Golpe de efecto por la mañana: Pablo Iglesias se sitúa en el centro del tablero político. El día en que el Rey cierra la ronda de contactos con los partidos políticos para nombrar un candidato a la sesión de investidura como presidente del gobierno, el líder de Podemos anuncia que cede sus votos al PSOE y le ofrece a Pedro Sánchez un gobierno de coalición. Como en una novela de intriga por capítulos, el ganador de las elecciones del 20D, Mariano Rajoy, ya sabe de su inminente fracaso; el perdedor de las elecciones tiene, al menos, una pareja con la que salir a bailar y un puñado de votos disgregados en el hemiciclo que le pueden acabar dando la investidura; y algunos sectores del establishment tienen un serio problema, porque Pedro Sánchez no atiende las llamadas que recibe y los barones socialistas hablan más que hacen a la hora de desaconsejar a su secretario general que desoiga el apretón de manos que le ha ofrecido Pablo Iglesias.
Golpe de efecto por la tarde: Felipe VI ofrece a Mariano Rajoy, según la Casa del Rey, que se someta a la sesión de la investidura aunque esté en clara minoría, pero el presidente del gobierno en funciones, sorprendentemente, rechaza la oferta. Sorprendente, sobre todo, por lo que Rajoy había dicho en las últimas horas cuando había insistido públicamente en que quería ser, como candidato más votado el 20D, el designado por el Jefe del Estado. ¿Se va a casa? Oficialmente, no. ¿Designa el PP a otro candidato? Hoy, al menos, no, ya que se sigue considerando el candidato del PP. Esperará a que los noes se transformen en síes, dice Mariano Rajoy.
Con estos dos movimientos de Iglesias y Rajoy, el tablero político salta por los aires y se inicia una nueva partida. La política real y la realidad dejan de ir cada una por su lado. Rajoy suspende la preparación de su discurso de investidura, mientras Sánchez e Iglesias se emplazan a hablar ya este fin de semana. IU se ofrece a sumar sus dos diputados a la mayoría de izquierdas, el PNV pone a la venta sus seis diputados, y llegado el momento hasta ERC (nueve escaños) y CDC (ocho) están abiertos a facilitar sus votos a cambio de nada. Ya que nada es lo que puede negociar Sánchez con ellos. Bueno, tampoco es del todo así. A cambio de algo: que Rajoy y el PP abandonen la Moncloa. Y mientras todo esto sucedía, hay quien se imaginaba al secretario general del PSOE leyendo displicente el arrogante editorial que horas antes había publicado el diario El País, bajo un título imperativo que no admite matices: 'Mariano Rajoy no puede, Pedro Sánchez no debe', en el que instruía al PSOE sobre los pasos que debía dar y le conminaba a no hacer caso a los cantos de sirena de la formación morada. Contundente sí; también irrelevante.
El nuevo tiempo de la política española no apunta soluciones a los viejos problemas. Tampoco al tema territorial y el referéndum por el que aboga En Comú Podem, ganador de las elecciones generales en Catalunya con doce escaños. La formación que abandera Xavier Domènech y avala Ada Colau ha perdido por el camino esta semana el grupo parlamentario propio para integrarse en el confederal y fraternal de Podemos. Desdecirse del compromiso del referéndum, llegado el caso, sería algo más difícil. Aunque impedir un gobierno de izquierdas aún sería más insólito. Al menos tan insólito como el escenario que se dibuja de un hipotético gobierno de izquierdas con mayoría en el Congreso y un Senado con mayoría absoluta del PP. Y eso que hasta la fecha, el Senado no ha servido para nada.