Siempre que parece que España se catalaniza es que Catalunya se está españolizando. Este es el núcleo del marco teórico del españolismo plurinacional, y como es algo más enrevesado que el del españolismo frontal, siempre resulta más simpático, disimulado y aparentemente inofensivo. Pero no lo es. Me ha hecho pensar en la marca 2Cat, el nuevo "proyecto" de RTVE en catalán para Catalunya. Solo para el Principat, que debe de ser el único lugar donde se habla esta lengua del demonio. Al parecer, las emisiones deportivas en catalán serán uno de sus grandes ejes. Todo esto sería una buena noticia, o una noticia a tener en cuenta, si la primera emisión no fuera el partido de la selección española de fútbol contra la selección búlgara de la próxima semana. Por muy enrevesados que sean los laberintos ideológicos del españolismo fraterno, a veces las consecuencias son tan obvias y palpables como las del franquista más desacomplejado.
Ya es coincidencia, además, que el 2Cat en cuestión llegue mientras la obsesión de Rosa Romà por hacer que la historia, el bagaje y la función de TV3 queden borrados de su marca alcanza su clímax. No hace falta ser el más listo del barrio para darse cuenta de que la pretendida catalanización de la 2 servirá de excusa para españolizar TV3 sin tener que disimular tanto. Tendremos —"tendremos"— dos televisiones a medias, lo que significa que, al final, televisión pública con la función última de normalizar la lengua catalana en Catalunya no tendremos ninguna. Esta escenificación audiovisual es, en realidad, la concreción material de una de las ideas madre de la izquierda española: que la catalanidad solo es válida en la medida en la que acepta una cuota de españolidad. Que no es una nacionalidad completa, ni hay que poner los medios para que lo sea. Que la catalanidad solo es un complemento que puede colgar de la españolidad y que, en todas partes, siempre tiene que ser secundaria.
La pretendida catalanización de la 2 servirá de excusa para españolizar TV3 sin tener que disimular tanto
Explicaba el director de RTVE que "seguimos trabajando por una TVE donde las lenguas se unan". Tampoco hace falta ser doctorado en sociolingüística para entender que esto no significa absolutamente nada. O que no significa más que el punto de unión y de convergencia será el de la españolidad, porque no existe convivencia plácida entre lenguas si ambas no se encuentran más o menos en igualdad de condiciones, esto es, si ambas no disponen de mecanismos de poder que se asimilen. De hecho, la elección que ha hecho el 2Cat para su primera emisión ya nos da alguna pista de que el punto de unión estará en la españolidad. Nuevamente, parece enrevesado, pero poner referentes españoles en el centro del mundo de la cultura y la comunicación, aunque la retransmisión del programa o del partido sea en catalán, es la antesala para españolizar el tejido cultural y lograr que arraigue la idea de que si de todo aquello de lo que es importante hablar es castellanocentrado, el catalán es una lengua superflua.
La semana pasada escribí una columna con una tesis parecida a esta, que versaba sobre el programa Bestial y la españolización de los referentes en los programas de TV3, de lo cual ya se habló bastante a raíz de la emisión de Col·lapse, con Ricard Ustrell. Justificadamente. Que esta semana tenga que escribir la columna que los lectores han leído no hace más que validar las tesis que aquí he querido exponer. A propósito de esto, me gustaría recordar que Miquel Calçada y Sergi Sol —a propuesta de Junts y ERC, respectivamente— están en el Consejo de Administración de RTVE. Nada más. Estas cuestiones son pesadas de tratar y sobre todo pesadas de escribir, porque con facilidad llevan a la repetición. Pero mejor seguir tratándolas y seguir escribiendo sobre ellas, porque si no oponemos la resistencia intelectual que requieren, cuando nos demos cuenta, se nos habrán metido en la cocina. Si no es que ya no están.