La Operación Telaraña, el ataque coordinado y masivo perpetrado por el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) contra bases aéreas rusas, utilizando drones introducidos de contrabando en territorio enemigo y lanzados desde camiones camuflados, ha supuesto un punto de inflexión en la guerra que enfrenta los dos países, y los daños van mucho más allá de los 7.000 millones de dólares en que se valora el impacto económico del ataque. La operación ha tenido un impacto militar y simbólico significativo, porque además de causar daños materiales y dificultar la reposición de aviones estratégicos (algunos ya no se construyen), envió un mensaje contundente sobre la capacidad ucraniana de golpear objetivos profundos en Rusia. Ucrania afirmó haber destruido más de 40 aviones rusos en cinco bases diferentes, utilizando 117 drones en un ataque que abarcó miles de kilómetros y cinco zonas horarias diferentes.

Desde el pasado martes, varios operadores independientes están publicando imágenes de satélite que confirman la destrucción de al menos quince aeronaves rusas; imágenes que están circulando por las redes sociales. Las recientes imágenes satelitales publicadas muestran con mayor precisión los efectos del ataque, especialmente sobre la base aérea rusa de Belaia. En estas imágenes pueden observarse aviones destruidos o gravemente dañados, confirmando que los drones ucranianos consiguieron penetrar las defensas rusas y conseguir objetivos estratégicos.

Aunque las autoridades rusas han evitado proporcionar cifras oficiales sobre los daños o pérdidas materiales, y han minimizado las consecuencias del ataque, la reciente conversación entre Donald Trump y Vladímir Putin, da a entender cómo se lo ha tomado el Kremlin. El presidente norteamericano admitió que habían hablado sobre el ataque ucraniano y aseguró que "Rusia responderá de manera muy contundente" y que este ataque "no conducirá a la paz inmediata". Las nuevas imágenes de satélite han mostrado cómo quedaron las bases aéreas de Belaia, en la región de Irkutsk (Siberia) y Olènia, en la región de Murmansk (Ártico ruso), dos de los aeródromos más castigados por los drones ucranianos en un ataque que supone un golpe duro contra la capacidad rusa de seguir lanzando misiles de cruzar desde zonas alejadas del frente, pero también es una vez a su prestigio porque ponen de manifiesto la vulnerabilidad de las bases rusas.

Daños a bombarderos estratégicos

El objetivo principal de la impactante Operación Telaraña, que se planificó durante más de un año y medio, era dañar o destruir bombarderos estratégicos rusos como los Túpolev (Tú-95MS, el Tu-22M3 y el Tu-160), que Rusia utiliza para lanzar ataques de largo alcance contra Ucrania. Según fondo de Kiev, se destruyeron o quedaron inservibles hasta 41 aeronaves militares. Este ataque a gran escala se llevó a cabo con 117 pequeños drones FPV, escondidos en contenedores, y equipados con cargas explosivas que atacaron con gran precisión aeronaves de la fuerza aérea estratégica rusa. Esta táctica ya había sido utilizada por las fuerzas ucranianas, y antes por los movimientos rebeldes sirios. Pero fue la simultaneidad de estos ataques, que se extendieron por amplias áreas del territorio ruso, y su preparación lo que causó una profunda impresión.

Imágenes de radar SAR

Las imágenes en alta resolución, proporcionadas por compañías norteamericanas Airbus Defence, Planet Labs PBC y Capella Space, y analizadas por medios como AP, Reuters y BBC, mostraron restos de aeronaves y áreas carbonizadas en la Base Aérea Belaia, una instalación principal de la fuerza de bombarderos de largo alcance de Rusia. Las imágenes de radar de apertura sintética (SAR), que permiten ver detalles incluso bajo condiciones de nubosidad, se observan al menos siete bombarderos estratégicos destruidos o gravemente dañados en la pista y plataformas de estacionamiento. Las imágenes identifican específicamente tres bombarderos, el Tu-95 y cuatro aeronaves Tu-22M3, que aparecían destruidos o carbonizados, y uno Tú-95MS sufrió daños. Las imágenes muestran zonas claramente quemadas en torno a los aviones afectados, y también aparecen otros aviones que no han sufrido daños, lo que sugiere que el ataque fue selectivo.

Según varios analistas, la pérdida de estos bombarderos representa un golpe relevante para la capacidad militar de Moscú, que incluso ha intentado ocultar los daños, como asegura el exmilitar y analista polaco Jarosław Wolski, que señaló que los restos de los Tu-22M3 fueron dispuestos por las fuerzas rusas de manera que pudieran simular aeronaves intactas en imágenes tomadas por radar. "Ingenioso, pero no comparable con el SAR moderno", comentó el analista en una publicación en la plataforma X, en referencia a la tecnología de Radar de Apertura Sintética que reveló la manipulación visual.

Imágenes capturadas de la base aérea de Olenia el 3 de junio también muestran cuatro Tu-95MS y un An-12 claramente destruidos. Además, la base albergaba un Il-76, tres An-12 y 28 tu-22M3, y un número considerable de helicópteros M-8 y el M-24.