¿Qué es una Sociedad Anónima? La cara invisible de la burguesía. Está claro que esta no es una definición ortodoxa de una sociedad mercantil en la que el capital se divide en acciones e integrado por las aportaciones de los socios, pero es la versión popular para designar a la gente rica y, por lo tanto, el poder, puesto que los socios de una S.A. no responden personalmente de las deudas sociales y se benefician de todo tipo de martingalas legales. En la universidad no me lo explicaron así, pero casi. Antoni Jutglar i Bernaus (1933 – 2007) era un historiador bastante atípico. Lo tuve de profesor de Historia del Pensamiento Social Moderno y Contemporáneo en la Universidad de Barcelona a finales de los años setenta, cuando ya lo asistía en clase un joven Bernat Muniesa (1942), quien le tomó el relevo mientras la salud se le apagaba despacio. Jutglar había aprendido la importancia de la sociología histórica en el mítico Instituto Católico de Estudios Sociales de Barcelona (ICESB).

Jutglar era un cristiano revolucionario de aquellos que menudean en la izquierda catalana, y fue un lector y un divulgador de personalidades católicas progresistas del tipo Mounier, Lacroix, Perroux o Bernanos, pero también dedicó su tiempo a propagar a otros autores, como Morazé, Foucault y Camus, de tendencia más bien libertaria. Su legado historiográfico más importante es, sin embargo, la biografía de Francesc Pi i Margall (1824 – 1901). Jutglar también se dedicó a estudiar a la burguesía catalana. En 1966 publicó, en catalán, en la editorial Norfeu, el libro Els burgesos catalans, que en 1972 amplió con un prólogo y un epílogo y modificó el título. Pasó a titularse Historia crítica de la burguesía catalana, publicada, primero en catalán por medio de la editorial Dopesa, y después en castellano, ya en 1984, y ampliada de nuevo, por la editorial Anthropos que él mismo había ayudado a impulsar.

El libro de Vinton es un ir y venir de familias que han influido —e influyen— en el mundo del dinero. Lo peor del libro es que no tiene ninguna pretensión analítica

Además de Jutglar, solo se habían dedicado a la burguesía catalana Jaume Vicens Vives (1910 – 1960) en Industrials i polítics del segle XIX (1958) —un libro que, con la colaboración de Montserrat Llorens, integró otro que había sido publicado antes con un título más anodino, Els catalans del segle XIX— y, desde una perspectiva económica, Jordi Nadal i Oller (1929), otro discípulo de Vicens Vives, cuya alcurnia burguesa gerundense es de mucho peso y a la que pertenecen, en primer lugar, su hijo Miquel Nadal i Segalà, el número dos de Josep Piqué cuando este era ministro de Exteriores del PP y desde el 2002 socio del bufete Roca y Junyent, y los hermanos Nadal i Farreras, el periodista y escritor Rafael, y el político e historiador Joaquim, quienes a su vez son cuñados de Jaume Sobrequés, también historiador y director del Centre d’Història Contemporània de la Generalitat Catalunya.

En 1977, Àngels Solà, profesora de historia contemporánea en la UB, presentó la tesis sobre L’elit barcelonina a mitjan segle XIX. Si bien todas las poblaciones mercantiles y manufactureras catalanas tenían su propia burguesía, la más poderosa era la que vivía en Barcelona, aunque muchas de las familias burguesas de la capital habían nacido en una de esas otras poblaciones catalanas: los Safont, en Vic; los Xifré, en Mataró; los Batlló, en Olot; los Godó, en Igualada, etc. Después llegaron el montón de libros de Francesc Cabana, documentados, pero con espíritu divulgador, dedicados a la cuestión, y el estudio de Gary W. McDonogh, Las buenas familias de Barcelona (Ed. Omega), sobre los valores, las creencias y las formas de vida de la elite barcelonesa a partir del impacto del Gran Teatro del Liceo sobre la ciudad. Aquella elite, a menudo violenta cuando se trataba de defender los intereses de clase, fue retratada muy bien en la vertiente literaria por Eduardo Mendoza en La verdad sobre lo caso Savolta (1975) y en la Ciudad de los prodigios (1986), dos novelas centradas en la época del pistolerismo, y por Josep Maria de Sagarra en Vida privada (1932), la gran novela sobre la decadencia del mundo burgués catalán.   

No pretendo hacer una relación de lo publicado sobre las burguesías catalanas, puesto que cuando hablamos de la burguesía catalana habría que hacerlo en plural, ya que incluso hoy en día hay más de una, según si viven en Barcelona o en las comarcas y ciudades colindantes a la capital. Lo que es evidente es que no se ha escrito una historia global sobre las grandes familias catalanas, de las 200 ó 300 ó 500, no lo sé, que han detentado el poder económico —y a menudo político—, a pesar de la conflictividad de nuestro mundo contemporáneo, teñido por las guerras y las dictaduras. La historia social de esa burguesía todavía está por escribir, del mismo modo que tampoco disponemos de una historia completa —total, para formularlo a la manera historiográfica con que lo planteó Pierre Vilar— de la clase obrera catalana.

Disponemos de algunos libros sobre el movimiento obrero o sobre las organizaciones patronales, pero prácticamente no sabemos nada de la formación de las clases obrera y burguesa. Y aun así, de vez en cuando se publican nuevos libros que de una forma u otra van llenando este vacío. Se acaban de publicar dos. El primero, que todavía no he leído, es de Andreu Farràs y está dedicado a Els Güell. La història d’una de les famílies més influents a Catalunya els últims dos segles (Edicions 62). Farràs repasa cinco generaciones a través de cinco miembros de esta saga: Joan Güell Ferrer (1800 – 1872), el patriarca y el indiano; Eusebi Güell Bacigalupi (1846 – 1918), el mecenas de Gaudí; Joan Antoni Güell López (1874 – 1958), el amigo de Alfonso XIII y de Primo de Rivera; Juan Claudio Güell Churruca (1905 – 1958), que organizó la primera reunión entre Franco y Don Juan de Borbón, y Carlos Güell de Sentmenat (1930 – 2012), empresario y fundador del Círculo de Economía.

Pero, ¿qué relación existe entre el Tío Alberto, sobre quien una de sus biznietas rodó un documental, y las familias de los expresidentes Jordi Pujol y Pasqual Maragall?

Según Farràs, desde la muerte de Carlos Güell, la familia ha dejado de tener la influencia que tenía, a pesar de que sigue acumulando un gran patrimonio. Esta circunstancia enlaza con el segundo libro recién publicado, que sí he leído, La gran teranyina. Els secrets del poder a Catalunya (Ed. del Periscopi), cuyo autor es el enigmático Roger Vinton, un seudónimo que esconde, dicen, a un yuppie que se ha hartado de un ambiente que ha sido el suyo durante años. En este otro libro, los Güell  son mencionados un montón a veces, tanto si se habla de la cementera Asland, creada por Güell Bacigalupi, como si se habla del Grupo Godó de Comunicación, en cuyo consejo de Administración se sienta José Joaquín Güell y de Ampuero, biznieto del mecenas de Gaudí y por lo que se ve uno de los pesos pesados de la banca de inversión española. Los Güell ahora mandan bajo mano.

El libro de Vinton es un ir y venir de familias que han influido —e influyen— en el mundo del dinero. Lo peor del libro es que no tiene ninguna pretensión analítica, pues el alud de buenas familias que se perpetúan en el tiempo no va acompañado de un análisis histórico e incluso sociológico de lo que esas familias han representado en la construcción y la perpetuación del poder. El libro es, en este sentido, positivista hasta decir basta. Quizás sea por eso que el autor se olvida de que el poder no se basa tan sólo en el dinero. La dominación, como explicó muy bien Michael Foucault, incluso cuando es una dominación positiva, es algo más que pertenecer a un montón de consejos de administración.

Eso lo saben familias como la de Xavier Ribó i Rius (1903 – 2000), el exsecretario de Francesc Cambó y corredor de bolsa, profesión que ya había ejercido su padre, que también fue presidente del Ferrocarril de Mollet del Vallès a Caldes de Montbuí, el calderí. Sus hijos, Ignacio, Rafael y Xavier Ribó i Massó, son de todo, desde propietarios de restaurantes y locales de ocio nocturno para burgueses —El Mató de Pedralbes, La Vaquería, Up & Down, Ribelino’s, Bocaccio, etc.—, y fans de Ada Colau —como Ignacio, el empresario de la gauche divine junto a Oriol Regàs—, hasta Síndic de Greuges de Catalunya como Rafael, el exsecretari0 general del PSUC y profesor en la Universidad de Barcelona, pasando por el hermano relacionado con Banca Catalana a través del Banco Industrial del Mediterráneo (BIM), Xavier, que está casado con Rosa Garicano, una de las personas presuntamente implicadas en la estafa del Palau de la Música. Ella es hija, además, de quién fue gobernador civil de Barcelona de 1966 a 1969 y Ministro de Gobernación con Franco, Tomás Garicano Goñi (1910 – 1988). Con esa boda, los Ribó entroncaban con la flor y nata del régimen franquista. Estuvieron presentes en la ceremonia prohombres del momento como el ministro comisario del Plan de Desarrollo, Laureano López Rodó (1920 – 2000); el gobernador militar de Barcelona, Luis Alfonso de Baviera y Borbón (1906 – 1983); el subsecretario de Gobernación, Santiago de Cruïlles (o Cruylles, como lo escribía él) de Peratallada y Bosch (1919 – 1999); el delegado nacional de Educación y Deportes, Juan Antonio Samaranch (1920 – 2010); el capitán general de Cataluña, Alfonso Pérez Viñeta (1905 – 1978); el alcalde José María de Porcioles (1904 – 1993) y supongo que también debió de acudir Luis Garicano, sobrino nieto del ministro franquista, y que hoy ejerce de mente pensante en materia económica de Ciudadanos, el partido anticatalanista por excelencia.  

¿Qué relación tenía el ínclito Xavier Vidal-Folch con Juan Vilá Reyes (1925 – 2007), el antiguo presidente del RCD Español que fue condenado a 223 años de prisión por la estafa más sonada del franquismo, el caso MATESA?

Este es solo un ejemplo de hasta donde habría podido llegar Roger Vinton. Es muy fácil pedir a un autor que escriba lo que quizás no se ha propuesto escribir. Pero el retrato del poder en Cataluña hubiera sido más completo si Vinton hubiese abierto el foco y su relato llegase hasta hoy. Les pongo otros dos ejemplos, para acabar.

En 2005, el fondo de capital riesgo Apax pagó unos 900 millones para adquirir Panrico. Más de 300 de esos millones llenaron los bolsillos de la familia Costafreda, fundadora de la compañía que explota la comercialización de los donuts y los bollycao, dos pastelitos industriales que han marcado a varias generaciones. Una década después, Andreu y Joan Lluís Costafreda mantuvieron una cruzada judicial contra su hermano Albert, entonces presidente de la panificadora, para conseguir el control de Universal de Panadería y Bollería (UPB), que es la empresa creada con los fondos obtenidos por la venta de Panrico. Finalmente, este año el Tribunal Supremo falló a favor de Albert Costrafreda.

La única vez que Vinton cita a un Costafreda es en la página 44 de su libro, cuando explica que el hermano mayor, Albert, invirtió, por mediación de Genís Marfà, en su momento el abogado del Estado más joven de España y miembro de los Marfà del textil, en la inmobiliaria Aisa. La inversión fue un desastre. Pero los Costafreda son una familia resiliente, e incluso consiguió controlar Artiach, que compró a Kraft en 2008 por 58 millones de euros, aunque comportó que la firma tuviese que pedir un crédito de 60 millones de euros. La siguiente generación de los Costafreda, los hermanos Irina y Albert Costafreda Gimeno, se convirtieron en propietarios de Sandwich & Friends al adquirirla a Franxa Tomàs, el cofundador que todavía mantenía una participación en la cadena después de la salida de su socio, Kike Gomà. El negocio acabó muy mal, como también acabó mal la asociación de Albert Costafreda Gimeno cono Bruno Figueras cuando invirtieron, en 2015, en parques eólicos mediante Siroco Capital, una sociedad en la que también participaba el antiguo accionista de Caprabo Silvio Elías Marimón.

Bruno Figueras, como explica Vinton, es hijo de Josep M. Figueras Bassols (1928 – 19994), el fundador de Habitat, una inmobiliaria que acabó en la ruina, pero de quien no menciona las veleidades culturalistas, puesto que acabó atesorando, a instancias del historiador Josep Termes, una de las mejores colecciones de carteles de la Guerra Civil, hoy integrada en el fondo del Centro de Estudios Históricos Internacionales (CEHI) de la Universidad de Barcelona. Esta faceta del Figueras padre habría complementado mucho mejor el retrato que Vinton pinta de este hombre como mecenas del equipo de fútbol americano Barcelona Dragons. La colección ha perdurado más que su aventura en el deporte.

El caso que me gusta más, porque es bastante significativo y refuerza la tesis de Vinton según la cual el poder en Catalnya responde más a un dibujo de telaraña que no a la metáfora de la casta o de la trama, que es la obsesión de los nuevos populistas, es el de Alberto Puig Palau (1908 – 1986), el Tío Alberto de la famosa canción de Joan Manuel Serrat. Vinton explica muy bien y con todo lujo de detalles la relación de Puig Palau con el mundo de las carreras de coches y establece la relación que existió entre él y los dos primos pilotos, uno de motos y el otro de coches, Alberto Puig de Rosa y Pedro Martínez de Rosa. Era el abuelo y el tío abuelo, respectivamente. Pero, ¿qué relación existe entre el Tío Alberto, sobre quien una de sus biznietas rodó un documental, y las familias de los expresidentes Jordi Pujol y Pasqual Maragall?

Fue esa biznieta, Elena de Arana Iñiesta, quien me dio la pista. Alberto Puig Palau se casó con Margarita Gabarró Carles (1911 – 2001) y uno sus hijos es Margarita Puig Gabarró. Esta hija, todavía viva, se casó con José de Arana Sagnier (1926 – 2015), emparentado con el famoso arquitecto Enric Sagnier y Villavecchia (1858 – 1931) y fundador de la financiera Montjuic E.F., S.A. Tuvieron cinco hijos, entre ellos Alberto, que es el padre de Elena, y una de las hijas es Clemen de Arana Puig, que se casó con Jordi Vidal i Maragall. Esa es la relación con los dos expresidentes. Jordi es sobrino segundo del president Maragall y hermano de Anna Vidal i Maragall, la mujer de Oriol Pujol i Ferrusola. La relación se podría acabar aquí, pero resulta que Josep Pujol i Ferrusola, otro de los hijos del expresident, está casado con Laura Vilà i Sagnier, quien a su vez entronca, por un lado, con la familia propietaria de la industria textil SAFA, y por otra, con el árbol genealógico de la influyente saga de los Sagnier, lo que la liga también con los De Arana. ¿Verdad que la telaraña tiene muchos nódulos todavía por explorar?

El libro de Vinton abre muchas puertas que están por abrir. ¿Qué relación tenía el ínclito Xavier Vidal-Folch con Juan Vilá Reyes (1925 – 2007), el antiguo presidente del RCD Español que fue condenado a 223 años de prisión por la estafa más sonada del franquismo, el caso MATESA? A Vinton le quecha mucha más tela que cortar si quiere desvelarlos el enigma.