La administración norteamericana no cerrará (por ahora). El Congreso de los Estados Unidos ha aprobado conceder fondos al gobierno del país para que no se declare en quiebra, evitando así entrar en un escenario de incertidumbre. Tres horas antes de la fecha límite, el Senado ha dado su visto bueno a la propuesta de la Cámara de Representantes, que esquivaba algunos de los puntos más polémicos que habían hecho imposible un acuerdo antes de este momento: un aumento en la ayuda económica a Ucrania por su guerra con Rusia y fondo para fortificar la frontera con México. La ley amplía la financiación para cuestiones clave de la administración, pero solo durante 45 días, hasta el 17 de noviembre.

En la Cámara de Representantes, donde tiene mayoría el Partido Republicano, la propuesta ha obtenido 334 votos a favor --209 de congresistas del Partido Demócrata y 125 de republicanos-. Un total de 91 representantes republicanos se han opuesto, muchos de los cuales pertenecen al grupo de afines al expresidente Donald Trump y se agrupan bajo el paraguas de MAGA. Este colectivo ya ha mantenido numerosos pulsos con el presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, que, a pesar de ser del mismo partido, es considerado demasiado moderado por los extremistas.

El cierre de la administración habría tenido graves consecuencias para el funcionamiento del gobierno del país y también para la economía. "No quiero ser parte del equipo que cree que la única opción es cerrar y no pagar a nuestras tropas", ha afirmado McCarthy en rueda de prensa después de la votación. "Prefiero ser parte de un grupo conservador que quiere a que las cosas se solucionen". También los demócratas han celebrado el acuerdo, remarcando el carácter "bipartidista" y la derrota del sector pro-Trump. Los extremistas republicanos de MAGA han perdido. Ha sido una victoria para el pueblo estadounidense y es una rendición completa y total", ha afirmado el líder de la minoría demócrata en la cámara baja, Hakeem Jeffries.

Este acuerdo supondrá un punto de inflexión en la cuestionada figura de McCarthy dentro del Partido Republicano. Muchos miembros de MAGA se opusieron a nombrarlo líder de la mayoría republicana en la cámara baja en enero e, incluso, establecieron condiciones para su nombramiento, incluido un cambio de las reglas para que cualquier republicano pueda convocar una votación para destituirlo, cosa que podría suceder después de los últimos hechos. En junio, cuando los Estados Unidos estaban cerca de un incumplimiento de su deuda soberana, McCarthy llegó a un acuerdo con el presidente Joe Biden mediante el cual el Congreso permitió que el Ejecutivo siguiera prestando dinero para sus deudas. El movimiento fue un cubo de agua fría para los legisladores afines en Trump, que fue recibido como una traición.

Ucrania y la frontera sur, los puntos calientes

Sin el acuerdo, la administración pública se habría quedado sin fondo a partir de esta medianoche, con el cierre de la mayoría de las agencias gubernamentales, museos y parques nacionales, mientras que 1,3 millones de militares y centenares de miles de funcionarios habrían dejado de recibir su salario. Además, según el banco Goldman Sachs, el cierre habría podido afectar a la economía estadounidense, reduciendo el Producto Interno Bruto (PIB) entre 0,15 y 0,2 puntos porcentuales por cada semana que durara.

Ucrania y la frontera sur eran los puntos de mayor fricción entre demócratas y republicanos. Después de ofrecer varias propuestas de acuerdo fallidas, finalmente McCarthy apostó por sacar estas cuestiones del tablero de juego para conseguir un apoyo bipartidista, a pesar del rechazo de los radicales de su partido. El líder republicano intentó el viernes, sin éxito, aprobar un proyecto de ley que habría financiado a la administración durante un mes adicional, pero que contenía límites a programas de asilo y recortes en todas las partidas, excepto a la de seguridad fronteriza. Fue rechazada tanto por los demócratas como por los radicales de su propio partido.