El alargamiento de la guerra en Ucrania empieza a impacientar al Kremlin. Un supuesto informador anónimo del Servicio Federal de Seguridad ruso (FSB), que estaría enviando cartas al activista por los derechos humanos exiliado, Vladímir Osechkin, ha informado del arresto domiciliario de dos altos cargos de la inteligencia: Sergei Beseda y su ayudante Anatoli Bolyukh. Según los mensajes del informador secreto, y tal como ha publicado hoy el diario The Times, un grupo de oficiales del departamento de inteligencia militar y el mismo servicio de seguridad del presidente Vladímir Putin, habrían llevado a cabo varias redadas ayer viernes en diferentes puntos, que habrían acabado con el arresto de estos dos espías rusos, encargados de extraer información en el extranjero. Tal como ha ido relatando el testimonio anónimo, Moscú estaría sufriendo por el estancamiento de las fuerzas armadas rusas en Ucrania y la falta de información sobre la realidad en el frente, derivado de la corrupción y el miedo a las altas esferas.

Purga en el FSB

Varios medios, periodistas y activistas exiliados ya han confirmado el arresto domiciliario de los dos espías rusos, informa The Times. Según lo que ha ido relatando el supuesto informador en cuatro cartas anónimas, estos arrestos se habrían producido en el marco del pánico y la paranoia generalizados por las dificultades que los rusos están viviendo en la invasión de Ucrania. En eso se suma las dificultades para obtener información fiable sobre la cual pasa realmente en los frentes de la guerra, a causa de la profunda corrupción que plaga el funcionariado de Rusia. Tal como ha explicado el informador, nadie en el FSB sabía que la invasión tendría lugar, y es por eso que la guerra se ha llevado a cabo sin la organización y preparaciones necesarias. En este contexto, y teniendo en cuenta la posible existencia de informadores colaboradores con occidente, la purga de altos cargos de la inteligencia rusa no parece algo sorprendente. El mismo testimonio anónimo ha asegurado que los funcionarios del FSB manipulan los informes sobre el desarrollo de la guerra con el fin de alinearse con la narrativa de Moscú.

Pánico y corrupción

Algunos expertos y aficionados en armas también han especulado sobre la posible corrupción al ejército a la hora de comprar armamento. Una retahíla de imágenes de los vehículos militares parados en el barro y con los neumáticos podridos o completamente deshechos indica que los funcionarios les habrían comprado en la China para quedarse con la diferencia del presupuesto original, hecho que estaría impidiendo gravemente el avance de las fuerzas rusas en el terreno fangoso de Ucrania. Por otra parte, parece que Moscú empieza a perder los nervios por los errores en la guerra. Esta semana, el Kremlin tuvo que admitir, contra todo pronóstico y a pesar de la promesa hecha el día anterior por el mismo Putin, que Rusia ha enviado jóvenes reclutas a la guerra, sin informarlos a ellos ni a sus familias. Según la versión oficial del Kremlin, Putin no lo sabía, y ordenó inmediatamente que se investigara (y castigara) a los responsables de esta decisión.