Un espectáculo coral protagonizado por veintiuna mujeres refugiadas de Mariúpol, Kyiv, Irpín y Járkov que cantan contra la guerra de la mano de la directora polaca Marta Górnicka llega al Teatre Lliure bajo el título Mothers A Song for Wartime. El montaje es un ritual sanador que parte de una shchedrivka, una canción tradicional ucraniana precristiana que cantaban solo mujeres y niños, y que envía un mensaje de felicidad y de renacimiento del mundo. Con ella, se mezclan juegos infantiles, canciones tradicionales, hechizos y declaraciones políticas. Las protagonistas son un grupo de mujeres de Ucrania, Bielorrusia y Polonia. Algunas huyeron de la guerra y de otros de la persecución política. Son madres e hijas, tienen entre 10 y 71 años –cada una con su experiencia política única y una historia vital diferente–, y se paran para hablar juntas en el escenario.

Entrevista refugiadas ucraïneses, bieloruses y polacas / FOTO: CARLOS BAGLIETTO
Carlos Baglietto

"Históricamente, el coro servía para celebrar la vida y el renacimiento", ha explicado Górnicka durante la rueda de prensa al Lliure. "En este espectáculo, lo que es más difícil es de lo que hablamos, miramos el horror de la guerra a los ojos". Y ha destacado que "la guerra hace dos años que dura y veo una diferencia enorme de cómo la veo yo, cómo la ven ellas, y cómo la ve Europa. Vivo a 350 kilómetros y no la vivo de la misma manera, me impresiona esta diferencia", precisa. Górnicka constata que hay amor y esperanza en el teatro. Veleriia Obodianska, participante en el coro destaca que "para nosotros es muy importante, vivimos cosas horrorosas en Ucrania y es un método de lucha". En este sentido, Svitlana Berestovska, también participante del coro, comentaba que le había servido como si fuera terapia.

Entrevista refugiadas ucraïneses, bieloruses y polacas / FOTO: CARLOS BAGLIETTO
La directora Marta Górnicka / Carlos Baglietto

"La idea es trabajar con las comunidades, creando comunidades entre personas que normalmente, en las condiciones normales, nunca crearían una comunidad. Justamente, en este proyecto tenemos a mujeres que han vivido bombardeos, que son las ucranianas, tenemos a mujeres que han vivido muchos problemas por sus convicciones políticas, que son las bielorrusas, y que también oficialmente, en el discurso oficial político, también son teóricamente, tendrían que ser enemistadas con las ucranianas", destaca a la autora en una entrevista con ElNacional.cat. "Y además, allí tenemos las polacas, que los han abierto sus casas y su corso. Vemos cómo el sueño de hacer este tipo de espectáculos se ha devuelto realidad. Los ensayos para el espectáculo eran muy largos porque necesitábamos mucho tiempo para juntarnos todas y encontrarnos en todos los sentidos de la palabra".

La idea es trabajar con las comunidades

"Al principio traducíamos el contenido, pero hemos intentado incluir todas las lenguas", comenta. "Hemos utilizado el polaco, el ucraniano y el inglés, ha sido un poco una torre de Babel, pero nuestras lenguas también son muy parecidas. No podemos tener una conversación normal, pero las palabras sí que nos suenan", constata. "Cada vez que hacemos el espectáculo hemos tenido un encuentro con el espectador muy emocional y muy intenso. Nos acogían de manera muy emocional", detalla.

El testimonio de las refugiadas ucranianas

"Tal como explico en mi monólogo, vengo de Irpín. Viví los primeros cinco años de mi vida allí, después me fui a vivir en Kyiv. Igualmente, iba a visitar a mi familia", relata a Veleriia Obodianska. Recuerdo el primer día de la guerra, yo estaba en Kyiv, y me llamó a mi madre para decirme que en Irpín estaría más segura. Todo el mundo pensaba que los rusos no llegarían hasta Irpín. Y fue una época dificilísima para todos. Mi abuelo, no sabemos, pensamos que es por el estrés que vivió, dejó de comer y beber y empezó a morir poco a poco. Dejamos Irpín en el último momento, cuando salíamos de la ciudad, todavía teníamos el camino en frente, pero ya no teníamos el camino atrás. Durante este viaje mi abuelo murió. En realidad no quería quedarme en Polonia. Estaba pensando, quizás, emigrar al Canadá. Pero cuando me encontré en Polonia para tramitar el visado estuve mucho, muy bien acogida por una familia que no me conocía de nada y me dio una bienvenida tan cálida que decidí quedarme".

Mi madre me llamó para decirme que en Irpín estaría más segura

"Nací en Melitopol, que es una ciudad ucraniana que ahora mismo está ocupada", dice Svitlana Berestovska. "Vive allí mi madre, hablamos por teléfono, pero hace tres años que no lo he visto. Vivo en Kyiv desde hace 20 años y allí se ha quedado mi marido. Tenemos dos hijos, mis hijos presenciaron los bombardeos, dormíamos en un búnker. Me di cuenta de que los niños vivían muy mal esta experiencia, decidí marcharme y mis amigos de Polonia me invitaron para que fuera".

Entrevista refugiadas ucraïneses, bieloruses y polacas / FOTO: CARLOS BAGLIETTO
Svitlana Berestovska (izquierda) y Veleriia Obodianska (derecha) / Carlos Baglietto

El espectáculo ha sido una terapia para las dos. "Cuándo una persona está en un país que no conoce, que no tiene absolutamente nada, no tiene dinero, no tiene cosas, no tiene nada, está obligada a empezar la vida desde cero. Y para mí, este espectáculo fue una conexión con la vida", constata Obodianska. "Este espectáculo es muy emocional y también me ha ayudado a gestionar la rabia que siento". Y destaca que a su monólogo utiliza una frase: "La guerra te enseña a amar". "Porque estoy convencida de que solo el amor nos permite sobrevivir. Y es lo que estamos aprendiendo ahora mismo. Estamos aprendiendo como ayudarnos los unos en los otros, como funcionar dentro de uno colectivo y como ser amor, a nuestras familias y a nuestros amigos, porque creo que este es nuestra arma más potente". Berestovska añade que en el espectáculo "ha encontrado nuevas amigas". En Polonia, comenta, encontró trabajo muy rápido. "No me puedo quejar, tengo dos niños y tengo que ir adelante". "El espectáculo en sí me ha dado muchísima fuerza, me ha dado la posibilidad de creación y la posibilidad de cuidarme a través de la creación".

Nací en Melitopol, que es una ciudad ucraniana que ahora mismo está ocupada

Obodianska insiste que "cuando volví a Irpín vi muchísimas casas completamente destrozadas y al mismo tiempo vi a las personas que, junto con los vecinos, ponían flores, hacían jardines. Y creo que eso es la fuerza humana y de eso también se habla a nuestro espectáculo".

Entrevista refugiadas ucraïneses, bieloruses y polacas / FOTO: CARLOS BAGLIETTO
Veleriia Obodianska / Carlos Baglietto

Una gira europea por delante

Las voces de todas ellas forman un Coro de Madres, inspirado en los coros femeninos del siglo VII a.C., que les permite imaginar un mundo sin guerra. Hablan como protagonistas de la guerra, comparten experiencias individuales e intentan sanar las experiencias vividas a través de la comunidad. "En el pasado, el coro tenía que santificar la unidad de la vida y proporcionar un renacimiento, una recuperación. Era la fuerza opuesta a la aniquilación. Nuestro espectáculo se inspira en esta fuerza", explica Górnicka. La directora y cantante polaca estaba trabajando en Berlín el día que Rusia invadió Ucrania, en febrero del 2022. En aquel momento, decidió volver a Polonia y colaborar como trabajadora social con el Ukrainian Institute for Freedom Foundation, una organización pública independiente sin afán de lucro con sede en Varsovia que trabaja para migrantes de Ucrania, Chechenia, Bielorrusia y Tayikistán. Estuvo allí donde coincidió con grupos de mujeres que huían de la guerra de Ucrania y de la opresión de la persecución política en Bielorrusia, y se dio cuenta de que la creación de un coro de mujeres era la mejor herramienta que los podía ofrecer.

Después de una primera lectura en el Festival de Avinyó del 2023, Mothers A Song for Wartime se estrenó en septiembre del 2023 en Polonia y está haciendo gira por Francia, Alemania, en los Países Bajos y Suiza. En Barcelona se podrá ver en dos únicas funciones los días 27 y 28 de marzo.