Sobre el futuro nadie sabe nada. Pero los agoreros habituales nos anuncian para el flamante 2019 todo tipo de males ya que los soberanistas catalanes no dan su brazo a torcer. Últimamente, además, los medios unionistas alimentan una falsa polémica sobre la supuesta división del independentismo por la actitud que deberían tomar PDeCAT y ERC ante la tramitación de los presupuestos españoles. El sector autonomista del PDeCAT, agazapado mayoritariamente en la dirección, va emitiendo señales de su intención de rendirse a la presión de los medios de comunicación y al entorno conservador neopujolista que se disfraza de liberal. La derecha siempre se siente incómoda cuando la gente —ese pueblo que tanto les asusta— toma protagonismo en la política. “No se gobierna inocentemente”, afirmó Saint-Just, el llamado “Arcángel del Terror” de la Revolución francesa.

Empecemos por deshacer entuertos. La irrupción de Vox en la política española no es algo nuevo. El uso espurio que Vox está haciendo de la acusación popular contra los dirigentes del proceso soberanista está protegido por el Tribunal Supremo. Este tribunal, politizado hasta el delirio, ha rechazado en varias ocasiones las peticiones de los encausados de expulsar a este partido de la acusación particular. Vox lleva años detrás de la agenda política española sin que los que ahora se escandalizan hubieran tomado medidas para que la extrema derecha no les contaminase. Mientras Vox perseguía sólo a los separatistas a nadie le importaba que pudiera destruir el diálogo político. No se pedían cordones sanitarios ni les entró la congoja a los del PSOE: sólo después de las elecciones andaluzas se les heló la sangre. Está claro que quien a hierro mata, a hierro muere.

Los progresistas españoles, si es que existen, van a experimentar en sus carnes el daño que han querido causar al soberanismo catalán. No es que me alegre de que la extrema derecha española les acabe dispensando el mismo trato violento que recibieron los dirigentes catalanes hoy en el exilio o en la cárcel, pero lo tienen bien merecido. La falta de coraje de los socialistas —e incluso de los poscomunistas— para atajar los argumentos sin sentido y xenófobos que difunde el neofranquismo sobre Catalunya y sobre los soberanistas será su tumba. Lo que no tiene lógica alguna es que ahora exijan —porque eso es lo que se escribe en la prensa unionista— a los soberanistas que les saquen del apuro. ¿Es que el PSOE no pactó con el PP la aplicación del 155 sin que le cayesen los anillos? ¿Por qué no pacta con el PP el presupuesto? ¿Es que el “todo por la patria” sólo tiene vigencia si se trata de destruir a los soberanistas?

Cuando se utiliza la irracionalidad para tomar decisiones políticas, el resultado es un monstruo

La supuesta obligación de los soberanistas para con los presupuestos de Pedro Sánchez es falsa. Es una trampa que se aprovecha de la inmadurez de algunos políticos catalanes. No les quepa la menor duda de que Inés Arrimadas sería presidenta de la Generalitat con el apoyo de PSC y PP si les hubieran salido las cuentas. Esta es la situación real. Cuando se utiliza la irracionalidad para tomar decisiones políticas, el resultado es un monstruo. La defensa irracional de la unidad de España propició el nacimiento de ese monstruo. Un Frankenstein que amenaza la democracia. Ante la moción de censura que quebró a Mariano Rajoy y a su gobierno, ya escribí que me parecía un error que PDeCAT y ERC apoyaran a Pedro Sánchez sin pedir nada a cambio. Máxime cuando los socialistas habían dado a entender con la crudeza de sus actos todo lo que estaban dispuestos a hacer en contra del soberanismo. ¿Qué medida ha tomado Sánchez desde entonces a favor del diálogo que puedan argüir los partidarios de votar a favor de sus presupuestos? ¡Ninguna! Sería un doble error volver a prestarle los votos para nada. El “peix al cove” 2.0 que propugnan los que solo representan a un minoría privilegiada y egoísta es ofrecerle gratis un salvavidas al régimen del 78.

Háganse una simple pregunta, pensando en Catalunya: ¿Qué sentido tendría que el Govern de Quim Torra recabase el apoyo de Ciudadanos para aprobar el presupuesto de la Generalitat? No se rían, por favor. En una situación política normal, ¿qué problema habría en intentarlo? Lo irracional de lo que acabo de plantear es que resulta imposible pactar algo positivo con quien te amenaza constantemente de mandarte a la cárcel, si pudiera, para toda la vida. Prepárense para la ofensiva de los llamados “moderados” para doblegar a los “intransigentes” fieles a Puigdemont. El principal argumento será que ellos defienden la política de verdad frente a la política de las emociones que practican los irredentos, como si su gestión de la crisis catalana hubiera sido ejemplar y el autonomismo un estanque dorado. No se fíen de quienes les digan que votando a favor de los presupuestos de Pedro Sánchez vamos a vivir mejor. Ese pensamiento mágico sólo busca proteger los privilegios obtenidos bajo la lógica el régimen del 78. Cinismo en estado puro. Conservadurismo tramposo. Amén de llevar consigo la destrucción del catalanismo político al que dicen querer retornar.