El líder ruso, Vladímir Putin, tomará mañana posesión de su cuarto y seguramente último mandato al frente del país, con el reto de sacar a Rusia del retraso económico sin modificar su agresiva política exterior. Más de dieciocho años en el poder no han desgastado su gusto por la política ni tampoco su popularidad, pero, salvo que acepte reformar la Constitución —que prohíbe encadenar más de dos mandatos consecutivos—, los próximos seis años serán su última oportunidad de cumplir muchas de las promesas que ha hecho a los rusos.

En paralelo a la renovación de Putin, el principal líder opositor ruso Alexéi Navalni fue detenido este sábado durante una manifestación no autorizada en Moscú, a dos días de la investidura de Vladimir Putin para un cuarto mandato presidencial. Asimismo, 300 partidarios del opositor fueron además arrestados en toda Rusia, según la organización especializada OVD-Info.

La policía utilizó para parar la manifestación gases lacrimógenos e hizo uso de la fuerza para intentar dispersar la manifestación en Moscú, donde se produjeron enfrentamientos entre partidarios de la oposición y militantes pro-Kremlin. Se han detenido 1.500 personas, según han informado medios locales.

Putin, seis años más

La histórica victoria que obtuvo en las elecciones del pasado 18 de marzo, en las que fue respaldado por 56 millones de ciudadanos, le da margen para acometer reformas impopulares, pero como ha observado él mismo en su último discurso sobre el estado de la nación, el tiempo apremia.

Putin, que ha admitido que Rusia es un país "atrasado", con 30 millones de pobres y que sufre un "rezago tecnológico", se ha propuesto superar en seis años esos problemas y poner al país en la senda que debe llevarle a alcanzar a Occidente en riqueza y desarrollo tecnológico. Para tan siquiera empezar el camino, deberá acometer dolorosas reformas que podrían socavar su hasta ahora inquebrantable popularidad.

Subir la edad de la jubilación, elevar la carga fiscal tanto a empresas como a ciudadanos, reducir el papel del Estado en la economía y dar mucha más libertad a la iniciativa privada, son sólo algunas de las reformas de las que lleva años hablando y que nunca pasan de las palabras.

Cuando concluya mañana en el Gran Palacio del Kremlin la pomposa ceremonia de investidura, una de las primeras actuaciones del nuevo presidente será proponer a su candidato al cargo de primer ministro, que deberá conformar el nuevo Gobierno.