La política de covid cero que impulsa el gobierno chino estrecha su yugo sobre Pekín, una ciudad que ve en Shanghái el peor de sus futuros posibles. Sobre la capital se amplían las restricciones sanitarias, cerrando desde estaciones de metro hasta escuelas. Mientras gran parte de la actividad cierra, continúan los tests masivos sobre la ciudadanía pequinesa. Los tests revelan cada vez más casos, que empujan a las autoridades a poner más restricciones y empujan la ciudad a seguir los pasos de su vecina del sur.

Las autoridades han decretado este miércoles que restaurantes, gimnasios y otros establecimientos de interior tendrán que permanecer cerrados hasta nueva orden, restricción que se había tomado anteriormente, pero solo hasta el final de un puente de cinco días para el Día del Trabajo, que es mañana, ahora se alarga la medida, según recopilación Efe. La presión se concentra en el distrito de Chaoyang, uno de los más poblados y concurrido, ya que acoge varias instituciones, negocios y embajadas. El gobierno chino ha pedido explícitamente a los trabajadores de aquel distrito que desde mañana teletrabaje.

Al margen de los confinamientos ya impuestos en aquellos barrios que presenten casos, los que quieran salir de la ciudad tienen que presentar un código de salud verde al teléfono móvil acompañado de un test negativo realizado las 48 horas previas. Un resultado negativo es también necesario para utilizar el transporte público, entrar en parques -algunos de ellos abarrotados en los últimos días- o incluso para ingresar en los múltiples servicios públicos existentes en la capital.

Medidas para esquivar un confinamiento duro

Desde hace tiempo que las autoridades chinas defienden su política de covid cero, pero también han reconocido que quieren evitar que se repita el confinamiento total que experimenta Shanghái en otras ciudades del país. Shanghái está duramente asediada por restricciones que limitan al máximo el movimiento de sus habitantes desde principios de abril. El duro cierre de la ciudad ha dejado imágenes de ciudadanos desesperados y del puerto más importando del mundo trabajando a medio gas, con efectos en todas partes. Con este precedente, los habitantes de Pekín temen un confinamiento y las autoridades tratan de evitarlo.

El gobierno chino, por lo tanto, apuesta por ir sumando restricciones cada vez más duras sobre la capital. "Es como matar moscas en cañerías", comenta a Efe un residente anónimo pekinés sobre la dureza de las medidas, aunque lo que más la inquieta es la mera hipótesis que Pekín acabe completamente confinada, todo un quebradero de cabeza para el gobierno.

Al margen de estas dos ciudades, la ola sigue sumando contagios a diferentes puntos del país, con casos de transmisión comunitaria contabilizados en provincias como Cantón y Henan, la capital de la cual, Zhengzhou, también impuso hoy nuevas restricciones a la movilidad. La baja tasa de vacunación entre las personas mayores y los núcleos muy poblados faciliten el contagio de la variante ómicron y dejan cifras que no desde el inicio de la pandemia.