Durante más de tres años, Rusia ha utilizado su flota de bombarderos para atacar a Ucrania. El pasado 1 de junio, Ucrania respondió con la operación Spiderweb, o Telaraña, planificada durante 18 meses. Decenas de drones ocultos, lanzados desde camiones dentro de Rusia, llegaron a aeropuertos militares a miles de kilómetros y destruyeron al menos 12 bombarderos. Esta operación supuso un gran éxito moral para Ucrania, pero muchos temían la respuesta de Moscú.
La represalia rusa empezó la noche siguiente con una gran ofensiva de misiles y drones en Kyiv y otras ciudades. A pesar del alcance del ataque, no fue muy diferente de lo que Ucrania ha sufrido durante la guerra. Eso ha generado dudas sobre la capacidad de Vladímir Putin de escalar el conflicto y sobre si Rusia ya ha mostrado el grosor de su respuesta o si todavía está por llegar.
Las represalias que esperan los sectores más duros
Según analistas de la CNN, Putin tiene limitaciones políticas y materiales. Una respuesta desmesurada reconocería el éxito ucraniano, algo que el Kremlin quiere evitar. Los medios estatales rusos han omitido detalles de la operación Telaraña y han minimizado la respuesta de Putin, enfocándose en otros temas como las negociaciones de paz. Eso apunta a una estrategia deliberada para restar importancia a la derrota.
Materialmente, Rusia ya utiliza centenares de drones diariamente. El día antes de la operación ucraniana, Rusia lanzó 472 drones, y dos días después envió 479, rompiendo su propio récord. Eso limita el margen de maniobra para una escalada clara. Mientras tanto, algunos sectores prorrusos piden represalias más duras, incluido el uso de armas nucleares o misiles como el Oreshnik, poco útiles contra objetivos reforzados como los centros de mando ucranianos. Además, atacar el SBU (los servicios secretos ucranianos) requeriría tiempo e inteligencia que quizás Rusia no tiene ahora mismo.
¿Una respuesta sigilosa?
Aunque la respuesta rusa no haya sido inmediata ni espectacular, puede estar en marcha. El Ministerio de Defensa ruso afirmó haber atacado un aeropuerto en Rivne como represalia, en una de las mayores ofensivas hasta ahora. Aun así, los sistemas antiaéreos ucranianos no pueden interceptarlo todo.
En el plano político, Ucrania parece más ágil y creativa, mientras que Rusia sigue apostando por una guerra de desgaste. Al mismo tiempo, Rusia sigue avanzando militarmente en el campo de batalla, abriendo nuevos frentes en el norte y entrando en regiones centrales de Ucrania.
La gran incógnita es si Ucrania prepara más operaciones como la Telaraña, que podrían incrementar la presión sobre Putin para demostrar fuerza. La continuación de ataques espectaculares podría obligar al Kremlin a responder de una manera cualitativamente diferente para mantener la imagen de un líder fuerte y dominante.