos, acabaremos ganando la guerra. Barcelona lo vale.