Alemania vive en las últimas semanas una lucha encarnizada contra la sombra de su pasado más trágico. El rechazo contra los planes del partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), el Movimiento Identitario y simpatizantes neonazis para expulsar del país a millones de extranjeros y alemanes nacionalizados, formuladas en una reunión de extremistas celebrada en Postdam, ha sacado a la calle a miles de alemanes en la última semana para protestar contra el partido de extrema derecha que, paradójicamente, está subiendo en las encuestas de intención de voto. El AfD, que ingresó en el Bundestag en 2017 y en las elecciones del 2021 consiguió 83 escaños, suscita una división de opiniones entre los alemanes. Un 42% está a favor de prohibirlo como a partido político, pero idéntico porcentaje se pronuncia en contra, en el debate que ha surgido con fuerza en los últimos días.

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Protestas contra el AfD (Europa Press)

La reunión de los planes de la "remigración", el detonante

La polémica empezó cuando el portal de periodismo de investigación Correctiv publicó el miércoles 10 de enero que, en el mes de noviembre, unas 30 personas influyentes figuras de la extrema derecha se reunieron en el hotel Landhaus Adlon de Postdam para hablar de las expulsiones de personas de origen inmigrante. Entre los asistentes había representantes del AfD, simpatizantes neonazis y el Movimiento Identitario ultraderechista que lidera el austríaco Martin Sellner, que presentó un "plan maestro" denominado "remigración", que aboga por la limpieza étnica del país de elementos extranjeros. Estos planes tienen como objetivo expulsar millones de inmigrantes, incluidos los que ya están nacionalizados. En la reunión se ha identificado a dos miembros de los democristianos (CDU) y un asesor personal de la colíder del AfD, Alice Weidel. El AfD ha quitado importancia a la reunión de Postdam y asegura que lo que están publicando los medios no son más que "cuentos de hadas".

No olvidar el pasado

No olvidar el pasado del nazismo y las consecuencias que tuvo para el país, para Europa y para el mundo es una de las obsesiones que ha vivido la sociedad y la política alemana en las últimas décadas. Pero el pasado se ha convertido en un monstruo que vuelve a amenazar la convivencia en el país. "Alemania ha aprendido del pasado Si hay alguna cosa que nunca más podrá tener cabida en Alemania es la ideología racial nacionalsocialista", sentenció el canciller a Olaf Scholz en un video mensaje, en el cual se preguntó qué deben pensar ahora los más de 20 millones de ciudadanos de origen migrante que viven en Alemania. "Quiero decirlos a todos: Ustedes son parte de nosotros. Nuestro país los necesita", enfatizó el Bundeskanzler la víspera de la protesta que se celebró en Postdam pasado 14 de enero y en la que participaron miles de personas, entre ellas Scholz y la ministra de exteriores, Annalena Baerbock. Las protestas de alemanes indignados contra los planes de la ultraderecha siguieron en Berlín, en Colonia, Hamburgo, y se contabilizan cerca de 180 manifestaciones previstas en otras ciudades del país en los próximos días. El canciller alemán ha vuelto a insistir en su mensaje este sábado en un vídeo en la red social X (antes Twitter). "Los extremistas de derecha atacan nuestra democracia. Todos estamos llamados a tomar una posición clara: por nuestra Alemania democrática. Y por nuestros más de 20 millones de amigos, compañeros de trabajo y vecinos con antecedentes migratorios", ha afirmado Scholz.

El gobierno baja y el AfD alza

Pero el contexto político es clave en este conflicto que sacude la sociedad alemana. El AfD está capitalizando el descontento ciudadano con el gobierno de Olaf Scholz, que llegó al poder en diciembre del 2021 después de un acuerdo de coalición de centroizquierda (liberales, verdes y socialdemócratas). El tiempo en el poder ha hecho aflorar disputas internas, una economía en recesión, una taza de inflación del 5,9% anual, conflictos con diferentes sectores económicos y empresariales que se ha traducido en una importante reducción del apoyo electoral en las encuestas. Según la agencia EFE, el partido socialista (SPD) del canciller Scholz solo cuenta con el 13% de apoyo de los alemanes (el más bajo en casi cuatro años), los verdes se mantienen estables en el 14% y el tercer partido de la coalición de gobierno, el Partido Liberal (FDP), pudría incluso no llegar al 5% que es necesario para mantenerse en el Bundestag (parlamento alemán).

En cambio, el partido de la ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD) ha llegado al 22% en intención de voto en las encuestas (en las elecciones federales del 2021 alcanzó el 10,3%), y a diez meses de las elecciones regionales en tres estados federados (Brandeburg, Sajonia y Turingia), el partido que colideran Tino Chrupalla y Alice Weidel, encabeza las encuestas. Precisamente, en diciembre el partido ultraderechista consiguió la primera alcaldía en Alemania en una localidad de Sajonia (este), después de que en junio un candidato del AfD ya se convirtiera en gobernador de un distrito en Turingia (este).

Una prohibición muy complicada

Aunque la información revelada por Correctiv ha provocado una oleada de indignación generalizada, el debate sobre la posible ilegalización de Alternativa para Alemania (AfD) no cuenta con un consenso mayoritario. Incluso, hay líderes de partidos alemanes que creen que una prohibición del AfD no haría sino dar más fuerza al partido ultraderechista y jugaría en favor suyo. Otros, argumentan que esta no es una cuestión política, sino judicial, dado que la prohibición corresponde al Tribunal Constitucional, que juzga únicamente según los principios y valores de la orden fundamental, liberal y democrático consagrado en la Constitución.