Solo hace 7 semanas que Liz Truss es primera ministra del Reino Unido y su posición ya ha sido puesta en duda, casi desde el momento en que sustituyó Boris Johnson. De hecho, el destino de la tercera primera ministra británica podría ser muy similar al de su predecesor: Johnson cayó después de la presión de sus compañeros del partido conservador a raíz de sus escándalos por el PartyGate, a pesar de superar en primera instancia una moción de confianza interna; ahora, Truss ya se enfrenta a las primeras voces internas que ponen en duda su capacidad para gobernar el país, después del fracaso estrepitoso de su bajada de impuestos, que tuvo que modificar después de un rechazo general de la población y de algunos diputados conservadores. Incluso, se ha opuesto el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, tildando inmoral su plan económico en que recortaba los impuestos a las rentas más otros. A partir de aquí, tuvo que empezar a hacer remodelaciones en su gobierno, que no han convencido a nadie, y los miembros del partido se reúnen hoy para decidir cuál será la posición de los tories con respecto a la primera ministra que hace poco más de un mes escogieron en unas primarias.

Aunque no era un secreto el rechazo de los miembros del partido a la escogida para sustituir en Johnson, en medio de unas encuestas que muestran un gran crecimiento del partido Laborista del Reino Unido y una derrota de los conservadores casi sin precedentes, hasta ahora nadie había salido a manifestarse públicamente contra Truss. En las últimas horas, sin embargo, después de las políticas errantes de Downing Street que no ayudan a mejorar las perspectivas electorales del partido, el histórico diputado Crispin Blunt ha pedido la renuncia de la primera ministra, ejerciendo de portavoz de muchos compañeros suyos, que todavía no han posicionado. Según los medios británicos, sin embargo, serían decenas los que piden que Truss se vaya. Si lo acabara haciendo, tal como apuntan todos los pronósticos, sería la cuarta dirigente del país consecutiva que dimite, después de David Cameron, Theresa May y Boris Johnson: todos son conservadores.

Los laboristas se frotan las manos

Mientras tanto, los laboristas se frotan las manos y hurgan en la herida: el líder de la oposición, Keir Starmer, habla de un "caos grotesco" mientras amenaza con una moción de confianza esta misma semana, para después convocar elecciones generales con todas las encuestas a favor. ¿En el Reino Unido se da tanto por hecho que a Truss le quedan días, como mucho semanas, al frente del gobierno británico que, haciendo gala de su popular humor, el tabloide Daily Star tiene uno directo en Youtube bajo el nombre "¿quién durará más, Liz Truss o una lechuga?" donde se puede ver una lechuga fuera de la nevera (que ya lleva gafas de sol y un sombrero), al lado de una fotografía de la primera ministra. Ante los últimos acontecimientos, son muchos los británicos que apuestan por la lechuga.

Un ministro de Economía que ejerce de premier

En este contexto, el nuevo ministro de economía, Jeremy Hunt, ejerce prácticamente de primer ministro y se encuentra preparando un nuevo plan económico mientras el aumento del coste de vida ahoga a los británicos. Precisamente Hunt, la opción en la desesperada de Truss en medio de una crisis de gobierno sin precedentes y solo semanas después de que llegara a Downing Street entre el choque por la muerte de la reina Isabel II, sería el nombre que tienen entre manos los conservadores más escépticos con la primera ministra para sustituirla. Este lunes, la política reunirá a sus ministros y en los próximos días se verá también con el resto de los parlamentarios, entre ellos los que la quieren fuera, para intentar presentar un presupuesto en un plazo máximo de dos semanas. La gran duda es si, entonces, Truss seguirá siendo primera ministra.