© EFE

1. Una semana de disturbios nocturnos en las calles de las grandes capitales catalanas y casi un centenar de detenidos. La chispa que encendió el fuego fue, aunque el consejero Miquel Sàmper lo niegue, la entrada de los Mossos en la Universitat de Lleida para detener al rapero Pablo Hasél y la polémica carga policial en la Vía Augusta, a la altura de Gala Placídia, durante la cual una manifestante perdió un ojo al recibir el impacto de una bala de foam. Desde el caso Ester Quintana, quien también perdió un ojo a manos de los Mossos a raíz de la concentración en Plaça Catalunya el 14 de noviembre de 2012, no se había visto nada igual. Roger Español perdió un ojo por bala de goma el 1 de octubre de 2017 disparada por las fuerzas policiales españolas desplazadas a Catalunya para evitar la celebración del referéndum. Han transcurrido nueve años desde el caso Quintana y todavía estamos en las mismas. Algo va mal en la policía catalana y española.

2. La violencia engendra violencia. La cuestión es determinar quién inicia el ciclo y por qué. Desde que los bobbies británicos dejaron de enfrentarse a los manifestantes a pelo, y de eso ya hace unos cuántos años, en todo el mundo la policía se enfrenta a las manifestaciones multitudinarias y de riesgo con un uso desproporcionado de la fuerza. La violencia policial se ha convertido en estructural en muchos países, pero especialmente en los EE. UU.... y en la BRIMO catalana, que no hay manera que un responsable político sea capaz de poner a raya. En Irlanda, Noruega, Islandia, Nueva Zelanda y la Gran Bretaña, así como en algunas islas del Pacífico, la policía patrulla desarmada, pero los antidisturbios van armados hasta los dientes. Sin embargo, la cultura del diálogo está más extendida entre los cuerpos policiales de estos países porque forma parte de cómo se entiende la democracia. Después de la muerte de un bobby, que naturalmente iba desarmado, durante el intento de un yihadista de asaltar Westminster en marzo de 2017, se volvió a discutir si las patrullas de calle debían ir desarmadas a no. Todavía no se han aclarado, porque la cuestión de la violencia como respuesta a la violencia es nuclear en toda democracia.

3. Los Mossos d'Esquadra son la segunda institución mejor valorada por los ciudadanos de Catalunya según los diversos barómetros publicados por el Centro de Estudios de Opinión (CEO). En una escala del 0 al 10, en 2018 lograba el 5,86 y en 2019 el 6,02. En 2020, en un contexto de pandemia, los Mossos d'Esquadra eran los que obtenían una puntuación más alta (un 5,92) por su gestión durante la crisis de la Covid-19, puntuación que, por hacer una comparación por analogías, se contrapone con el 4,87 que obtuvieron la Policía Nacional y la Guardia Civil. No se puede afirmar, por tanto, que el cuerpo de Mossos d'Esquadra esté mal visto por la población. Después de los atentados de la Rambla y de Cambrils, el reconocimiento del cuerpo policial catalán llegó a las cotas más altas. Lo más fácil es lloriquear injustificadamente. Las críticas a los ARRO y a la BRIMO son por actuaciones muy concretas, que estaría bien no confundir con la valoración general que la ciudadanía hace del cuerpo. Si mezclas las cosas, es imposible encontrar una solución. Si quieren hacer valoraciones políticas, también es cierto que hay cierta distanciación entre los partidarios de la independencia respecto los Mossos, lo que contrasta con la media de los unionistas, que revela que les valoran más positivamente.

la violencia juvenil solo se puede contener oponiendo civilidad y atajando la desmedida violencia de la BRIMO, que todo el mundo sabe que dispara los proyectiles foam con demasiada facilidad y sin observar las normas de seguridad de las personas.

4. La violencia policial opuesta a la violencia de algunos manifestantes (los rezagados de la cola), ha generado un debate, promovido por los conservadores, sobre los límites de la violencia en una sociedad democrática, dando por sentado que España lo es. Está probado que España no es una “democracia plena” (lo afirma incluso el vicepresidente del gobierno español), la violencia juvenil solo se puede contener oponiendo civilidad y atajando la desmedida violencia de la BRIMO, que todo el mundo sabe que dispara los proyectiles foam con demasiada facilidad y sin observar las normas de seguridad de las personas. El pasado sábado, el mayor Josep Lluís Trapero se calzó las bambas y asistió como observador de los disturbios, desde el asiento posterior de la Brigada Móvil 00, junto al intendente Xavier Pastor, responsable de la BRIMO. Las series de TV dan para mucho. Espero que el mayor y el intendente hayan podido ver con sus ojos lo que pasó. Ahora solo falta que asistan a la misma escena desde el costado de los manifestantes. Quizás verían otras cosas.

5. Soy contrario a la violencia por convicción. El reverendo Martin Luther King, gran defensor de los derechos humanos, escribió: “La máxima debilidad de la violencia es que es una espiral descendente que causa lo mismo que busca destruir, en vez de disminuir el mal, lo multiplica. A través de la violencia se puede matar al mentiroso, pero no se puede matar la mentira, ni establecer la verdad. A través de la violencia se puede asesinar al enemigo, pero no asesinar el odio. En realidad, la violencia simplemente aumenta el odio”. Él lo defendía inspirado por la fe cristiana, un servidor lo hace basándose en un laicismo absoluto, fundamentado en la creencia democrática que la violencia es un crimen. No necesité que asesinaran a Ernest Lluch para caer del caballo. Es por eso por lo que me parece intolerable la violencia policial que provoca que una joven de 19 años pierda un ojo y que al mismo tiempo es incapaz de parar a una minoría que se manifiesta violentamente. La incapacidad gubernamental de preservar el orden y la democracia tiene ese efecto y es una prueba de su fracaso.