Donald Trump es el primer expresidente estadounidense imputado de la historia. No por poco. Le acusan de 34 delitos, que cuelgan de tres presuntos sobornos: a una antigua estrella del porno, a una modelo de Playboy —la revista de desnudos femeninos que todo el mundo compra por los artículos— y a un portero de la Trump Tower. El fiscal lo acusa de orquestar un plan para influir en las elecciones de 2016 comprando el silencio de esas tres personas, coprotagonistas con Trump de escándalos sexuales perjudiciales para su candidatura presidencial. Estos pagos y su encubrimiento violan las leyes que regulan la financiación de las campañas electorales. Trump, como siempre, lo niega todo, siguiendo la táctica de desmentir cualquier acusación y retrasar el procedimiento. América, como siempre, vuelve a quedar dividida en partidarios y favorables de Donald Trump y enganchada al circo judicial, político y mediático que es su vida desde la adolescencia.
Así aparece en todas las portadas de los diarios de Barcelona y Madrid. Más pequeño en El Punt Avui y en los diarios del Trío de la Bencina —salvo ABC, que lleva un buen titular: el arresto del expresidente es su mejor campaña electoral. El resto de diarios lo publican grande. Es una lástima que La Vanguardia, que también abre portada con el tema, no publique en primera página la imagen del expresidente sentado en el banquillo de los acusados de un tribunal de Nueva York, con un cabreo de los que hacen época pintado en la cara. Es un documento histórico de verdad. Mucho más que la foto de las obras del tranvía de la Diagonal, que si la publicas mañana no pasa nada, mientras que la de Trump es la primera imagen de un hecho que nunca había ocurrido. Viva la libertad siempre, sin embargo, a veces, los caminos de La Vanguardia son inescrutables.
Otros presidentes también han pasado por los tribunales
O no tan inescrutables. En España han pasado por los tribunales Felipe González, José María Aznar y Mariano Rajoy —no hablemos ya de presidentes autonómicos—y, por lo tanto, quizás les parece que no hay para tanto. Llevar a antiguos jefe de gobierno o de Estado a los juzgados ha ocurrido en varias democracias: Alemania (Kohl, Schröder...), Francia (Chirac, Sarkozy...), Italia (Craxi, Berlusconi...) o Israel (Katsav, Olmert, Netanyahu...), Brasil (Collor, Dilma, Lula...). Trump ha dicho al tribunal que su situación es "un ataque a nuestro país como nunca se había visto antes" y tampoco hay para tanto porque fuera de los EE. UU. estos procesos nunca han sido una calamidad para la democracia. A menudo, es todo lo contrario y, de entrada, afianza que nadie está por encima de la ley, principio básico de las democracias plenas y consolidadas. O de casi todas.
También hay motivos para preocuparse. Tras resistirse con muy malas artes a la derrota de 2022 —incluido el asalto al Capitolio— el procesamiento puede reforzar su condición de favorito del partido republicano y mejorar sus opciones de regresar a la Casa Blanca. The Economist recuerda, además, que este hecho empezará a pesar en los cálculos de otros países. "Mira Ucrania —dice la revista británica. Sus líderes concluirán que la posibilidad que Trump vuelva al poder hace aún más vital lograr victorias militares más pronto que tarde". En Moscú, sigue, Putin concluirá lo contrario: que le conviene resistir más tiempo a ver si suena la flauta y Trump reduce o cancela las ayudas militares decisivas que prestan los EE. UU. a Ucrania. Mira a la OTAN, donde muchos temen que un segundo mandato de Trump suponga el abandono de los EE. UU.
El caso de ayer es el menor de los que The Donald tiene pendientes. Son más graves, por ejemplo, la interferencia electoral en el estado de Georgia o su desorden con los documentos clasificados. Los enredos legales todavía podrían agobiar a Trump, gane o no la candidatura de su partido a la presidencia, "gracias a su fuerza con la base republicana, aunque el electorado general puede castigarlo en 2024". Sí. El procesamiento del expresidente Donald Trump es el tema que debía mandar en las portadas de este miércoles, un día en que la vida te da la primera página hecha.
