El ejecutivo de Emmanuel Macron ha salvado este lunes dos mociones de censura en la cámara de representados, pero ha evidenciado su debilidad al gobernar en minoría. Las dos mociones de censura, una impulsada por la izquierda y la otra por la extrema derecha, no han podido prosperar, ya que no han conseguido los 289 votos a favor necesarios. La moción presentada por la izquierda obtuvo 239 apoyos, a 50 de la mayoría absoluta que habría obligado al Ejecutivo a dimitir, mientras que la de la ultraderecha recaudó 90. Las mociones de censura se propusieron después de que el ejecutivo francés aprobara de forma unilateral los presupuestos. Eso es posible gracias a la aplicación del artículo 49.3 de la constitución francesa y, aunque no es habitual ejecutarlo, no es la primera vez que se hace. La primera ministra francesa, Elisabeth Borne fue quien aprobó la aplicación de este artículo sabiendo que esta acción expondría el gobierno a las posibles mociones de censura, como ha acabado pasando.

La jefa de gobierno afrontará esta noche una tercera moción, que como estas dos no tiene opciones de prosperar. Fue presentada por la izquierda después de que Born también privara de voto a la Asamblea sobre las cuentas para el año próximo. Si el rechazo de las dos mociones era bastante previsible, lo fue menos que la líder ultraderechista Marini Le Pen anunciara su apoyo a la presentada por la izquierda. Le Pen confesó que la situación "crítica" que vive el país justifica que se dejen a un lado las diferencias ideológicas que mantienen con la izquierda y afirmó que no teme las amenazas de disolución de las cámaras y convocatoria de legislativas lanzadas por el presidente, Emmanuel Macron, en caso de censura en el Gobierno. Esta maniobra dejó al ejecutivo a costa de los votos de los 62 parlamentarios del grupo conservador moderado a Los Republicanos, quién a vista de las encuestas, son los menos interesados en volver a las urnas.

Este grupo, inmerso en un profundo proceso de renovación y en busca de un nuevo líder después de la derrota de su candidata Valérie Pécresse en las presidenciales de abril, ya había anunciado que no apoyaría ninguna de las dos mociones de censura, a pesar de las diferencias que mantiene con el gobierno. Ahora, más que nunca, Macron tiene que contar con estos diputados para avanzar, después de haber perdido la mayoría absoluta en las legislativas de junio. Una situación que le impidió obtener apoyo suficiente para sacar adelante las cuentas del año próximo, lo cual lo obligó a recurrir al mecanismo constitucional que abrió las puertas a las mociones de censura.

Un gobierno en minoría pero sin alternativas

El ejecutivo de Elisabeth Borne gobierna en minoría, lo que los condena a una constante inestabilidad. Este fue, precisamente, el argumento que utilizó a la primera ministra, que criticó a la izquierda y a la extrema derecha para "buscar la inestabilidad a costa, incluso, de diluir sus diferencias ideológicas". "Su único punto en común es que buscan el fracaso del Gobierno", dijo la cabeza del ejecutivo, que justificó la aprobación de las cuentas del año próximo por la necesidad de dotar en el país de un presupuesto en un momento de crisis. "Los que voten la censura están en contra de limitar la subida de la electricidad, de revalorizar el sueldo de los maestros, de invertir en nuestras Fuerzas Armadas y nuestra policía, de exponer a las clases más desfavorecidas y debilitar a las clases medias", señaló Borne.