Este sábado 28 de junio Budapest será escenario de un choque de valores. A pesar de la prohibición oficial del Budapest Pride 2025 y las advertencias del gobierno ultraconservador de Viktor Orbán, la capital húngara vivirá una marcha alternativa convocada por el municipio bajo el paraguas de la Fiesta de la Libertad. La iniciativa, impulsada por el alcalde Gergely Karácsony, busca garantizar un espacio de expresión para el colectivo LGTBIQ+ en un contexto cada vez más represivo.
Orbán ha justificado la prohibición de la marcha alegando que "la protección de los menores está por encima de cualquier otro derecho". "Hungría es un país civilizado, todo el mundo puede expresar su opinión, pero hay cosas que no se pueden hacer", declaró desde Bruselas, donde asistía a una cumbre de la UE. El mandatario, que lidera el país desde 2010, ha intensificado en los últimos años su ofensiva legislativa contra los derechos del colectivo LGTBIQ+, equiparando su visibilización a propaganda nociva para la infancia.
Represión legal y vigilancia policial
Las reformas legales impulsadas por el gobierno húngaro desde 2020 han ido laminando progresivamente derechos civiles, especialmente del colectivo LGTBIQ+. De entre las más destacadas: la prohibición del reconocimiento legal del género para personas trans, la limitación de la adopción a familias tradicionales y, desde 2021, la polémica ley de "propaganda LGTBIQ+", inspirada en la normativa rusa de Vladímir Putin. Esta ley restringe drásticamente cualquier representación pública de la diversidad sexual o de género. Están prohibidas banderas, símbolos y mensajes LGTBIQ+ en espacios públicos, incluidos edificios oficiales, escuelas y medios. Su aplicación se ha extendido también al derecho de reunión: el gobierno utiliza ahora este marco legal para prohibir marchas como la del Pride, siempre bajo la justificación de proteger "el desarrollo saludable de los niños".
Además, la policía de Budapest ha advertido de que multará a las personas que participen en la manifestación alternativa y ha informado de que desplegará sistemas de reconocimiento facial para identificar asistentes, una medida fuertemente criticada por organismos de derechos humanos.
Contramanifestación ultraderechista con permiso policial
En una decisión cargada de polémica, la policía ha autorizado una manifestación de extrema derecha —convocada por el grupo ultranacionalista HVIM— que tendrá lugar a la misma hora y con un recorrido casi idéntico a la marcha alternativa impulsada por el Ayuntamiento.
Este grupo, con antecedentes violentos y vínculos con la milicia supremacista blanca Légió Hungária, ha declarado abiertamente que "bloquearán" el recorrido de la marcha. HVIM ya intentó boicotear el Orgullo en el 2019 —un caso que actualmente se encuentra en los tribunales— y aseguran que tienen "la ruta del Pride reservada". "Si hay Orgullo, cuenta con nosotros", advirtieron en un comunicado. A pesar de no tener afiliación formal con el partido Fidesz de Viktor Orbán, comparten muchos valores ideológicos, como la defensa del "orden tradicional" y la oposición a la diversidad sexual y de género.
Críticas internacionales y presencia política europea
La Comisión Europea ha expresado preocupación por la situación. Su presidenta, Ursula von der Leyen, hizo un llamamiento a las autoridades húngaras para permitir la marcha "sin sanciones penales ni administrativas". No obstante, según activistas locales, Von der Leyen ha evitado medidas contundentes. La directora de la organización Reclaim, Esther Martínez, participó el miércoles en una mesa redonda en Budapest y alertó de que "nos estamos jugando la democracia". Lamentó que la presidenta de la CE "mira hacia otro lado mientras se violan derechos fundamentales".
Ante la ambigüedad institucional, muchos representantes políticos europeos han decidido estar presentes personalmente. A la marcha del sábado asistirán cerca de 70 eurodiputados, así como figuras destacadas de la política española como la vicepresidenta Yolanda Díaz, los ministros Ernest Urtasun (Cultura) y Ana Redondo (Igualdad), o el diputado Víctor Gutiérrez. Díaz y Urtasun —los dos de Sumar— han confirmado su participación, mientras que Redondo ha declinado asistir para evitar un "choque institucional". Jaume Collboni, alcalde de Barcelona, también ha confirmado su asistencia.
Un escenario tenso, pero simbólicamente clave
Las calles de Budapest no muestran ningún rastro visible del movimiento LGTBIQ+: ni banderas ni símbolos en los escaparates ni en los balcones. El miedo, la censura y la represión han ganado terreno. No obstante, la marcha de este sábado se ha convertido en mucho más que un acontecimiento de reivindicación identitaria: es un símbolo de resistencia ante una deriva autoritaria que pone en cuestión los fundamentos democráticos de la Unión Europea. La sentencia pendiente del Tribunal de Justicia de la Unión Europea sobre la ley de propaganda LGTBIQ+ podría marcar un punto de inflexión jurídico y político, pero, mientras tanto, la Europa de los valores y los derechos continúa a prueba, y Budapest es hoy uno de sus principales frentes de batalla.